Carlos Manuel de Céspedes: De Yara a San Lorenzo

Written by Enrique Ros*

6 de junio de 2023

La Lealtad y la perfidia. El brigadier de Cambute. El Médico de Jiguaní

Esta obra aporta datos concretos sobre actos, algunos censurables; los más, admirables, de los hombres que participaron en aquella gloriosa gesta.

Cambios en los mandos militares (X de X)

EXPEDICIONES DE 1870

Domingo Goicuría organiza por tercera vez una expedición; ésta, con 35 hombres, entre ellos, Domingo Mora y Manuel Bello a bordo del Herald de Nassau que puede desembarcar, el 10 de febrero, tras grandes dificultades, en Gibara, donde, delatada por vecinos españoles, algunos son hechos prisioneros y otros, entre ellos Goicuria, logran incorporarse a las fuerzas libertadoras.

No fue nada fácil la organización de esta expedición ni la travesía del Herald of Nassau (comparada por el propio Goicuria) que traía 35 hombres, 43 fusiles, municiones y otros pertrechos. Habían utilizado a la goleta Azorian para trasladarse a Nassau en los momentos en que el buque de guerra inglesa Darte traía a recién del Virginius pero pudo escapar, incorporándose a las fuerzas del Teniente Coronel Cecilio González. Luego participó en la Guerra de Independencia.

Con autorización del gobierno de la República en Armas parte Goicuría de nuevo hacia el norte pero su embarcación es apresada y Goicuría conducido a La Habana donde será ejecutado.

Un vapor, que ya ha hecho antes otras travesías a la isla, es utilizado por algunos de los expedicionarios del Lillian para una nueva operación desembarcando en el puerto de Casilda, al sur de Las Villas y logran incorporarse a las fuerzas cubanas.

1870 comienza con más suerte para los esforzados cubanos cuando el 19 de enero el Anna que había zarpado de Nueva York, desembarca en Punta Brava, cerca de Manatí, en la costa norte de Oriente a 21 combatientes entre los que se encuentran Oscar Céspedes (hijo del presidente de la República en Armas), Melchor Agüero, el puertorriqueño Juan Rius Rivera, el coronel William A. Ryan y Emilio Mola.

Quien llega también en esta expedición es el colombiano José Rogelio Castillo -que alcanzará el grado de Coronel en las filas del Ejército Libertador- y quien en su autobiografía da el nombre de Hornet al barco expedicionario que traía de regreso a Melchor Agüero a quien el Padre de la Patria había enviado a los Estados Unidos para «a la mayor brevedad” conducir a Cuba artículos de Guerra.

La expedición que le había sido ofrecida a Melchor Agüero («quesadista») fue finalmente efectuada por Francisco Javier Cisneros («aldamista»), lo que mostraba la dañina división entre las dos facciones.

La expedición del Anna, enero 19, 1870, trae armas y municiones con las que Gómez y Calixto García atacan, nuevamente, a Jiguaní. La expedición fue dirigida y financiada por la Junta Central Republicana, de Nueva York, y organizada por Francisco Javier Cisneros, que vino como jefe de mar, y el Coronel William A. Ryan, canadiense, como jefe de tierra.

De los 33 expedicionarios que venían, desembarcaron sólo 9, uno de ellos Manuel Sanguily, pero no pudieron alijar pertrechos al acercarse el vapor de guerra español Conde de Venadito. Los que desembercaron, ayudados por vecinos de la zona, se trasladaron hasta La Guanaja y se incorporaron a las fuerzas insurrectas.

Otro grupo de estos expedicionarios fue apresado en alta mar, juzgado y condenado a 8 años de prisión.

Han pasado unos días cuando el Coronel Mariano Loño y Antonio Hernández, zarpando de Jamaica, el 27 de aquel mes desembarcan hombres y materiales en la costa sur de Oriente. El coronel Mariano Loño Pérez, nacido en Holguín, es uno de los tantos tenaces combatientes muchas veces ignorados por la historia. Habiendo servido en Marruecos en el ejército español, regresa a Cuba el 3 de febrero de 1869 en unión del venezolano José Aurrecoechea. Juntos se unen a los cubanos que están combatiendo en Soroa, Pinar del Río.

Se traslada después a Nueva York y participa en la organización de la expedición del Perrit viniendo al frente de uno de los cuatro grupos en que se dividieron los expedicionarios. Destinado a la División Cuba bajo las órdenes del Mayor General Donato Mármol, combate en Blanquizal, La Sidonea y en la Jagua, cerca de Guantánamo. En enero de 1870 embarca hacia Jamaica para conducir una expedición a la costa sur de Cuba. Realizada ésta, vuelve a Nueva York y desde Panamá regresará a la isla en la expedición del Upton que desembarca por La Herradura en la costa norte de Holguín. Menos suerte tendrá Loño dentro de seis meses.

Gaspar Agüero organizará la próxima expedición que partiendo de Nassau llegará a la costa norte de Camagüey el 22 de febrero con 10 combatientes que se unirán a las fuerzas insurgentes. Le seguirá a ésta la dirigida por Francisco Javier Cisneros y Gaspar Betancourt quienes, a bordo del Upton desembarcarán en Punta Brava, Manatí, en Oriente con 177 expedicionarios entre los que se encontrarán Rafael de la Rúa, Emilio Loret de Mola, Juan de Castro Palomino y Luis Eduardo del Cristo.

Francisco Javier Cisneros formó parte también del primer viaje del vapor George Upton, que zarpó el 14 de mayo de 1870 de Sandy Hook, Nueva York, y desembarcó el día 23 por Punta Brava, entre Nuevas Grandes y Manatí, en Oriente; y en el segundo viaje de ese barco que salió el 4 de junio de 1870 del Puerto de Colón, Panamá y desembarcó 8 días después por Punta Jamás, en la costa norte de Holguín, Oriente. Volvería nuevamente en la expedición del vapor Hornet, que partió el 31 de diciembre de 1870, también del Puerto de Colón y desembarcó el 7 de enero de 1871 por Punta Brava en Oriente.

Veamos como Antonio Pirala, el conocido historiador español, narra esta «filibustera expedición» y la siguiente:

«Fue un poco afortunada las que, casi seguidas, efectuó el vapor «Upton». Si logró desembarcar en Punta Brava, entre Manatí y Nueva Grandes, se vieron los expedicionarios sacados por los artilleros de la cañoneras «Eco» y «Yumurí». Les derrotaron, y todo el material, muy considerable, se llevó a Nuevitas con doce prisioneros, incluso el capitán confederado Hawkins pagó su delito con la vida». (Pirala, página 761).

Pirala se refiere también a la siguiente expedición del Upton, aportando un dato de interés:

«La segunda expedición procedente de Colombia, con valioso depósito de armas y municiones, fue batida en Herradura por López del Campo, y consumó la derrota Obregón con las circunstancias de que los aprehensores habían servido antes en las filas insurrectas y, presentados, les confió Caballero (de Rodas) las armas de que tan mal uso hacían».

Volverá pronto el Upton a servir a la causa cubana. Apenas tres semanas después, dirigida por la diligente Junta Central Republicana de Nueva York y el persistente Francisco Javier Cisneros, partirá de Colón, en Panamá, el Coronel Mariano Loño con cerca de 30 expedicionarios que desembarcan en Punta Sama, en la costa norte de Holguín. Descubiertos son atacados por fuerzas españolas pereciendo gran número de los expedicionarios cayendo prisioneros ocho de ellos. En un encuentro posterior cae combatiendo el propio Coronel Loño. Los ocho prisioneros, oriundos de Santiago de Cuba, fueron fusilados en Holguín por las tropas comandadas por otro cubano, el General Félix Ferrer, que servía en las fuerzas españolas.

Algunas expediciones traen pocos hombres pero abundante material. Una de ellas la comandada por Melchor Agüero en el vapor Mambí contando con 11 hombres que pudieron desembarcar cerca de Santa Cruz, al sur de Oriente 1,000 fusiles, dos ametralladoras, dos cañones y 300,000 cápsulas el 28 de julio de 1870. No tuvo esa buena fortuna el General Manuel de Quesada, en su segundo intento (el primero había sido la exitosa operación del Galvanic), cuando el vapor Florida, que recién había adquirido y se disponía a zarpar con abundante material, fue detenido por autoridades portuarias en Nueva York. Duro golpe para los «quesadistas». Mayor para la causa cubana.

Pero la Junta Central Republicana organiza otra expedición que dirigirá Luis Ayestarán que regresaba de cumplir en los Estados Unidos una misión del gobierno de Carlos Manuel de Céspedes. Parte de Nassau en el Guanahaní el 17 de septiembre y desembarca en Cayo Romano con varios marineros. Es sorprendido por tropas enemigas. Hecho prisionero fue conducido a La Habana y el 24 de septiembre de 1870 ejecutado en el garrote.

Dos nuevas expediciones se organizarán antes que termine aquel año de 1870.

Vuelve a prepararse otra heroica pero catastrófica expedición. Esta partirá desde Nassau a bordo del Salvador. La segunda, y última, expedición de aquel viejo cascarón de hierro, cuya quilla estaba corroída por el óxido. Será el Coronel Fernando López de Queralta el jefe de la expedición que ha sido costeada, principalmente, por Juan Osorio.

Los expedicionarios del Salvador han estado en contacto con el General Federico Fernández Cavada que está combatiendo en la zona de Trinidad a donde intentan llegar los nuevos expedicionarios. Antes de llegar a la costa ya está haciendo agua el barco. Perdido el rumbo se acerca el Salvador a Tallabacoa. Ya, de noche, desembarcan el capitán y los 16 tripulantes cerca de Casilda, a pocas leguas de Trinidad.

EXPEDIENTE DE ESTUDIOS DE MIGUEL Luis DE AYESTARÁN 

Y MOLINER

1. Comunicación firmada en La Habana a 23 de septiembre de 1864 acreditando haber sido graduado de Bachiller en Artes el 12 de julio de 1864, al objeto de inscribirse en los estudios de la Facultad de Jurisprudencia.

2. Informe de la Secretaría diciendo que aprobó el 2º año de Filosofía y cursado en el académico de 1863-64 las asignaturas de la 2ª enseñanza;  graduándose de Bachiller en Artes y aprobando las del período preliminar respectivo, por lo que estaba en aptitud de poderse matricular en ler. año de Derecho Civil y Canónico, según la 5ª de las disposiciones transitorias del Instituto de 2ª Enseñanza (septiembre 23 de 1864). 

3. Sufrió los ejercicios para el grado de Bachiller en Artes el 12 de julio de 1864, con la nota de Aprobado, según resulta del asiento al folio 18, número 60, del libro 1º de grados de Bachiller en Artes.

Su objetivo era enviar armas y suministros para reforzar las fuerzas del General Fernández Cavada en Las Villas. Parten Ramón Roa, Juan B. Osorio y otros junto con López de Queralta en el viejo barco Salvador (que en mayo del pasado año había traído la primera expedición de Rafael de Quesada) con un cargamento compuesto de 1,612 fusiles, 110 machetes, varias decenas de cartuchos metálicos y fulminantes, monturas y otros medios. Al no encontrar al General José Inclán que estaba supuesto a recibirlos, tras una demora de dos días desembarcan en Casilda donde son sorprendidos. Los primeros exploradores son aprehendidos y pasados por las armas en Trinidad. Unos pueden escapar y unirse a las fuerzas insurrectas, otros son capturados y fusilados.

Sin guías, sin conocer la topografía, el resto de los expedicionarios caminan sin rumbo, sin alimentos y sin agua. Apresados, todos, con excepción de cinco, murieron; unos, fusilados; otros, ahorcados; otros, combatiendo; otros, de hambre.

Las últimas expediciones de 1870 -el año que termina con la temeraria y espectacular acción de la Socapa que cubrió de gloria a Gómez y a la Brigada Cambute comandada por José de Jesús Pérez- las realiza el Capitán Lorenzo Jiménez, representante en Nassau de la Junta Central Republicana que en pequeños barcos llegaba a la Guanaja y a Sabana la Mar trayendo efectos de guerra y correspondencia .

Ha sustituido Caballero de Rodas al renunciante Domingo Dulce y le expresa a los Ministros de Guerra y Ultimar su satisfacción por los éxitos que considera haber alcanzado:

“Mi plan ha dado excelentes resultados -los rebeldes completamente dispersos- presentados en todas partes; con ellos se forman compañías de voluntarios en Cascorro y Sibanicú. Reconocida la Sierra de Najasa y muertos tres cabecillas -el general americano Jordán se ha embarcado para los Estados Unidos- La insurrección está moralmente terminada. Creo que pronto lo estará por completo». «Puerto Príncipe, 3 de abril. Caballero”.

Durante todo aquel año los cubanos han dado muestras de valor y heroísmo; los españoles, de crueldad y ensañamiento. Perucho Figueredo, el autor de nuestro himno, capturado cuando, inválido, descansaba en su rústico lecho, es llevado a Santiago, paseándolo por las calles de la ciudad, antes de fusilarlo: Sus hermanos, Emiliano y Leonardo son también pasados por las armas. Fusilan también, ese tétrico año, al Brigadier Aurrecoechea, aquel valiente venezolano que sustituyó a Grave de Peralta.

El nuevo año, 1871, no será distinto.

FIN

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