“Bésame mucho” en el Día Internacional del Beso

Written by Libre Online

14 de abril de 2022

Por Isabel Martínez Pita

A pesar de celebrarse a nivel mundial, el Día Internacional del Beso no ha sido reconocido por la Unesco, pero su historia comenzó el 2013, cuando una pareja de origen tailandés obtuvo el récord del beso más largo del mundo, con un tiempo de 58 horas, 35 minutos y 58 segundos, durante los cuales sus bocas estuvieron unidas. De esta forma los dos tailandeses rompieron su propio récord logrado el año anterior cuando su beso había durado 46 horas.

El beso ha sido y es protagonista en todas las artes, la literatura, la poesía, la pintura, la música o el cine, con más o menos éxito, pero en todas sus facetas, se cuentan por miles las escenas o melodías inolvidables que logran erizarnos la piel y desear introducirnos en una historia ajena.

LIBERACIÓN DE HORMONAS

DE PLACER Y ALEGRÍA

Aunque también el beso tiene su parte racional y científica que sabe eliminar con bisturí las sensaciones románticas que nos trasportan al cielo. En cuanto a los músculos, cuando besamos utilizamos hasta 36, y el músculo del corazón pasa de un estado de reposo a acelerarse en sólo breves instantes.

Dos de los actores más atractivos del cine de mediados del siglo pasado, Grace Kelly y Gary Grant, fueron protagonistas de uno de los besos más míticos del cine en “Atrapa a un ladrón”.

A pesar de las desavenencias en la vida real entre Clark Gable y Vivien Leigh, el beso protagonizado por los dos actores en “Lo que el viento se llevó” hizo historia y les proporcionó a ambos un buen puñado de Óscar en la gala de 1939.

En la filmografía infantil, el beso entre “La dama y el vagabundo”, clásico de Disney de 1955, los dos simpáticos perros acercan cálidamente sus labios hasta darse el que posiblemente se convertiría en el primer beso cinematográfico para muchos niños y, quizás, inolvidable.

Y el beso para despedir a todos los besos, incluso los que se han quedado en el tintero, el que separó finalmente a Ingrid Bergman y Humphrey Bogart con un “Siempre nos quedará París”, al concluir su historia de amor en un triste aeropuerto de Casablanca, ciudad marroquí y homónima del filme.

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