Carlos Manuel de Céspedes: De Yara a San Lorenzo

Written by Enrique Ros*

7 de marzo de 2023

Se extiende la insurrección (V de VIII)

COMPRAREMOS CON LÁGRIMAS Y CON SANGRE LA LIBERTAD Y LA 

JUSTICIA

En la sesión inaugural varios solicitaron que la Cámara manifestase a los Estados Unidos el deseo del pueblo cubano de ver colocada a la isla entre los estados de la federación norteamericana. Sometida la idea al estudio de una comisión, el 13 de abril se declaró conforme con la solicitud.

Pero en la exposición del 17 de abril quedaba expresada la aspiración fundamental de la Cámara de Representantes que el 16 de ese mes la Cámara había dirigido a la Cámara de Representantes de los Estados Unidos.

«El pueblo de la isla de Cuba, apela hoy ante la República de los Estados Unidos para que las injusticias y las iniquidades de España sean juzgadas y condenadas; para que no trate de imponerse un gobierno por la fuerza de la violencia, para que no se manche el hemisferio americano con las torpezas de una guerra vandálica o con la continuación de un régimen cruelmente despótico».

«Ante Dios y los hombres invocamos, por lo tanto, solemnemente el apoyo desinteresado del pueblo y del gobierno de la Unión Americana; si nuestra querella no fuera atendida, (nos comprometemos) a poner entonces toda nuestra confianza en el cielo y a comprar con lágrimas y con sangre la libertad y la justicia».

El número de Representantes, originalmente 14, se elevó a 25 cuando se integraron a ella Luis Ayestarán, Marcos García, Fernando Fornaris, Tomás Estrada Palma, Juan Bautista Spotorno, Luis Victoriano Betancourt, Ramón Pérez Trujillo y Rafael Morales. («Guáimaro», Néstor Carbonell y E. Santovenia).

Posteriormente algunos representantes abandonaron sus cargos. Algunos para integrarse al Ejército Libertador. Otros, por distintas razones.

Uno de ellos es Rafael Morales González (Moralitos), aquel recién graduado universitario que, junto a otros brillantes jóvenes había desembarcado en el Galvanic con el General Manuel de Quesada e, incorporado a la revolución, sería primero Secretario de la Corte Marcial que juzgará a Napoleón Arango, y, luego, miembro y Secretario de la Asamblea de Guáimaro (Julio 26, 1869) y, después, Secretario del Interior (febrero 28, 1870) en la presidencia de Céspedes. Posición a la que renuncia para reincorporarse a la Cámara.

Agramonte es nombrado General en Jefe del Departamento de Camagüey. De inmediato se enfrenta el 3 de mayo al brigadier Juan Lesea en Cejas de Altagracia que cuenta con fuerzas superiores. Lo derrota. Comienza la hermosa leyenda del Bayardo de la Revolución.

Mientras en Guáimaro los fundadores de la patria -muchos formando parte del Ejército Libertador- elaboran las bases constitucionales en que habrá de descansar la República en Armas, la emigración participa también, con entusiasmo y efectividad, en aquellos esfuerzos.

Así, el 11 de mayo (1869), organizada por Francisco Javier Cisneros, parte el Perrit hacia Cuba con 188 expedicionarios; dos días después zarpará de Nassau la primera expedición del Salvador con 129 hombres comandados por Rafael de Quesada, y el 31 del propio mes partirá de Green Key, Bahamas, el Grapeshot trayendo como jefe de tierra a Francisco León Tamayo. A estas tres expediciones del mes de mayo nos referiremos en próximas páginas.

Valmaseda actúa con todo el rigor que lo habrá de distinguir en esta cruenta lucha. En marzo ha dictado la primera de las varias condenas a muerte que cubrirán de gloria el expediente de los Maceos. José Maceo participa, junto con el brigadier Jesús Pérez, y a las órdenes de Donato Mármol, en el asalto a Jiguaní. Para finales de aquel año ha combatido en Mejía, Júcaro, Arroyo Blanco y en El Ramón, la finca de Jesús Pérez donde, militarmente, se formaron tantos hombres de su brigada. Maceo, en aquel momento, era un simple cabo, su participación en estos encuentros le ganan su ascenso a sargento.

Ocupado el Cobre por los insurrectos, ordena Gómez retirarse al interior llevándose los cañones que habían conseguido.

Uniendo sus hombres, Máximo Gómez, Modesto Díaz y Luis Figueredo marchan hacia Jiguaní, Bayamo y Manzanillo. Para atacar a la primera población, confía Gómez en las aguerridas fuerzas del Coronel José de Jesús Pérez que se les unen en las inmediaciones de Charco Redondo.

El 8 de febrero de 1869 Mármol, acompañado de los generales Máximo Gómez y Calixto García y otros connotados jefes de la División Cuba inicia el ataque a la plaza de Jiguaní. El ataque -luego de tomada brevemente la población por los cubanos- fracasó, a los tres días de lucha, al no ser hostilizada por Vicente García la columna española que procedente de Bayamo venía en auxilio. Mármol marchó hacia la jurisdicción de Cuba. Máximo Gómez se mantuvo en el sur de Jiguaní, y el médico Félix Figueredo se retiró a la finca El Ramón, propiedad y centro de operaciones de Jesús Pérez, junto al río Caney.

Lersundi, sintiéndose incompetente para enfrentarse a la crítica situación pedía ser relevado de su cargo, pero antes, pensando en cortar el rápido crecimiento de la insurrección decidió la creación de nuevos Cuerpos de Voluntarios en todas las poblaciones de la isla.

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