Los finales de año, quiero decir, los dos últimos meses, son siempre más alegres, ruidosos y excitantes. Siempre ha sido así: “Día de acción de gracias”, Navidades, y, por último, el Viernes Negro” (Black Friday) que pone a miles de personas, a dormir a la intemperie, a las puertas de los grandes comercios, para, al abrir sus puertas, entrar en avalanchas incontenibles, a fin de acaparar todo lo posible a esos supuestos bajísimos precios debido a la ocasión. Nunca he estado en uno de esos enloquecidos tumultos. Pero me gusta su espíritu. No por las algarabías caóticas que a veces terminan en daños y violencia, sino que me agradan por lo que representan: porque son la expresión colectiva y multitudinaria de nuestro sistema de libre economía de mercado, primogénita del sistema de capitalismo liberal, el creador de riqueza y bienestar más grande que ha conocido la humanidad. Este desbordamiento del paroxismo de consumo en el último jueves de noviembre, no se detiene ahí. Es el preludio de un festín que se extiende hasta el fin del año.

No deja de ser notable que el “Viernes Negro” se produzca el día siguiente de Acción de Gracias. Y es que existe una intrincable relación entre ambos. Lo que celebramos con cada Thanksgiving, como resultado de aquel lejano octubre de 1621, cuando los peregrinos del Mayflower se establecieron en América, es también el nacimiento de la libre empresa, o lo que llamamos en inglés Free Enterprise. Los peregrinos pretendieron crear, al principio, una sociedad cristiana estilo comunista, en lo que todo era de todos. Pero el fracaso de sus objetivos, con la improductividad de las cosechas, el hambre, y una infinidad de calamidades, les hicieron cambiar sus fallidos planes y establecer un régimen de propiedad privada donde el individuo prosperara por sus propios esfuerzos. Era un reconocimiento tácito a la libertad individual, la iniciativa libre, que encuentra en el Renacimiento su punto histórico de partida, y que se desenvuelve plenamente más tarde en la Reforma, bajo la divisa liberal de Lutero. Desde entonces, la iniciativa privada inició el proceso hacia el sueño americano, apoyado en la gestión individual, o el Liberalismo, que al final, nos entregó esta prodigiosa máquina de la economía de mercado, que nos proporciona, además del pan, una enorme cantidad de buenos productos para nuestro entretenimiento y disfrute, dentro de un ámbito de incuestionable libertad.

En el breve periodo de tiempo que corre entre Thanksgiving y las Navidades, en este 2023, se proyecta que el pueblo americano gastará más de 9 mil billones de dólares dentro de una economía total de casi 29 mil billones. Se sabe que la solidez de la economía de Estados Unidos depende, en un 70%, de las compras de sus ciudadanos, y que, de esas compras, y sus subsiguientes recaudaciones de impuestos, se nutre el bienestar del conjunto de la sociedad y el sostenimiento de un Estado eficiente capaz de brindar excelentes servicios como la educación, la policía, la sanidad, y otros servicios públicos, incluidas unas Fuerzas Armadas competentes para la defensa del país.

Tal vez en aquel modelo incipiente de los peregrinos del Mayflower, después de sus fatales errores iniciales, se encuentre la génesis de este asombroso milagro económico, que, con el andar de los siglos, con el ingenio de inteligentes emprendedores, quienes arriesgan sus capitales, sus ahorros, o parte de ellos, ha aportado a la humanidad la mayor prosperidad jamás alcanzada desde el principio de los tiempos.

Por lo anterior dicho, y teniendo como telón de fondo los acontecimientos de la peripecia humana, no nos sorprende que un grupo de esos avisados empresarios, aconsejados por especialistas en marketing, decidieran dar un golpe publicitario de gran magnitud con la creación del “Viernes Negro” (Black Friday) en el no muy distante noviembre de 1951, al día siguiente de Thanksgiving.

Aquellos peregrinos de los años 1600, luchando por la sobrevivencia, sin siquiera imaginarlo, al abandonar sus utópicos fracasados planes de un sistema comunitario, entregando las tierras a los labradores, dieron paso al establecimiento de un régimen de propiedad privada cuyo fenómeno de prosperidad ha generado riquezas y avances tecnológicos en medio de una intensa competencia económica. 

Cuando trasladamos estas experiencias añejas a la realidad cubana, desde largos años en condiciones paupérrimas, es fácil saber por qué la abrumadora mayoría de los cubanos no tienen fe en las reformas prometidas por el régimen. No habrá progreso mientras existan los mitos del colectivismo, la planificación centralizada y la hegemonía del Partido Comunista.  El cubano, a estas alturas de su tragedia, entiende, claramente, que el sistema no tiene posibilidades de reformas. Debe ser reemplazado. Desmantelado. Como lo fue el sistema que sostenía la dictadura de la Unión Soviética. Los peregrinos del Mayflower lo aprendieron hace 400 años.

Gracias pues, por el Thanksgiving, el Black Friday, y el prodigioso mercado libre, todo envuelto en la bendecida aureola de la libertad.

BALCÓN AL MUNDO

China comunista sufrió su primer déficit desde 1998 en sus inversiones en el extranjero en el trimestre de julio a septiembre de este año. Varios factores han sido responsables del déficit, que asciende a 11.8 billones de dólares, entre ellos, la diferencia en la tasa de intereses con occidente, y el abandono de varias docenas de compañías del territorio chino hacia India, Indonesia y Vietnam. La economía china está perdiendo vapor más rápidamente que lo anticipado.

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A Bernie Sanders se le activó la memoria, y recordó que es judío, al declarar su apoyo a Israel y abogar por la eliminación de Hamas en tono firme y decisivo. Al fin, judío o no, hizo algo correcto, lo cual no ocurre con frecuencia.

Por otra parte, el “squad”, ese grupito de legisladoras musulmanas defensoras de todas las organizaciones terroristas continúa apoyando a Hamas, pretendiendo culpar de la guerra en Gaza a Israel contra la innegable realidad que grupos de esa organización invadieron el territorio judío el 7 de octubre causando muerte y destrucción injustificadamente.

Pero no es ésta la primera vez que estas “legisladoras” se ponen de parte del enemigo de esta nación, mientras al mismo tiempo, irónicamente, ocupan asientos en la Cámara de Representantes. 

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El flujo de migrantes arribando a la frontera Suroeste de Estados Unidos continúa imparable.    Decenas de miles arriban cada mes, y no son todos de nuestro vecindario hispano, sino que los aspirantes a entrar, ilegalmente, provienen de lugares tan distantes como China, India, Mauritania y Senegal. Es un contagio universal impresionante. Todos quieren experimentar el sueño americano, pero las probabilidades son casi cero. Las leyes de inmigración, ahora bajo el restrictivo capítulo 8, disminuyen las oportunidades. En términos reales, aunque resulte duro aceptarlo, ningún país, ni siquiera el más rico y poderoso, como USA, puede asumir semejante carga en tan breve tiempo. Por eso existen las leyes para reglamentar la entrada ordenada al territorio americano. Y ése es un proceso largo y lento.

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Un “poll” dado a la publicación la semana pasada mantiene a los demócratas preocupados, porque en 5 estados claves, o swing states, aparece Donald Trump derrotando a Joe Biden. También, a pesar de toda la propaganda elevando las virtudes del bidenomic, sólo el 2% de la población dijo tener un beneficio directo como consecuencia de esa gestión. 

Por otra parte, el New York Times encontró, en otra encuesta efectuada por esa publicación, que la mayoría dice tener más confianza en Trump para la conducción de la economía, que en Biden.

Por supuesto, estos son opiniones de hoy, que pueden cambiar drásticamente de aquí al próximo noviembre, pero, de todos modos, no dejan de preocupar a Biden y sus asesores, si es que, al final, resulta él ser el candidato.