El Mayor General del Ejército Libertador, Calixto García Íñiguez, nació el 4 de agosto de 1839 en la provincia de Holguín. Es considerado uno de los grandes hombres de la historia de Cuba, por su amplia trayectoria al servicio de la Patria.
Hijo de Ramón García y González y de Lucía Íñiguez y Landín. Nacido en el seno de una familia de ascendencia soriana por línea paterna, dedicada al comercio, el traslado de la residencia de sus padres a Jiguaní hizo que viviera en este lugar la mayor parte de su infancia, de su adolescencia y de su juventud.
Se casó el 11 de agosto de 1862 con Isabel Vélez y se dedicó a la agricultura y a la explotación de un tejar, en la pedanía de Santa Rita.
Pronto figuró entre los más decididos partidarios de la independencia de Cuba, conspirando a favor de esta causa junto con Francisco Vicente Aguilera y otros.
Cuando Carlos Manuel de Céspedes se alzó contra España, el 10 de octubre de 1868, Calixto García se sumó al levantamiento tres días más tarde, a las órdenes de Donato Mármol, pasando a mandar el Regimiento de Jiguaní. Tenía entonces veintinueve años, tres hijos, una mediana propiedad de siete caballerías de tierra, otras tantas yuntas de bueyes, media docena de caballos, dos carretas, el ya citado tejar y dos esclavos, a los cuales otorgó rápidamente la libertad. A partir de aquí su vida, su familia (que se iría incrementando con nuevos hijos) y cuanto tuvo quedó al servicio de la causa por la independencia cubana.
Hizo sus primeras armas en Jiguaní y prosiguió la guerra, en incesante actividad, en Bayamo, Holguín, Auras, Manzanillo, Las Tunas, etc. Como segundo de Máximo Gómez y jefe de su Estado Mayor jugó, desde el principio, un papel destacado en la lucha contra los españoles. En julio de 1869 ostentaba ya el grado de general de Brigada. Unos meses después, en enero de 1870, resultó herido en un brazo, en combate desarrollado en el lugar conocido como la Cruz de Piedra. Aunque las secuelas fueron relativamente graves, esta circunstancia no le impediría continuar en campaña y en abril de ese año fue nombrado segundo jefe del distrito de Holguín, aunque la muerte de Donato Mármol, ocurrida poco después, le llevó a encargarse de la División que comprendía las jurisdicciones de Jiguaní, el Cobre, Cuba y Guantánamo.
Mientras, en agosto del mismo 1870, su mujer y el resto de su familia fueron detenidos por las autoridades españolas y enviados a La Habana, desde donde acabarían por abandonar la isla con destino a Estados Unidos, primero a Florida y después a Nueva York.
La guerra seguía un curso no demasiado favorable para los insurrectos. En diciembre, el conde de Balmaseda daba por pacificada la Gran Antilla, aunque, ciertamente no era así y la lucha continuaría durante otros ocho años.
El arribo de armas y pertrechos llegados de Estados Unidos permitiría a los revolucionarios relanzar nuevas operaciones a lo largo de 1871 y Calixto García combatió en diversos escenarios: Baire Arriba y otra vez Jiguaní. A comienzos de 1872, en unión de Máximo Gómez, intervino en el ataque a La Guisa y en marzo destruyó el poblado de Sao de Arriba. Dos meses más tarde era ascendido a mayor general.
Sin embargo, las tensiones entre Máximo Gómez y el presidente Céspedes ponían en peligro la causa de la revolución. La destitución de aquél convirtió a Calixto García en máximo responsable de la contienda en el Departamento Oriental. Su acometividad y movilidad le permitieron obtener no pocas victorias sobre las tropas españolas: Rejondón de Báguanos, Sama, Cupayae, de nuevo La Guisa… No obstante, García, consciente de la necesidad de evitar la disidencia en el campo revolucionario, no pararía hasta obtener la reposición de Gómez en el mando.
Nuevos combates aumentaron su prestigio durante el resto de 1872 y 1873. Pero la crisis derivada de la rivalidad entre los dirigentes revolucionarios continuaba larvada y la pugna política culminaría con la destitución de Céspedes.
El 27 de octubre de 1873 en el campamento de García, en Bijagual, se reunió la Asamblea que, presidida por Cisneros Betancourt, depuso al hombre que había iniciado en la Demajagua la lucha por la independencia de Cuba.
Convertido en árbitro de la revolución, Calixto García alternó éxitos y fracasos en el campo de batalla durante los meses posteriores. El 5 de septiembre de 1874 fue sorprendido por tropas españolas, al mando del teniente Ariza, en San Antonio de Bagá.
Participó en las tres guerras por la independencia, iniciándose en la Guerra de los Diez Años a la cual se sumó el 13 de octubre de 1868, alzándose en la Finca Santa Teresa, en Jiguaní, acompañado de otro destacado combatiente, Donato Mármol.
Por sus méritos en la contienda fue ascendiendo de grado militar, hasta convertirse en jefe del Estado Mayor del General Máximo Gómez, mientras este dirigía la División de Holguín. Fue también sustituto del Generalísimo, quien lo reconoció como estratega por sus actitudes para planificar batallas y provocar derrotas al enemigo.
Tiene García Iñiguez en su haber, protagonizar decenas de combates, entre los que se destacan, Baire, Buey Arriba, La Güira, Guisa, Jiguaní, entre muchos otros desarrollados en la región.
Luego de la gesta de los Diez Años, en 1878, vendrían escaramuzas combativas en las que dignos patriotas como el Titán de Bronce Antonio Maceo y el reconocido León de Holguín, Calixto García, no cejarían en su empeño de seguir luchando contra el colonialismo español que mantenía subyugada a la Isla.
Los criollos entonces sufrían vejámenes y discriminación en su propia tierra y un grupo considerable de estos había decidido alzarse en armas contra el dominio extranjero, representado por la Metrópoli española.
La continuidad de la epopeya emancipadora se retoma a partir del 24 de febrero de 1895 con alzamientos en diversos puntos del territorio, el más mencionado, el Grito de Baire, contribuyen al inicio de la Guerra Necesaria la cual tuvo mayor organización y unidad. En esta ocasión la contienda contó con la fundación del Partido Revolucionario Cubano erigido por el apóstol José Martí, y cual como ente rector aglutinaría todas las fuerzas insurgentes, a los veteranos del 68, y a los pinos nuevos.
Calixto fue designado jefe del Departamento Oriental en abril de 1896, y herido en el combate de Cruz de Piedra siguió incursionando en la zona de Guantánamo. Lugares como Los Moscones, Belleza, La Gloria, Yerba de Guinea, y el fuerte de San Marcos en Loma de Hierro son testigos también de su impronta como incansable guerrero anticolonialista.
Participó además en octubre de ese año, en la toma de Guáimaro en Camagüey, sitio desde donde regresa al extremo oriental para asumir la cruzada de desgaste del enemigo, asaltando los suministros en las plazas de los peninsulares, las cuales luego de sitiarlas, las tomaban. Así contribuyó a desarticular las huestes españolas, al tiempo que también operaba con tenacidad en Bayamo, Manzanillo, Las Tunas, Palma Soriano, y Niquero, entre otros territorios.
Luego de la muerte del Mayor General Antonio Maceo, el 7 de diciembre de 1896, es nombrado Lugarteniente General del Ejército Libertador, combatiendo a los invasores sin tregua hasta 1898, momento en que EE.UU. con el pretexto de la voladura del Acorazado Maine se introduce en el conflicto y se produce la Guerra Hispano Cubano- Norteamericana. En ese contexto y por parte de los mambises García Iñiguez dirigió la Campaña de Santiago de Cuba, impidiendo con ello que las tropas españolas acudiesen con refuerzos a la ciudad.
La posterior decisión de los norteamericanos de impedir la entrada de los mambises después de conquistada la victoria, provocó su renuncia al cargo de jefe del Departamento Oriental, decidiendo marchar con sus tropas hacia Jiguaní. Y el 17 de julio escribe su carta de renuncia al General William Rufus Shafter que comanda las tropas estadounidenses, y a quien expone con determinación las intenciones que avizora sobre la ocupación de Cuba.
Resulta imposible estudiar la epopeya de las gestas emancipadoras protagonizadas por los mambises en el siglo XIX, sin abordar el accionar aguerrido de Calixto García Iñiguez, su estrategia e intrepidez en cada combate ante las huestes españolas. Durante las tres guerras demostró su experiencia en táctica militar, adquirida en gran medida de manera autodidacta, y con el fogueo de las batallas.
Es considerado también el oficial del Estado Mayor del Ejército Mambí que más utilizó la artillería, demostrando su dominio durante la preparación de las campañas combativas a los cuales dedicó especial atención en cuanto a planificación, preparación de las tropas y el uso de mapas, conceptos técnicos y balísticos apropiados.
Muere enfermo de pulmonía el 11 de diciembre de 1898 en el distrito de Columbia, en Washington.
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