Carlos Manuel de Céspedes: De Yara a San Lorenzo

Written by Enrique Ros*

7 de noviembre de 2023

La Lealtad y la perfidia. 

El brigadier de Cambute. El Médico de Jiguaní

Destitución de Céspedes 

(VII de XI)

Tomás Estrada Palma deploró la necesidad que lo llevaba a pedir la deposición de Céspedes.

“El ciudadano Fernando Fornaris demostró la necesidad triste de deponer al primer magistrado, y narró la historia sucinta de la inconveniente administración de Céspedes… y de la tolerancia conque la Cámara de Representantes la había contemplado para evitar contrariedades…”.

“Se aprobó la proposición de Marcos García, culpando al presidente de las desgracias del cuerpo del ejército de Las Villas, pues la mayoría de los patriotas villareños sublevados en 1869, arrastrando peligros y privaciones terribles, se presentaron en Camagüey solicitando armas y pertrechos para continuar la guerra, y no les dieron por parte del Ejecutivo, sino una criminal indiferencia”.

“Jesús Rodríguez dijo estar también de acuerdo con la proposición, por haberse arrogado el presidente la jurisdicción extraordinaria de Guerra”.

“Pronunció después Luis Victoriano Betancourt, elocuente y largo discurso en el que repitió el famoso y conocido apóstrofe: “Hasta cuando el presidente abusará de nuestra paciencia. ¿Hasta cuando será su nombre símbolo del desorden, de la injusticia y de la tiranía?”

Muy bien informado está Pirala de las palabras pronunciadas en la modesta casa de Bijagual a la vera del camino de Baire.

Entre los más encarnizados adversarios del presidente Céspedes, dice Griñán, figuraban los tres jóvenes habaneros que, recién llegados a Camagüey, formaron la Corte Marcial, creada por el Comité Revolucionario de esa provincia para juzgar los delitos políticos. A la Corte Marcial pertenecieron Luis Victoriano Betancourt y Rafael Morales González, presidente y secretario respectivamente. Ramón Pérez Trujillo ocupó en ella el cargo de vocal: y como casi todos los jóvenes habaneros que el general Quesada condujo a Cuba desde Nassau a fines del año 1868, -continuamos citando a Griñán- carecía de vocación para las armas.

Por su constitución física, su educación y sus hábitos, Pérez Trujillo sentía repugnancia y desprecio por los militares. Para él, también, todos los militares eran déspotas; por esta razón, desde su constitución la Cámara de Representantes fue reducto de los intelectuales que, desdeñando la carrera militar y subestimando a los que la ejercían, vinieron, sin embargo, al campo de la Revolución. Al describir a los asambleístas de Guáimaro, Martí pintó a Pérez Trujillo “disputando, flagelando, acusando, arguyendo” (Griñán “Carlos Manuel de Céspedes”).

Algunos historiadores han afirmado, sin aportar prueba alguna, que Carlos Manuel de Céspedes fue depuesto por aquellos representantes contando con el quórum necesario. Otros lo niegan.

El Hombre de la Demajagua es de los que impugnan tal afirmación.

En carta que aparece en el Archivo Nacional. Fondo Academia de la Historia, se encuentra el relato de Céspedes, sin firma, sobre su petición a Salvador Cisneros, Presidente de la Cámara para “darle solución legal a las apremiantes disposiciones que la patria reclama”. Cisneros acepta y acude “con los representantes que se hallaban en Bayamo” los que “inmediatamente iban a reunirse en Cámara”. Eran seis. Y dice Céspedes “con este número no tuviese yo conocimiento se hubiese nunca celebrado sesión, ni oficialmente se me hiciera saber si habían tomado acuerdo o disposición alguna para legalizar la reunión con el número de seis diputados. Desde luego, que no podía considerar legal la reunión con este número, para despojarme del Poder que, por la Cámara en su día, se me confiriera ante una que no estuviera, por lo menos, constituida con igual número de diputados que aquella que de ese poder me invistiera”.

En Bijagual ha sido destituido el Presidente Céspedes.

Juan B. Casasús, el biógrafo de Calixto García, al referirse a “este lamentable y doloroso acontecimiento cita la descripción que sobre el mismo hacía Enrique Collazo y que hemos citado. Menciona a Manuel Márquez Sterling diciendo que los diputados: “Parecían locos… impugnaron a Céspedes como fanáticos jacobinos. Luis V. Betancourt, convirtió su vida en vaso de hiel…, ninguna de las acusaciones hubiera tenido fuerza si, más serenos, hubieran pesado las circunstancias en que Céspedes ejercía el mando”. Afirmaba Casasús que “allí, en Bijagual, asomó por la ventana del regionalismo ese monstruo de cien cabezas de la abominable militancia; fueron, en realidad los jefes militares y no la Cámara los que consumaron la deposición infortunada”. Palabras muy ciertas del respetado biógrafo de Calixto García.

De los 15 miembros que componían la Cámara de Representantes, sólo 7 asistieron y sólo 5 votaron por la destitución, lo que hizo evidente que esa decisión -tan nefasta para el futuro de la guerra emancipadora- no contó con la mayoría requerida.

En la biografía sobre Serafín Sánchez, “Un Carácter al Servicio de Cuba”, su autor Luis E. del Moral califica así aquel acto que ensombrecía la lucha insurreccional:

“Entretanto un hecho tristísimo ensombrece la marcha institucional de la República en Armas”, y concluye afirmando: “Jefes villareños habrá en las fuerzas del General Gómez, que lloren amargamente a consecuencia de un acto en que se borran los méritos del hombre de la Demajagua y se le condena al aislamiento y a una muerte que no se hará esperar”.

El entonces capitán Fernando Figueredo Socarrás presencia en Bijagual la deposición y parte de inmediato al campamento de la Brigada Cambute donde se encuentra Céspedes, para informarle de la acción tomada por los nueve diputados. Junto al destituido presidente se encuentra José de Jesús Pérez, su fiel amigo y jefe de su escolta. Querrá Fernando Figueredo, previa autorización del nuevo gobierno, acompañar a Céspedes. Se le concede la autorización pero antes de 24 horas es notificado de su designación como Jefe del Estado Mayor del Mayor General Manuel Calvar y tiene que partir a cumplir esta responsabilidad.

El martes ya conoce Céspedes la triste realidad. “Al levantarme se me presentó José Cabrera con un acuerdo de la Cámara fechado ayer en el que se me deponía de la Presidencia, y otro de la misma fecha en que designaba al “Marqués” para reemplazarme”.

En Bijagual, los representantes a la Cámara (los elementos civiles), se apoyaron en la presencia militar (el Mayor General Calixto García), para la destitución del Presidente. En Lagunas de Varona y Santa Rita se invierten los papeles: un militar (el Mayor General Vicente García) forzará a los representantes a la Cámara a destituir al nuevo Presidente. Frutos amargos de Bijagual.

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