“DESDE YA HAY QUE DEJAR DE SER ESCLAVOS DE LAS TIRANíAS TAL Y COMO LO PLANTEÓ MARTÍ”
“Desde ya hay que dejar de ser esclavos de las tiranías”, afirmó Bettina Rodríguez Aguilera, una reconocida líder del exilio cubano, a propósito de la celebración en Miami del “Mes de Martí” auspiciado por el periódico LIBRE.
“El problema de la libertad en José Martí es uno de los temas cardinales de su pensamiento y su acción. Ahora hay que verlo como un punto de vista histórico, en momentos en que Cuba clama más y más por la libertad”, insistió Bettina, quien es consultora política y fue concejal de El Doral.
“A partir de esto se desarrollan las dimensiones de la libertad que se expresan en el ideario martiano: ontología, conocimiento, ética y filosófica. Todo este esquema de pensamiento es conformado para una finalidad: la libertad del hombre”, sostuvo Rodríguez.
“Porque hay algo en este apóstol y es que partió de la palabra clave y pensamiento como ha sido, a través de los años: libertad, filosofía, Latinoamérica, pensar en el concepto de libertad, ya que Martí fue representativo en toda su obra e historia de esta lucha”, añadió.
LA LIBERTAD
“En todos los textos martianos, la libertad aparece como la atmósfera natural del hombre y la fuerza espontánea de su ser: la libertad es hacer y no hecho, proceso y no resultado; nunca se alcanza totalmente, siempre aparecerá en el horizonte una porción de libertad que habrá que conquistar y defender”, agregó.
“Mientras más el hombre se acerca a la libertad, más descubre que tiene que liberarse en el propio conocimiento de sí; y siempre aparecerá otra fracción que tomar. Además de concebir la libertad como dignidad plena del hombre y emancipación humana —en el mismo sentido valeriano—, también apuesta por la liberación del pensamiento, para poder ser libres completamente”, afirmó Rodríguez.
“Martí entendía la libertad como la justicia”, “la acomodación del Derecho positivo al natural” reiterándolo con la tesis de que el hombre es libre por naturaleza y debe luchar siempre que se vea privado del derecho natural a la libertad”, explicó.
“En América, ese derecho natural estaba frustrado por la dominación colonial que aplastaba los nuevos aires republicanos. Al respecto, haciendo un balance histórico de la significación de la libertad en Latinoamérica, Martí alegaba: Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía”, insistió Bettina.
“En América‚ no se podía ser honrado, ni pensar, ni hablar. (…) Hay hombres que son peores que las bestias, porque las bestias necesitan ser libres para vivir dichosas: el elefante no quiere tener hijos cuando vive preso; la llama del Perú se echa en la tierra y se muere, cuando el indio le habla con rudeza, o le pone más carga de la que puede soportar”, trajo a colación la consultora política.
“El hombre debe ser, por lo menos, tan decoroso como el elefante y como la llama. En América‚ se vivía antes de la libertad como la llama que tiene mucha carga encima. Era necesario quitarse la carga, o morir” aseguró Bettina evocando el pensamiento martiano.
“Esta relación martiana de “libertad-cubano” la definió Martí como algo que había que advertir ya que había en Cuba “una enérgica suma de aquella libertad original que cría el hombre en sí, del juego de la tierra y de las penas que ve, y de su idea propia y de su naturaleza altiva”, acotó Rodríguez.
“Porque el cubano, entonces, en su concepción, era un ser especialmente dotado para todo lo que signifiqua apertura, independencia, libertad; pero no solo libertad política, sino esa “libertad original que cría el hombre en sí”, explicó también Bettina.
“El concepto de libertad humana en el pensamiento martiano es universal, y adquiere cuatro dimensiones particulares; tales dimensiones no prevalecen una por encima de otra, sino que son parte armónica y fundamental de su concepción: libertad como conocimiento; libertad como el bien común o en comunidad y libertad como dignidad en la emancipación humana”, aclaró.
NUESTRA AMÉRICA
Bettina reiteró que Martí también consideró necesario aprender a ser libres, aprender la democracia de las repúblicas nuevas, refiriéndose a los pueblos de Nuestra América, tras advertir que “Somos libres, porque no podemos ser esclavos: nuestro continente salvaje, y nuestra condición es el dominio propio: pero no sabemos ser libres todavía”.
“Pero Martí también dio mucho valor a la libertad de conciencia y a la libre expresión, a la libertad, que consideró como una fuerza que brota de lo incógnito; pero el genio como la libertad se pierden sin la dirección del buen juicio, sin las lecciones de la experiencia, sin el pacífico ejercicio del criterio”.
LA EDUCACIÓN
Finalmente Martí, muy sabiamente, se percató que sin la educación de los hombres, para que sean entes autónomos, será imposible sostener la libertad de una nación porque “la libertad política no estará asegurada, mientras no se asegure la libertad espiritual”.
“Urge, por lo tanto, liberar a los hombres de la tiranía, de la convención, que tuerce sus sentimientos, precipita sus sentidos y sobrecarga su inteligencia con un caudal pernicioso, ajeno, frío y falso”, concluyó Bettina su evocación hacia el pensamiento del apóstol cubano.
“Cuba quiere ser libre.—Y como los pueblos de la América del Sur la lograron de los gobiernos reaccionarios, y España la logró de los franceses, e Italia de Austria, y México de la ambición napoleónica, y los Estados Unidos de Inglaterra, y todos los pueblos la han logrado de sus opresores, Cuba, por ley de su voluntad irrevocable, por ley de necesidad histórica, ha de lograr su independencia”, insistió Bettina.
Pero no quiso dejar de advertir que Martí fue muy lógico y seguro en sostener que “solamente arriesgando la vida se mantiene la libertad. “El individuo que no ha arriesgado la vida puede sin duda ser reconocido como persona, pero no ha alcanzado la verdad de este reconocimiento como autoconciencia independiente”, enfatizó Bettina tras traer a colación el ideario martiano.
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