Carlos Manuel de Céspedes: De Yara a San Lorenzo

Written by Enrique Ros*

27 de diciembre de 2022

La Lealtad y la perfidia. El brigadier de Cambute. El Médico de Jiguaní

Esta obra aporta datos concretos sobre actos, algunos censurables; los más, admirables, de los hombres que participaron en aquella gloriosa gesta.

Reuniones conspirativas

(III de VI)

ALGUNOS NO PARTICIPAN

El médico Félix Figueredo no formaba parte, en los meses de agosto a octubre, de los que conspiraban en la región oriental. Era sólo un observador de aquellos hombres que arriesgaban su libertad en actividades conspirativas. Lo afirma su biógrafo que toma la información de las notas autobiográficas del médico y lo admite el propio Félix Figueredo quien «estudiaba y analizaba a los hombres que en Bayamo figuraban como conspiradores».

Información de lo que otros hacían le llegaba a través de amigos y conocidos. Observaba, pero no participaba. «Como era amigo de Francisco Vicente Aguilera, Pedro Figueredo, Esteban Estrada, Jorge Milanés, Francisco Maceo Osorio, Bello, Palma, Portuondo, Carlos Pérez, y otros se informaba plenamente de todo lo que se estaba realizando». Félix «se mostraba un tanto escéptico, él mismo lo confiesa…».

En agosto del pasado año se han producido -Félix se mantendrá alejado de ellas- distintas reuniones. Luego de la del Rompe el 3 de agosto, se produce la reunión de la hacienda Muñoz el primero de septiembre; seguirán la del primero de octubre en el ingenio «Santa Gertrudis»; la del 3 de octubre en los Caletones; la del 5 de ese mes en «El Rosario». No forma Félix Figueredo parte de ninguno de estos cónclaves. Por alguna razón -algún historiador la verificará en el futuro- los conspiradores mantienen a distancia, muy a distancia, al médico de Jiguaní.

Luego de la reunión de San Miguel del Rompe, del 3 al 4 de agosto, a la única de las varias celebradas que asistió, no le fue extendido nueva invitación. Razones habría.

Conoce el médico Figueredo el inminente estallido revolucionario de modo fortuito. Así lo admite en sus notas autobiobráficas:

«El día primero (de octubre) estando en los portales de la casa tienda del peninsular Jaime Govine, llegó el moreno Juan Antonio Fuentes, desmontándose de su caballo y me llamó a un lado, colocándonos los dos al pie de la columna que sostiene los arcos del edificio. Allí mismo me declaró el secreto del levantamiento preparado para algunos días después… me confió quienes eran los jefes de la conspiración en la Jurisdicción de Jiguaní… se despidió por último encargándome el secreto».

Veamos como el médico Figueredo admite al historiador español Antonio Pirala -que lo identifica como «un importante m.s. del campo insurrecto»- que no formaba parte de los conspiradores y que será ese primero de octubre que conoció, accidentalmente, de los planes:

«El que suscribe, ya dentro del torbellino revolucionario… sin temor a consecuencias, porque de haberlo temido le hubiera sido fácil hacer saltar a los conspiradores o detener el movimiento de rebeldía en Jiguaní desde el primero  de octubre, puesto que, no teniendo ningún compromiso con los jurados, estaba en el derecho de advertir a la autoridad, al comercio y a los españoles» lo cual hubiera sido suficiente para deshacer las reuniones de Santa Teresa y de Santa Isabel, de Pancho Aguilera, etc.

Se produce, dos días después otro casual encuentro. Volvamos a las palabras textuales de Félix Figueredo:

«Dos días después regresaba de Baire y en el punto nombrado el Yarey me detuvo otro hombre de pueblo, Miguel Guerra, jornalero de la finca Santa Teresa, de José Antonio Milanés. Hablamos dos minutos y supe que iba a correo a Baire para dar aviso a Ramón Garcés, José María Garcés, Rafael Cabrera y algunos más…. En una mano tenía yo todos los hilos que después han llegado a la grandísima guerra».

Como vemos, Félix Figueredo no fue invitado a participar en las reuniones conspirativas que se sucedían unas tras otras.

Es el 12 de octubre, está el médico de visita en casa de su buen amigo el gobernador Federico Muguruza, cuando recibe éste un telegrama solicitándole el urgente envío inmediato de soldados y cañones. Supo entonces Figueredo que se estaban produciendo importantes acontecimientos.

Éstas son, una vez más, las palabras textuales de la autobiografía de Félix Figueredo Díaz:

«Aquel telegrama tan urgente y todos los otros cabos que yo tenía me revelaron la confirmación de una parte del levantamiento».

Ha comprendido que los cubanos conspiradores no confiaban en él.

Dice así su biógrafo: «El médico hace la siguiente confesión»:

«Algunos cubanos, sin prueba de ninguna especie, hacían creer que yo era partidario de los españoles»… «Los cubanos, no quisiera confesarlo, me habían herido injustamente…».

El 13 de octubre ya la Revolución es un hecho.

Los hombres que la iniciaron marcharán hacia Jiguaní. Al fin, Félix Figueredo, hombre prudente de palabra persuasiva, se unirá a los revolucionarios.

PRIMERAS ACCIONES. INCORPORACIÓN DE 

HOMBRES CON 

EXPERIENCIA MILITAR

En la noche de octubre 12 Mármol se reúne en Jiguaní con Calixto García y otros que cuentan con unos 100 hombres. Sólo 25 tenían armas. Con ellos asalta Mármol al caserío de Santa Rita y toma la capitanía pedánea. Continúa su marcha hacia Jiguaní y, en horas de la tarde, detienen al Teniente Gobernador Capitán Federico Muguruza Lersundi, primo del capitán general de la isla, Francisco Lersundi. Mármol le encarga a Calixto García la custodia del pequeño pueblo mientras él continúa su marcha hacia Baire donde, con facilidad, ataca la capitanía pedánea. Habían sido fáciles encuentros estos primeros enfrentamientos: Santa Rita, Jiguaní, Baire.

Mientras, Vicente García se había alzado con 400 hombres en Hormiguero y ataca Tunas. Al día siguiente son los hermanos Julio y Belisario Grave de Peralta los que se levantan en Cacocún, cerca de Holguín. También lo hacen Luis Figueredo en Cauto el Embarcadero; Francisco Maceo Osorio, en Guisa y Esteban Estrada en El Dátil.

Con su hábil capacidad persuasiva logra Félix Figueredo ser invitado en Jiguaní a una de las reuniones. Así lo describe el «importante m.s. del campo insurrecto»:

«El 16 de octubre tuvo lugar una reunión de algunos de los sublevados… Allí estaban Pedro Figueredo, Cisneros y Francisco Maceo Osorio, los dos abogados; Calixto García, Miguel A. Bárzaga que sólo se entretenían en repetirse las mismas preguntas. Se le ocurrió (al «importante m.s.») llamar la atención y reclamar un momento de silencio para hacer algunas advertencias, seguidas de una proposición que creía indispensable para la marcha de los asuntos que tanto los preocupaba, y como el abogado Francisco Maceo le interrumpiera… para preguntarle que con qué derecho quería usar de la palabra cuando no se le había visto nunca en ninguna de las reuniones de la víspera. La proposición,  (de Félix Figueredo) dicha en el buen sentido, no fue tomada en consideración ni siquiera discutida».

El extenso testimonio del «importante m.s.» reflejaba la auto suficiencia conque siempre se expresaba el médico de Jiguaní:

«Después que estuvieron en aquella casa 3 ó 4 horas reunidos para pasar el tiempo dándose aires de generales, sin acordar proyecto de gobierno alguno ni si debían volver a reunirse para deliberar sobre lo porvenir para dar cuenta al país en cualquier tiempo, Pedro Figueredo llamó a su criado al pie de su caballo para marchar a reunirse con su familia que la tenía en el ingenio Las Mangas».

«Luego le siguió Francisco Maceo Osorio, al que hubo de acompañar M. Bárzaga y otros. Después marchó Mármol para Santa Teresa y Bayamo con sus ayudantes; atrás Calixto García que estaba desempeñando el gobierno militar en aquella plaza que delegó en su primo Manuel Fernández mientras durase su ausencia, lo que, visto por el autor de la proposición, lo hizo salir de aquella casa para volver a la suya haciendo mentalmente algunas reflexiones, en verdad poco favorables para aquéllos que se habían hecho responsables de remover un pueblo sin conocimiento suficiente de lo que era una revolución».

El auto elogioso médico de Jiguaní propuso la solución más conveniente para evitar aquella crisis. Veámosla en palabras que le expresa a Pirala:

«Hubo de volver (Félix) Figueredo sobre el ánimo del General Marcano para que mandase comisión del General Mármol a Fernando de la Vega, al Hato de la Virgen, en terrenos de Guaninao, donde debía buscar los medios de ponerse en comunicación con el teniente pedáneo Jesús Pérez para hacerlo entrar en las filas de la insurrección con toda la gente que a sus órdenes tenía armadas por los del comercio del Cobre y por los dueños de las fincas de café cuya conducta, por demás importantísima por los recursos que brindaban. La preferencia de Figueredo sirvió para que Marcano pasase a conferenciar con Mármol hasta que consiguió que saliese a las pocas horas acompañado de dos de sus ayudantes… en busca del sitio designado para establecer la entrevista» con Pérez.

(Continuará la semana próxima)

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