Calixto García

Written by Libre Online

1 de agosto de 2023

Por Miguel Coyuela (1939)

Ciento ochenta y cuatro años nos separan de la fecha en que una madre ofreció a Cuba el obsequio de un hijo extraordinario: Calixto García. 

En horas como las presentes, confusas y llenas de groseros positivismos e insinceridades bochornosas, la celebración de un aniversario glorioso embellece con magníficos destellos el panorama gris.

En determinadas circunstancias, las fuerzas espirituales pueden mucho. Una tumba tiene a veces virtudes purificadoras. Sentirse ligado a los muertos ilustres por un vínculo amoroso, es entregarse al culto de la patria bajo la influencia de generosa admiración.

La memoria de Calixto García merece el homenaje de los cubanos. Porque hijos nobles e insignes ha tenido Cuba, pero entre ellos se destaca–por sus cualidades y merecimientos–el gran patriota, el gran estratega que naciera el 4 de agosto de 1839 en Holguín.

No basta la plana de una revista para concretar, siquiera en sintéticos apuntes biográficos, la historia, a la vez útil y brillante, del indómito hijo de Oriente. Estas líneas serán pues, trazos ligeros, sin pretensiones de que se acerquen a la sombra de una biografía.

Calixto García se incorporó de los primeros a las fuerzas revolucionarias de 1868. Joven perteneciente a familias de prestigio, desde las horas iniciales de su alzamiento dio pruebas de espíritu y condiciones asombrosas. Tuvo por maestro –como Antonio Maceo– al estupendo Máximo Gómez; pero si triunfaron las enseñanzas tácticas y estrategias del genial hijo de Santo Domingo, no contribuyeron poco al éxito del heroico aprendizaje la inteligencia y valentía del subalterno destinado a glorificarse más tarde en Loma de Hierro, Guisa, Guáimaro y Victoria de las Tunas.

Entre los episodios que abrillantan la llamada Guerra de los Diez Años, hay uno de especialísimo relieve: aquel en que luce majestuosa la arrogante figura de Calixto García poniéndose el revólver debajo de la barba y disparando, al verse indefenso en un cerco de soldados españoles. Herido y prisionero, llevaba en su amplia frente –como un sello de gloria– la milagrosa e imponente cicatriz.

En 1879, durante la nueva jornada emancipadora conocida por Guerra Chiquita, vuelve a destacarse él como un acérrimo partidario de la independencia de Cuba; y después de la desventurada intentona, reside algunos años en España, estimado entre los mejores círculos sociales madrileños y siempre abrigando la esperanza de que logre Cuba su libertad.

Un día Martí dijo a sus compañeros del Partido Revolucionario Cubano que estaba jubiloso: había logrado el apoyo de los tres jefes de la Guerra Grande con quienes él imaginativamente constituía lo que llamaba “el triángulo de la victoria”: Máximo Gómez, Antonio Maceo y Calixto García.

En tres expediciones distintas llegan los paladines. Ya en tierra cubana –peleando, venciendo– Gómez y Maceo, la Revolución se siente militarmente fortalecida y los jefes españoles comprenden que algo serio ha pasado en las comarcas orientales: es que ha asumido la jefatura del Departamento de Oriente Calixto García.

Terminada la invasión y evidente sus consecuencias militares, el Gobierno de España trata de entorpecer con vigorosas acumulaciones de fuerzas los planes de Máximo Gómez y Antonio Maceo en el centro de la Isla y sus provincias occidentales; pero pronto reacciona, alarmado y desiste de extraer más tropas de Oriente y Camagüey. Es que Calixto García ha emprendido la que él denomina guerra de grandes concentraciones; he imponiendo al enemigo la táctica defensiva de gruesos destacamentos y columnas, ha dificultado el envío de refuerzos españoles a las zonas centrales y de Occidente.

En la campaña de 1895 aprovecharon los cubanos las enseñanzas de 1868. Como lo previera el Apóstol, las tres grandes figuras militares por él coordinadas se completaron. 

Junto a Máximo Gómez, Antonio Maceo y Calixto García figuras extraordinarias de Cuba y América–, se hicieron jefes y oficiales magníficos muchos mambises jóvenes. Aquellos tres caudillos inolvidables poseían talento, bravura, aptitudes superiores para el mando y magnetismo personal.

Declarada la guerra por Estados Unidos a España–en pro de la independencia de Cuba–los prestigios de Calixto García se acrecentaron. Sus planes sirvieron de base a la acción yanki. Sus hombres lucharon y cayeron como leones. De haber seguido su pauta integralmente el general Shafter, no hubiese costado tantas vidas norteamericanas en Santiago la operación.

Hombre de sólida cultura, deleitaban sus relatos cuando lo permitía algún breve reposo. Y aunque de supremo rango en la milicia, pues sucedió a Maceo como Lugarteniente General, fue siempre un devoto de la autoridad civil.

Falleció el 11 de diciembre de 1898 en New York, laborando por Cuba. El rudo golpe fue sufrido abnegadamente por este pueblo que recuerda con orgullo a uno de sus más insignes patriotas.

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