BOBBY MADURO y su lema:  “Un paso más y llegamos”

Written by Alvaro J. Alvarez

4 de abril de 2023

Roberto Maduro de Lima, más conocido como Bobby Maduro nació el 27 de junio de 1916 en La Habana. La familia Maduro era de origen judío sefardí. Su padre Salomón Mozes Levy- Maduro (Momón) nació en Curazao en 1890. Su madre también nació en Curazao en 1890 y se llamaba Abigail Abinun de Lima. Su única hermana Adrianne “Adriana” (1918-2010).

Como otras muchas familias sefardíes los Maduros fueron de Portugal a Francia y luego, a partir del siglo XVII, a los Países Bajos (Holanda). En Amsterdam se unieron a la familia Levy por matrimonio y el apellido pasó a ser Levy Maduro. En 1672, los descendientes fueron a las Antillas Holandesas, sobre todo a Curazao donde aún existe la sinagoga más antigua del hemisferio occidental construida en 1732 y de allí a varios otros lugares de América Central y el Caribe.

La comunidad judía de Curazao está tan arraigada que el idioma local de la isla, el papiamentu, mezcla de español, portugués, holandés, africano, contiene docenas de palabras de origen hebreo.

Maduro Holding B.V. es la sociedad de cartera del Grupo Maduro, una empresa del Caribe Holandés con intereses en servicios de transporte marítimo, logística y bienes raíces.

La empresa fundada en 1837 por el abuelo de Bobby, S.E.L. Maduro como una empresa 

comercial entre puertos locales del Caribe. Tras la apertura del Canal de Panamá y el descubrimiento de petróleo en el área de Maracaibo, el puerto de Willemstad se convirtió en un importante centro energético y durante la Segunda Guerra Mundial, el puerto fue el principal proveedor de combustible de la Royal Air Force durante la Campaña del Norte de África y sigue siendo un importante centro de refinación.

Después que Cuba obtuvo su independencia en 1902 y la industria azucarera se expandió, hubo una ola pequeña pero notable de inmigrantes sefardíes. En 1918, había unos 1,000 judíos en Cuba.

El padre de Bobby, “Momón” Maduro, como nació en Curazao, fue educado tanto allí como en los EE.UU. Los sefardíes mediterráneos hablaban ladino, la lengua de influencia hebrea que les ayudó a adaptarse a la vida en Cuba más fácilmente. Los judíos que llegaron a Cuba desde Curazao no hablaban ladino, sino papiamento.

En 1959, la comunidad judía cubana alcanzaba los 12,000 miembros. Los sefardíes de Curazao no tenían nada en común con este último grupo ni con otros sefardíes provenientes de la región mediterránea. La familia Maduro no fue observadora y Bobby tampoco. En Cuba no pertenecían a ninguna sinagoga específica. Bobby y su hermana se convirtieron al catolicismo temprano en sus vidas. Además del español, la familia hablaba inglés y francés, el primer idioma de Abigail. Había vivido en Francia en sus primeros años.

Salomón Levy Maduro (no se sabe con certeza cuándo la familia dejó el Levy) llegó a La Habana en 1914 con Abigail. El primer trabajo que se le conoce fue de colono de caña de azúcar dueño de la finca Los Cocos de 90 caballerías (3,000 acres) en el Central Cunagua (situado a 35 km al Este de Morón) era el sexto más grande de Cuba por su capacidad de molienda ascendente a 600,000 arrobas de caña diarias y el 3er. mayor propietario de tierras, pues controlaba 4,815 caballerías. Tenía, además, su propio aeropuerto.

Propiedad de la American Sugar Refining Company (ASR), conocida por la marca Domino.

En 1920 su revista interna mencionó a la familia Maduro (Momón, Abigail, Bobby y Adrienne) además describían relatos sobre los juegos de béisbol que se jugaban en su Estadio, probablemente allí fue donde Bobby jugó pelota por primera vez, porque la familia Maduro pasaba un tiempo allí y en La Habana, aunque muchos de los veranos se iban para Francia. 

Jorge Maduro tiene muchos recuerdos de la familia viviendo en la finca de Cunagua. Dice que su padre hasta se ponía a estibar sacos de azúcar.

Momón ingresó al negocio de seguros en 1926, como agente general de London Guarantee and Accident Co. hasta 1930. A partir de 1928, se convirtió en gerente general de la Cubana de Fianzas (Cuban Fidelity Company) luego ascendió hasta convertirse en el presidente de la compañía de 1942 a 1958.

Bobby hizo sus estudios secundarios en el Colegio Asheville, escuela privada en Carolina del Norte, por eso hablaba inglés sin acento. Luego ingresó en septiembre de 1934 en la Universidad de Cornell, pero al fallecer su tío Elías (1902-1936), dejó Cornell sin terminar su carrera de ingeniero para ayudar a su padre Salomón, en el negocio familiar.

Bobby jugó primera base del equipo de béisbol amateur de los Marqueses del Vedado Tennis Club, que vestían de azul y blanco como los Dodgers de Brooklyn. 

El 28 de enero de 1940, contrajo matrimonio con Isolina Olmo Fernández-Garrido, conocida por el sobrenombre de “Fufila”, una de las muchachas más bellas de la Isla. Isolina nació el 7 de junio de 1919 y falleció en 1974. Tuvieron 8 hijos: Roberto Jr. (1940-2006), Felipe (falleció en 1954 de leucemia), Adela († 2004), Jorge (1947), Beatriz, Rosario, Alberto e Isabel. 

La familia Maduro Olmo, vivía en la calle J #302 y 15 en el Vedado. Cinco hijos viven todavía.

El 17 de abril de 1946 debutó el equipo Havana Cubans en el Estadio La Tropical, con la novedad de ser el primer partido de béisbol que se jugaba oficialmente bajo la luz artificial de los 288 bombillos distribuidos en las ocho torres. Le ganaron 5×4 a Miami Beach (los otros cinco equipos eran: Fort Lauderdale, Lakeland, West Palm Beach, Tampa y Miami SunSox). Desde 1946 a 1950 la Liga Internacional de La Florida era de Clase C. Luego de 1951 a 1953 fueron Clase B. Esos ocho años participaron como Havana Cubans.

Fue un equipo cubano fundado por el cazatalentos o scout, Joe Cambria, el millonario George P. Foster y los cubanos Baldomero “Merito” Acosta y Bobby Maduro. 

Los Havana Cubans fue el único equipo cubano que no contó con jugadores negros, prohibidos en la Liga de Florida. Esto fue posible gracias a la firma de un documento entre la Liga Cubana y la Asociación Nacional de Ligas Menores, que permitió la permanencia del club habanero en ese torneo.

Ganaron dos campeonatos consecutivos en 1947 y 1948. En aquella época estaba afiliado a los Senadores del Washington.

En 1947 se mudaron para el Gran Estadio de La Habana (o del Cerro) con una capacidad para 30,000 fanáticos, que había sido inaugurado el 26 de octubre de 1946, con un juego entre el Almendares y el Cienfuegos. 

El Gran Estadio representó un gran sueño para Miguel Suárez y Bobby Maduro, e impulsaron el proyecto hasta su finalización frente a todo tipo de peligros. Las dificultades de 

construcción, los problemas laborales y los costos de montaje elevaron su gasto a $1,800,000 cuando pensaban gastar un millón.

Antes de la temporada invernal 1949-50, Maduro se convirtió en copropietario del equipo Cienfuegos en la Liga Invernal Cubana, junto con Luis Parga y Emilio de Armas (los tres eran dueños en sociedad de Tarín Sports, venta de artículos deportivos, en la calle O’Reilly #517.

El 4 de mayo de 1953, Maduro pasó a ser propietario mayoritario de Havana Cubans, cuando compró las acciones de Clark Griffith por unos $40,000 dólares, Baldomero “Merito” Acosta retuvo una participación del 20%. Cabe señalar que los cubanos tuvieron que abrir esa temporada jugando en Key West porque Joe Cambria no pudo llegar a un acuerdo con Bobby sobre el contrato para poder jugar en el Gran Estadio del Cerro. 

El presidente de la Liga, Phil O’Connell, luego que la venta fuera aprobada por unanimidad, dijo: “Estamos contentos de tener a Maduro en nuestra Liga y estoy seguro de que reconstruirá el equipo cubano a su lugar de prominencia anterior en la Liga.”

Los Havana Cubans había ganado cinco títulos entre 1946 y 1950, pero la asistencia había disminuido, por 

ejemplo, en 1953 el promedio de fanáticos por juego fue de 800. Bobby pensó que los fanáticos podrían haberse cansado y que querían ver nuevos talentos. Según Andrés Pascual, le vendió el Club Cienfuegos a Rodríguez Gali y a Alonso Bermúdez, para dedicarse por entero al tremendísimo empeño de la franquicia en Triple A.

Cuando Maduro asumió, dijo: «voy a tomar un papel activo», y así fue porque primero obtuvo los derechos de la franquicia del equipo Springfield de la Liga Internacional de La Florida (AAA) y el 6 de enero de 1954 logró la aprobación para que se mudaran para La Habana y lo rebautizó como los Cuban Sugar Kings, un equipo independiente, sin afiliación alguna con las Grandes Ligas.

El 23 de agosto de 1954, falleció de leucemia su hijo Felipe. El muchacho era un ferviente fanático del béisbol y jugó la segunda base en el equipo de su colegio La Salle. Más de 1,000 personas asistieron al funeral y el Obituario en The Sporting News fue otra medida del respeto que se había ganado su padre. Maduro sufrió mucho su enfermedad y lo paseó por muchos Estadios de Grandes Ligas y hasta conoció a su ídolo Joe DiMaggio.

El 3 de marzo de 1955 llegaron a La Habana los 23 peloteros del equipo nipón, los Gigantes de Yomiuri, para una serie amistosa contra los Cuban Sugar Kings. El viernes 4, los cubanos ganaron cuatro por uno. El sábado los japoneses los blanquearon cuatro por cero (con once ponches) pero en el desquite, el domingo los de casa, gracias al pitcheo de Julio Moreno, salieron victoriosos once por uno.

Durante 1955-56, Bobby trabajó con Paul Florencia, el Gerente de los Rojos de Cincinnati, para lograr que los Cubans fueran su filial.

A partir de ese año, Bobby logró que los Reyes del Azúcar utilizaran al Equipo León en la Liga Nicaragüense como franquicia de ellos, mediante la presencia del cubano Tony Castaño, que pasó una buena parte de su 

carrera profesional en Nicaragua.

INSTRUCCIÓN A LOS MÁS PEQUEÑOS

Bobby Maduro se interesó en el 

desarrollo del béisbol en niños y jóvenes, por eso apoyó y patrocinó a las Pequeñas Ligas, mediante un programa llamado Los Cubanitos. Maduro contó desde 1956 con el esfuerzo de José “Mako” Pérez, ex coach del Club Miramar en la Unión Atlética Amateur de Cuba (UAAC), quien se hizo cargo de la Asociación de Béisbol Infantil, Cubanitos, que abarcaron las 6 provincias e Isla de Pinos, con un altísimo grado de organización, aunque no 

tenemos documentación y estadísticas de los eventos de base.

En 1956 ya contaban con 9 Ligas y 35 Equipos. A Mako se le sumó Napoleón Reyes y otros coordinadores provinciales voluntarios, como Alfredo Pino, en Las Villas; Héctor Lavernia, en Camagüey y Abel Tarragó, en Oriente. Así como un médico, el Dr. Alfredo Méndez-Campillo y el umpire Enrique Villaverde.

Además, la prensa hizo convocatorias abiertas para la inscripción de empresas o entidades que se comprometieran a cumplir los Estatutos para constituir equipos con los muchachitos. 

En 1957 había 30 Ligas y 120 Equipos. Se considera que hubo más de 5,000 Cubanitos.

En 1958, el equipo K-Listo de Banes, auspiciado por la Compañía Cubana de Electricidad, quedó empatado con su similar de La Habana y el título se decidió en un partido extra, ganado por los habaneros, gracias a labor monticular de Santiago “Changa” Mederos.

A pesar de todas las dificultades Bobby jamás dejó de trabajar por el béisbol. Invirtió hasta el último centavo que poseía y después solicitó préstamos a los bancos para tratar de continuar su jornada.

Ya establecido en Miami como exiliado siguió abogando por la pelota. El 28 de enero de 1965, se creó una versión de Los Cubanitos donde estuvieron al frente Rafael Ávila, Emilio Cabrera, Carlos “Patato” Pascual y otros. Se abrieron Academias por entusiastas como Alfonsito Rodríguez, Vicente López, Julio “Jiquí” Moreno, Pipíolo Marcote, Ángel Hernández y muchos más. Fredi González, coach y manager de los Marlins y Atlanta, fue Cubanito en Miami.

El lema creado por Bobby Maduro de “Un paso más y llegamos” era la frase optimista y visionaria para lograr que el equipo Cuban Sugar Kings (Los Reyes del Azúcar) llegara a ser el primer equipo fuera de los EE.UU. en las Grandes Ligas, seguramente se hubiera logrado de no haber llegado la destrucción a Cuba en 1959. Diez años después en 1969, los Expos de Montreal lograron, gracias a FC ser los primeros en llegar, ¡Otro triunfo castrista!

Los Cuban Sugar Kings (algo interesante, todas las estadísticas están como Havana Sugar Kings y desde 1954 eran los Cuban Sugar Kings) tuvieron récord positivo en los años 1954 (78-77) y 1955 (87-66) con Regino Otero como manager, cuando quedaron en tercer puesto, aunque perdieron en la primera eliminación.

Pero su mejor resultado fue en octubre de 1959 que luego de ganar 80 juegos y perder 73, quedaron en 3er. lugar y clasificaron para Semifinales (Playoffs) con Pedro “Preston” Gómez Martínez, como manager. En primer lugar, quedó Búfalo, en segundo Columbus y en cuarto Richmond. Se enfrentaron Búfalo y Richmond, ganando este último. Los Cuban le ganaron a Columbus y entonces fueron a la final contra Richmond, quedando campeones de la Liga Internacional.

La Pequeña Serie Mundial (LWS) es el encuentro de postemporada que decide el campeón de los circuitos Triple-A entre el ganador de la Liga Internacional y el vencedor de la Asociación Americana, ese año el Minneapolis Millers (Los Molineros era una filial de los Medias Rojas de Boston con un joven Carl Yazstremski en el “lineout”), la Serie fue un asunto fascinante. El primer juego en Metropolitan Stadium de Minneapolis fue el domingo 27 de septiembre de 1959, con solamente 2,486 fanáticos presentes y de ellos 1,000 eran cubanos, con la algarabía natural del Cerro, con el hombre de la Sirena y con el incansable repicar de tambores y trompetas de la conga de Papa Boza, haciendo parecer a los Molineros como huérfanos de fanaticada en su casa.

Ganaron los cubanos 5×2

Para el segundo juego, el lunes 28, el tiempo empeoró, los copos de nieve caían y la asistencia bajó a 1,062 que pagaron la entrada, pero tal situación no detuvo a la artillería de los Molineros, que se impusieron 6×5. La revista Bohemia publicó una curiosa foto de AFP en la que se veía al receptor Enrique Izquierdo, al pitcher Raúl Sánchez y al infielder Octavio “Cuqui” Rojas, alrededor de un latón de basura lleno de papeles y madera, que encendieron dentro del “dugout” para calentarse en medio del tremendo frío.

El martes 29 de septiembre se suspendió el tercer juego por nevada y la Comisión de Ligas Menores decidió el traslado a La Habana de los partidos restantes. Con la Serie 1-1 se fueron hacia el calorcito habanero, aunque el clima fue del agrado de ambos equipos, el clima político no lo fue. Tropas armadas se ubicaron por toda la ciudad y en especial en el Gran Estadio donde se disputaban los partidos. A los Molineros se les dijo que no salieran del hotel durante su tiempo libre, por su propia seguridad.

El Estadio del Cerro, con 30,000 fanáticos, lleno completo, los Cuban ganaron 3×2 el tercero y 4×3 el cuarto. Pero los Molineros reaccionaron y ganaron el quinto 4×2 y el sexto. El 6 de octubre se jugó el decisivo séptimo juego estando la Serie empatada a 3 ganados por cada bando. En la novena entrada estando el juego empatado a 2, el relevista Raúl “Salivita” Sánchez recibió base por bola, llegó a segunda por sacrificio de Pompeyo Davalillo, Elio Chacón se ponchó y entonces Daniel Morejón, conectó un imparable entre primera y segunda, el cual no le pudo llegar el camarero y luego miembro del Salón de la Fama en Cooperstown, Carl Yazstremski, Sánchez pudo deslizarse en home para ganar el juego 3×2 y resultar los Reyes del Azúcar, Campeones por primera y única vez.

Este período fue uno en el que el béisbol y la política caminaron de la mano. Las cosas cambiaron en las Ligas Menores y nunca fueron iguales en el béisbol organizado.

Debemos recordar que tres meses antes, el 25 de julio de 1959, como homenaje al día que Fidel Castro se perdió en las calles de Santiago de Cuba y no pudo llegar al Moncada, se celebró en el Estadio del Cerro, un juego entre los Cuban Sugar Kings y el Rochester.

Muchos campesinos fueron invitados y FC les compró 10,000 entradas para que asistieran al juego. Al llegar la medianoche, en la euforia de la celebración, dispararon tiros al aire y según se dijo, una bala al descender rozó a Frank Verdi, coach de tercera base del Rochester y otra a Leonardo Cárdenas, torpedero de los cubanos.

Los árbitros suspendieron el encuentro y el incidente provocó que George Sisler, gerente del Rochester declarara que no jugaría más en Cuba. El 5 de septiembre de 1959, Frank Horton, presidente del Rochester, anunciaba que no volvería a Cuba y otros seis clubes lo imitaron. Pero los Cuban Sugar Kings siguieron su paso triunfal hasta que llegó el gran momento aquel martes 6 de octubre cuando lograron darle al iniciador de todo, el gran Bobby Maduro la satisfacción de un Trofeo Ganador para poder honrar a su padre Salomón “Momón” Maduro, quien fue siempre su punto de apoyo.

La siguiente temporada abrió con unos Cubans renovados y con deseos de repetir la hazaña del año anterior, pero ya las autoridades norteamericanas estaban decididas y el 8 de julio de 1960 los Cubans se vieron despojados de su franquicia y pasaron a ser los Jets de New Jersey.

Maduro manifestó su decisión de mantener al equipo en La Habana, pero funcionarios de la Liga Internacional tuvieron otra idea, en momentos en que había escalado el tono ofensivo y las acciones de Washington sobre el gobierno revolucionario, porque FC prometió apoyar el esfuerzo de las Ligas Menores, pero su robo de las propiedades estadounidenses condujo a la eventual retirada de los Cuban Sugar Kings. 

La movida de los Cubans no solo marcó el final del béisbol de Ligas Menores sino también el final de todos los deportes profesionales en Cuba. Muchos atletas cubanos decidieron quedarse en los EE.UU, sin ver nunca más su tierra natal, por ser considerados traidores. 

Aunque la pérdida de La Habana se sintió en toda la Liga Internacional, los funcionarios de la Liga trataron de mantener un punto de apoyo en el Caribe. En 1961, los Miami Marlins (los mismos de la antigua Liga Internacional de Florida de 1946 a 1954) fueron trasladados a San Juan, Puerto Rico. Las dificultades financieras llevaron al equipo a trasladarse a Charleston, West Virginia, convirtiéndose en los Charleston Marlins.

Entre 1960 y 1961, a Maduro le fueron confiscados parte de los bienes que poseía en Cuba, casas, autobuses (guaguas), fincas y el 15 de abril de 1961 pudo salir para EE.UU, con solamente cinco dólares en sus bolsillos. 

En 2010, su hija Rosario Maduro Olmo recordó: “Mi madre fue una verdadera fuente de estabilidad, el pegamento que mantuvo unida a nuestra familia, cuando tuvimos que huir del régimen de Castro, comenzar una nueva vida fue ciertamente difícil. Y aunque es posible que hayamos estado sin las comodidades que siempre habíamos tenido en Cuba, no nos faltaba nada, gracias a mi mamá y mi papá, éramos felices y nos adaptamos bien a nuestra nueva vida”. Mientras Bobby viajaba para mantener a la familia, Fufila estaba en casa asegurándose de que los niños resistieran y prosperaran.

El periodista deportivo Dick Young describió a Maduro como un “símbolo de clase y coraje”. Young continuó: “En Jersey City, gastó $100,000 y pidió prestado. Para junio no había suficiente dinero en la taquilla para mantener a su familia. Un día sonó el teléfono, sacando a Maduro de su preocupación. Era Walter O’Malley. Estás en la nómina de los Dodgers, dijo O’Malley, quien se había enterado de la difícil situación de Maduro. Mil dólares al mes. Siéntate tranquilo, se me ocurrirá algo para que hagas”

O’Malley y Bobby se conocían desde hacía algunos años y el destacado aficionado a los puros disfrutó de los habanos especiales que le enviaba Maduro. Maduro seguiría siendo un visitante frecuente de Dodgertown durante la década de 1960.

La Liga Internacional eliminó a Jersey City como ubicación en octubre, pero Maduro siguió siendo el propietario del nuevo hogar de la franquicia en Jacksonville, Florida. El locutor de los Astros de Houston, Gene Elston, contó cómo sucedió: “Jim Pendleton era un jardinero bajo contrato en 1961 de la franquicia de Jersey City en la Liga Internacional.

 Maduro quería comprar el territorio de Jacksonville y trasladar su equipo a esa ciudad. En ese momento, los Colt .45 de Houston poseían los derechos sobre el territorio de Jacksonville. Sin embargo, Maduro no podía comprar los derechos ya que su dinero estaba en una cuenta bancaria en La Habana. Como Maduro era dueño del contrato de Pendleton, por lo que Houston le planteó: “Danos a Pendleton y te daremos nuestros derechos sobre Jacksonville”.

El relato de Elston es correcto en el sentido de que Jim Pendleton fue parte de la transacción, pero hubo más. Junto con el jardinero, Los Astros también recibieron $10,895.72. El cambio había sido apoyado por una colecta y la gente de Jacksonville respondió con fuerza. 

Maduro estableció un nuevo acuerdo de trabajo con los Indios de Cleveland, cuyo presidente entonces era Gabe Paul. También se desempeñó como su propio gerente general, aunque ese diciembre perdió a su “brazo derecho” durante 9 años, el exadministrador de los Cubans, Paul Miller, por un ataque al corazón. 

Su padre, Salomón Maduro también falleció en Jacksonville en marzo de 1962. Aunque había perdido a su padre, Bobby recibió una herencia, ya que Momón, según Gabe Paul: “que siempre reprendió a Bob por perder tanto tiempo en el béisbol, había podido cobrar algunas deudas en los EE.UU”. 

Paul agregó ese otoño: “Bobby ha pagado todas sus deudas, incluidas las de Cuba, donde sabía que estaba acabado, era un hombre extraordinario”. Sin embargo, lo que no se escribió fue que Bobby pediría más préstamos para poder seguir operando.

Jacksonville obtuvo un éxito, terminando en primer lugar por primera vez durante la temporada regular. La asistencia fue saludable con 229,479 aficionados en 61 partidos, aunque el equipo ganó con récord para la liga con 51 partidos, perdieron con Atlanta en el séptimo juego de la final del “playoffs”.

Al año siguiente el club tuvo una temporada pésima, cayeron al último lugar de la Liga, en una temporada marcada por trágicos acontecimientos, el gerente Ben Geraghty, que fue muy popular en Jacksonville, murió de un ataque al corazón.

Bobby sufrió pérdidas considerables y despojado de la mayoría de 51% de participación en la propiedad a través de una venta de acciones a los habitantes de la ciudad.

En enero de 1964, regresó a los Soles como gerente, firmando un nuevo contrato de trabajo con los Cardenales de San Luis. Los Soles se recuperaron y ganaron otro banderín de Liga, Bobby renunció y sobre las deudas, expresó: «me decidí a pagar las deudas en lugar de declararme en bancarrota debido a mi educación en Cuba que me enseñó, que la bancarrota es como robar dinero. Las deudas tienen que ser pagadas. Tomé prestado el dinero en mi nombre, no del club, y no quiero decepcionar a la gente que creyó en mí lo suficiente, como para prestarme el dinero».

En diciembre de 1965, el Comisionado William Eckert contrató a Bobby con el título de «Coordinador de Béisbol Interamericano», un enlace con las tres Ligas Mexicanas afiliadas a la Asociación Nacional para el crecimiento continuo del béisbol amateur en los países latinoamericanos, hasta diciembre de 1978.

Aquí logró que permitieran que los peloteros cubanos desterrados pudieran jugar en esas Ligas, que hasta ese momento solo aceptaban atletas del país. Miguel de La Hoz comentó: “gracias a la iniciativa de Bobby Maduro muchos de nosotros pudimos jugar el año entero y al mismo tiempo fortalecer las Ligas Invernales”.

Misión política

En diciembre de 1978, se unió a un viejo amigo, Bernardo Benes en una misión especial, facilitar la salida de presos políticos en Cuba.

«Tal vez el acontecimiento más emotivo durante la visita del Comité fue la visita de Bobby al Cementerio de Colón a llevarle flores a la tumba de su hijo”. Benes sabía que Maduro tenía ganas de visitar el Cementerio, y fue la razón principal para que Benes lo invitará a participar.

Poco después de dejar la oficina del Comisionado, Maduro organizó la Liga Interamericana, con equipos de Miami, Puerto Rico, Venezuela, República Dominicana y Panamá, aunque resultó ser un fracaso, pero ello realzaba el eterno optimismo que nunca lo abandonó, algo que en ocasiones pudo haber nublado su juicio empresarial.

En sus últimos años, Bobby Maduro trabajó para la Ciudad de Miami como Supervisor de Béisbol del Departamento de Parques y Recreación. También se mantuvo activo con la Federación de Jugadores Profesionales Cubanos en el exilio.  

La pelota cubana fue testigo de inmensos caballeros de béisbol. Cuando uno lee un artículo de Andrés Pascual titulado “Los que no salían al terreno”, nos damos cuenta de las grandezas de personas como, Roberto Maduro, Abel Linares, Emilio De Armas, Ciso Camejo, el Dr. Julio Sanguily, Alfredo Pequeño, Merito Acosta y muchos otros.

Es de destacar que a pesar de que Maduro no fue de los fundadores de “La Serie del Caribe”, si fue la figura que más empujó y aportó para que fuera un éxito. Según el locutor Felo Ramírez, en dos ocasiones que el torneo estuvo a punto de no llevarse a cabo, Bobby le garantizó a la prensa cubana que él conseguiría los fondos como de hecho, lo hizo.

También asistió al crecimiento de la pelota amateur en esas naciones, recomendando que los Equipos de Grandes Ligas abrieran Academias en cada país, de acuerdo a su propia experiencia cuando fue Maduro quien fundó la Academia (Try-out) de los Cubans en los terrenos del antiguo Club Ferroviario del Reparto Luyanó, a donde llegaban los prospectos desde todos los rincones del país a tratar de impresionar a un equipo de verdaderos expertos como Corito Varona, Regino Otero, Reinaldo Cordeiro, Napoleón Reyes, Preston Gómez, Calviño o Tony Castaño.

A los Dodgers de Los Ángeles, les propuso a Rafael Ávila como scout y entrenador, el triunfo de Rafael ratificó la visión de Bobby. Hoy día vemos como la pelota dominicana ha contribuido a Las Grandes Ligas.

Fue instrumental en que volviera a reanudarse “La Serie del Caribe” a pesar de que Cuba no podía competir y lo logró. En el año 1970 comenzó la Segunda Parte de dicho torneo y para su satisfacción uno de sus amigos, Carlos “Patato” Pascual, dirigiendo al equipo de Venezuela se llevó el galardón.

Su último proyecto lo llevó a organizar La Liga Interamericana. Esta contaba con equipos en Miami, Puerto Rico, Venezuela, República Dominicana y Panamá. Desafortunadamente su confianza en las promesas de otros y los problemas de visas a jugadores extranjeros llevaron la Liga a una efímera existencia. 

En 2005, Bobby Maduro Jr. dijo de su padre: “Era un tesoro nacional en Cuba, le encantaba el béisbol y amaba el cubanismo”.

Treinta y siete años después de su fallecimiento, la figura de Bobby Maduro es motivo de admiración dentro del deporte, pero tristemente nunca ha sido reconocido por los dirigentes del Beisbol Profesional y mucho menos por la gerencia del Salón de Los Inmortales en Cooperstown.

Fausto Miranda, escribió en su columna: “Recordar la personalidad de Bobby Maduro como un destacado deportista cubano no le hace justicia, su muerte fue una pérdida para América Latina. El soñador y entusiasta dedicó más de 50 años a la ampliación del béisbol, sin fronteras y sin prejuicios, como él mismo decía. Maduro recorrió todos los caminos que incluyeron, pelotero aficionado, propietario de varios clubes, constructor de estadios, gerente general, agente, cazatalentos, organizador de beisbol juvenil, diplomático e incluso, fundó la efímera Liga Interamericana de 1979”.

Tony Pacheco expresó: «Bobby era 100% una persona del Beisbol. Tenía una personalidad tremenda, que hizo excelentes conexiones con toda la gente del beisbol. Cuando él era el Rey en La Habana, todos los que fueron por primera vez, scouts, directivos de clubes, etc., Bobby los recibía con alfombra roja”.

Isolina, su querida esposa durante 34 años y que siempre lo apoyó en todas sus obras e ideas, falleció en septiembre de 1974. En 1977, se casó con Marta Dante Leyra (Camagüey-1930), ella usa Jackson por su primer esposo, bailarina de ballet que no se llevaba muy bien con la castrista Alicia Alonso, Bobby la conoció en 1952, cuando ella tenía 22 años. 

Maduro fue incluido en el Salón de la Fama del Beisbol Cubano en 1985.

En febrero de 1986 le fue diagnosticado un tumor cerebral inoperable, estuvo seis meses ingresado bajo tratamientos en el Hospital Jackson Memorial y falleció el 16 de octubre de 1986, a los 70 años.

Miembro del Salón de la Fama del Béisbol Latinoamericano desde 2010.

El Miami Stadium, que estaba ubicado en 2301 NW 10th Ave., fue el hogar de primavera de Jackie Robinson y los Brooklyn Dodgers (1950-58) y más tarde de los Orioles (1959-90). Los Miami Marlins originales, un equipo Triple-A en la Liga Internacional, jugaron allí de 1956 a 1960. Construido en 1949 por el político-millonario cubano José Alemán, en 1987 el estadio fue rebautizado en su honor como Bobby Maduro Stadium hasta ser demolido en 2001 para construir viviendas. Gracias a Abel Sánchez en diciembre de 2017 se colocó una Placa que señala donde estaba el Estadio.

Jorge Maduro sabe que no basta un paso más para llegar al homenaje deseado para su padre, pero al menos ya ha dado el primero con el objetivo de llevarlo al sitio de honor más importante en el béisbol: Cooperstown.

Quien no conoce la importancia de Bobby Maduro en el devenir de la pelota cubana, jamás podría imaginar la labor titánica y el impacto de este hombre.

“A mi padre lo han reconocido en el Salón de la Fama y yo en un principio estaba satisfecho con esto”, reconoció Jorge Maduro. “Pero amigos muy queridos me han dicho que debemos ir por más, debemos buscar que lo exalten, que las nuevas generaciones conozcan lo que hizo por el béisbol en Cuba y el mundo”.

“Después de aquella visita a Cooperstown, he reforzado la noción de que debo luchar por la memoria de mi padre”, expresó Jorge Maduro. “Estamos buscando recuerdos, periódicos, objetos, lo que sea para ayudar en esta tarea. Esto va más allá de mi padre, es parte de la historia de Cuba y Latinoamérica. Mi padre siempre se refirió al béisbol como el único deporte que unía familias, comunidades y 

pueblos”.

El 21 de mayo de 2021, Los Marlins le rindieron tributo a Roberto “Bobby” Maduro, quien impulsó la práctica de este deporte en la comunidad latina de Miami.

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