La Lealtad y la perfidia.
El brigadier de Cambute. El Médico de Jiguaní
Esta obra aporta datos concretos sobre actos, algunos censurables; los más, admirables, de los hombres que participaron en aquella gloriosa gesta.
Se extiende la insurrección
(VII de VIII)
Llegan, también, en el Perrit dos primos venezolanos, José María Aurrecoechea y Cristóbal Acosta; el primero se cubrirá de gloria; Acosta, aguerrido y valiente, será una figura controversial. A ambos nos referiremos con amplitud.
Quesada y su escolta llegan el 18 al Júcaro, donde se encontraban los expedicionarios. En las operaciones participa otro joven de 17 años, Francisco Leyte Vidal, que el 27 de octubre del pasado año se había incorporado a las fuerzas del General Julio Grave de Peralta y que el 15 de diciembre en la acción de Yabazón Arriba, cerca de Holguín, fue ascendido a cabo. Otro Cabo, Quintín Banderas, estará entre los cubanos que protegen el desembarco del Perrit.
Al concluir aquella operación regresa Leyte Vidal con las tropas de Donato Mármol a la División Cuba que «en aquellos momentos estaba integrada por unos 400 hombres (Brigada de Cambute), al mando de José de Jesús Pérez, y 4 columnas mandadas por los coroneles Policarpo Pineda, Rustan, secundado por Guillermón Moncada con 150 hombres; Camilo Sánchez, y Paquito Borrero, con 152 hombres; Nicolás Pacheco, y Silverio del Prado, con 86 hombres; y Antonio Maceo, que secundado por Pepe Cortés, tenía 187 hombres».
Desembarca Jordán en el Perrit al mes de terminada la Convención de Guáimaro en la que la máxima dirección de la revolución quedaba en manos de la Cámara de Representantes. Conducía el Perrit 4 mil fusiles, 800 mil proyectiles, 12 piezas de artillería, fulminantes, plomo y pólvora para fabricar balas. La embarcación había salido de Nueva York el 4 de mayo. Ya se habían desembarcado 2,400 fusiles, las 12 piezas de artillería, y gran cantidad del parque cuando se produce un violento encuentro con tropas españolas y pierden los expedicionarios gran parte del armamento que pueden luego recuperar en fiero contra ataque.
El ataque de los insurgentes forzó la retirada de las fuerzas españolas que abandonaron las armas recién capturadas. Ya, para entonces, se concentraban las fuerzas comandadas por Manuel de Quesada, Donato Mármol y el propio Julio Grave de Peralta.
CONFLICTO ENTRE
JORDÁN Y GRAVE DE PERALTA
Se producía una grave situación que conducirá a graves conflictos: Las fuerzas aguerridas, pero indisciplinadas y carentes de entrenamiento dirigidas por Grave de Peralta quedarían bajo el mando de dos altos oficiales, Quesada y Jordán, educados en las academias militares de Estados Unidos y que habían comandado, con el rigor necesario, tropas en esta nación. Encargado Grave de Peralta del traslado de las armas no pudo mantener control sobre ellas cuando, en su busca, llegaban centenares de insurrectos desde Tunas, Jiguaní, Santiago de Cuba y de la propia jurisdicción de Holguín.
A los pocos días, el 28 de mayo, Jordán le escribe a Francisco Javier Cisneros, jefe civil de la expedición que el General Quesada lo había hecho jefe del ejército en el Departamento Oriental, y vuelve a escribirle quejándose de que lo habían situado en una posición distinta a la que le habían ofrecido (que era ponerlo directamente a las órdenes de Carlos Manuel de Céspedes) y que observaba «celos y divisiones entre los generales y jefes de esa región».
Céspedes conoce, por copia de la carta que Francisco Javier le hace llegar, de esta queja de Jordán y, por la Circular No. 47 de junio 11, lo nombra Jefe de Operaciones, pero no recibe Jordán el material necesario y marcha hacia donde se encuentra Céspedes y le presenta su renuncia como Jefe de Oriente. Las operaciones no se detienen. Céspedes designa a Francisco Vicente Aguilera para sustituir al dimitente Jordán.
Culpará Jordán a Julio Grave de Peralta, Jefe del Distrito de Holguín, de no haberle ofrecido el respaldo esperado. Julio no era un improvisado; con su hermano Belisario se había sublevado el 14 de octubre de 1868 en la ribera del Cauto y participado en el sitio de Holguín.
Otro cubano que habrá de sobresalir en la Gran Guerra, Enrique Collazo Tejada, nacido en Santiago de Cuba el 28 de mayo de 1848, se enroló como soldado en la expedición del Vapor Perrit que desembarcó el 11 de mayo de 1869 por la Península el Ramón, en la bahía de Nipe, bajo el mando del General Thomas Jordán. Cuatro días después participó en el combate de Canalito. Fue nombrado jefe de la Compañía de Bijarú, en Holguín. Después del ataque a La Cuaba, el 7 de junio de 1869 marchó a Báguanos para curarse de una herida de bala que se le había infestado. Posteriormente se le confió el mando de la Compañía de Bijarú, la división de Holguín.
El 9 de julio (1869) queda dividida la República en Armas en cuatro Departamentos y se da a conocer la Ley de Organización Militar, que dispuso la formación de tres Divisiones bajo el mando de Quesada. La primera División, de Camagüey, a las órdenes del Mayor General Ignacio Agramonte que debía constar de seis brigadas de a tres batallones y seis compañías. La segunda, de Oriente, comandada por el Mayor General Tomás Jordán, había de componerse de tres brigadas a las órdenes de los Generales Donato Mármol, Luis Marcano y Julio Peralta y la tercera, de Las Villas, a cargo del Mayor General Federico Fernández Cavada constituida por tres brigadas comandadas por los Generales Honorato Castillo, Salomé Hernández y Adolfo Cavada.
Apunta Pirala que de los jefes nombrados sólo Quesada, Jordán, los Cavada, Manzano y Salomé Hernández habían servido en los Ejércitos de las Repúblicas Americanas; con graduación inferior se hallaban otros pocos en el mismo caso como los hermanos Marcano, Modesto Díaz y Máximo Gómez quienes procedentes de la tropa de Santo Domingo residían en Cuba.
Tomó parte Julio en varias pequeñas acciones, recibiendo-instrucciones, como hemos visto, de proteger la recepción de materiales y a los hombres que venían en el «Perrit» . El desembarco concluyó, intempestivamente, en la madrugada del 13 de mayo cuando el capitán de la nave, temeroso de ser descubierto por un guardacosta enemigo, se alejó definitivamente de las costas cubanas llevándose en las bodegas del Perrit gran parte de los equipos militares.
Thomas Jordan responsabilizó a Grave de Peralta de este grave inconveniente y de no haber ejercido suficiente control sobre parte del equipo desembarcado que desapareció en manos de fuerzas ajenas. La situación de Grave de Peralta se había agravado cuando designó, como Jefe y Segundo Jefe de las fuerzas por él comandadas, a sus hermanos Francisco y Manuel, y a otros familiares en posiciones de mando. Se le siguió por esto un proceso en el que fue absuelto. Máximo Gómez fue designado por Francisco Vicente Aguilera para hacerse cargo de los cambios que deben realizarse en la División de Holguín, y se nombra a Grave de Peralta como segundo jefe de aquella división a las órdenes del propio Gómez. Surgen luego varias fricciones entre Grave de Peralta y distintas figuras del gobierno.
Grave de Peralta no se afectó por la decisión del nuevo jefe de la División Cuba: «Recibió afablemente a Gómez, a quien acompañó en la primera excursión de éste por el territorio holguinero, pero con la reputación que ya Gómez se había ganado de jefe exigente, mantenedor de una disciplina rigurosa y en actividad constante contra el enemigo, no se le recibió bien, en general. Tuvo, pues, que apoyarse militarmente en los 200 hombres, bien fogueados con quien contaba, de Jiguaní, y en su segundo en el mando, jefe de toda su confianza, el Brigadier Calixto García» (Ramiro Guerra, Tomo II – obra citada).
La Cámara da un nuevo paso. Destituye a Julio Grave de Peralta de su cargo de jefe de la División de Holguín por el apoyo que le dio a Céspedes y a Manuel de Quesada en sus diferencias con la Cámara. Y por sus manifestaciones de colocar la División de Holguín a la disposición de Céspedes frente a aquel cuerpo legislativo compuesto ya tan sólo de 9 miembros hostiles al Presidente.
El 22 de julio por una comunicación de Francisco Maceo Osorio, Secretario de Guerra, se le ordenaba entregar el mando al general José M. Aurrecoechea. Al ser destituido se le inició un expediente gubernativo. Días después, el gobierno decidió enviarlo al extranjero en una comisión encabezada por José M. Izaguirre, hombre de confianza de la Cámara. En febrero, en Barrancas, tiene Grave de Peralta una extensa entrevista con Gómez.
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