Baden Powell visto por Winston Churchill Del libro “Grandes Contemporáneos”,1937, fragmentos

Written by Libre Online

20 de julio de 2022

Los tres más ramosos generales que conocí en mi vida no ganaron ninguna batalla al enemigo extranjero. Sus nombres, empero, todos los cuales empiezan con “B”, se han convertido para nosotros en términos familiares. Son los Generales Bootli. Botha y Baden Powell. Al General Booth le debemos el Ejército de Salvación; al General Botha, la Unión Sudafricana, y al General Baden Powell, el movimiento de los Boy Scouts.

LORD BADEN POWELL

Recuerdo perfectamente la primera vez que vi al héroe de este artículo, ahora Lord Baden Powell. Yo había ido con mi equipo regimental a jugar la copa de Caballería en Meerut. Dábanse cita allí los círculos sociales y deportivos del Ejército ingles en la India.

Por la noche celebróse ante numerosa concurrencia una función de “vaudeville” por “aficionados. El rasgo principal de la fiesta lo constituía el animado número de canto y baile encomendado a un oficial de la guarnición, vistiendo el brillante uniforme de los húsares austríacos, y a una bella dama.

Ocupando, entre otros jóvenes oficiales, una butaca de orquesta, me causó sorpresa lo excelente de la representación que podría competir con ventaja con la de cualquiera de nuestros teatros de variedades.

Me dijeron: “¡Ese es B.-P. Un hombre extraordinario! Ganó la copa Kadir; tiene muchos años de servicio activo. Hablan y no acaban sus méritos como militar; pero no deja de ser chocante ver a un oficial antiguo moviendo las piernas de esa manera ante tantos subalternos”.

Tuve la suerte de trabar conocimiento con esta celebridad de varias facetas antes de que terminase el torneo de polo.

Pasaron tres años antes de que lo volviera a ver. El escenario y la ocasión eran totalmente distinto. El Ejército de Lord Roberts acababa de entrar en Pretoria, y el General Baden Powell. que acababa de ser liberado en Mafeking después de un asedio de 217 días, recorría a caballo doscientas o trescientas millas desde el oeste del Transval para presentarse al General en Jefe y darle cuenta de su gestión.

Estimé interesante el tener una entrevista con él a fin de poder proporcionar al “Morning Post” un relato auténtico de su famosa defensa.

Cabalgamos juntos durante una hora por lo menos, y cuando por fin se decidió a hablar, fue mágico. Me conmovía su relato, y él gozaba al referirlo. No puedo recordar los detalles, pero mi telegrama debió de haber llenado casi una columna.

Antes de expedirlo se lo enseñé. El lo leyó con reconcentrada atención y con ciertas muestras de embarazo, pero, al terminar y devolvérmelo, me dijo sonriente “Hablar con usted es lo mismo que hablarle a un fonógrafo.” Y no puedo por menos de reconocer que yo también me sentí complacido.

En aquellos días la fama de B.-P. como soldado eclipsaba casi todas las reputaciones populares. El otro B. P. —Britisb Public (el público británico)— lo contemplaba como el héroe culminante de la Guerra, y riéndose de los triunfos de los grandes y bien organizados ejércitos ingleses contra los campesinos boers, no podían dejar de aplaudir la larga, obstinada, animosa defensa de Mafeking, encomendada escasamente a ochocientos hombres, contra las fuerzas sitiadoras constituídas por un número diez o doce veces superior.

Causó extrañeza el ver como B. P iba desapareciendo de la jerarquía militar una vez que la Guerra Sudafricana terminó. Ocupó algunos cargos distinguidos, aunque de importancia se-cundaria; pero todos los puestos culminantes y pingues fueron repartidos entre hombres cuyas hazañas no trascendían de los círculos militares y cuyos nombres jamás habían recibido la recompensa del aplauso popular.

SU PRIMER CAMPO

Fue en 1907 cuando B.P. plantó su primer campo para enseñar a los chicos el arte de explorar los bosques y la disciplina de la vida de descubierta. Veintiún niños de todas clases, desde el Este extremo de Londres hasta Eton Harrow alzaron sus pequeñas tiendas en la isla de Brownsea en el Dorsetshire. De este modesto comienzo surgió el movimiento mundial de los “boy scouts” y “girl guides”, constantemente renovado en el transcurso de los años, hasta alcanzar hoy una fuerza que excede muy bien de dos millones de afiliados.

En 1908, el Explorador Jefe, como él se llamaba, publicó su libro “Scouting for Boys”. Suscita en todos el sentido de aventura y el amor a la vida al aire libre que es tan fuerte en la infancia. Pero, sobre todo, excita esos sentimientos de caballerosidad, y esa corrección y empeño en el juego, sea serio o frívolo que constituyen la parte más interesante del sistema de educación británica.

El éxito fue inmediato y trascendental. El sencillo uniforme, calzón kaki y camisa —al alcance de los más pobres— fue tomado del antiguo cuerpo de ejército del general Baden Powell. El sombrero fue el famoso sombrero, con las alas planas y la copa apuntada en pellizco, que había usado en Mafeking. El lema “Estad prontos” (Be Prepared) estaba formado por sus iniciales.

Es difícil encarecer la salud mental y moral que reportó a nuestra patria esta sencilla y profunda concepción. En aquellos pasados días el lema “Estad prontos” tuvo un especial significado para nuestro país. Los que avizoraban la proximidad de una gran guerra acogieron con simpatía el despertar de la adolescencia inglesa.

Y nadie, ni siquiera los más resueltos pacifistas, pudo sentirse alarmado; porque el movimiento no era de carácter militarista, y hasta los mas ásperos y malhumorados críticos vieron en él un medio de disipar los humos juveniles

EL ÉXITO MUNDIAL

El éxito de este movimiento en Inglaterra llevó a su imitación en otros muchos países, especialmente en Alemania. También allí las pequeñas tropas empezaron a marchar por los caminos, medio atrancados por las legiones. La Gran Guerra azotó al mundo.

Los exploradores desempeñaron su papel. Su aguda mirada se unió a la de los centinelas de la costa;  y en las incursiones aéreas pudimos presenciar el espectáculo de niños de doce y catorce años desempeñando con perfecta frialdad y compostura las útiles funciones que se les asignaban en las calles y en las oficinas públicas.

Muchas instituciones venerables y muchos famosos regímenes, honrados por los hombres, perecieron en la tormenta; pero el movimiento de los Boy Scouts sobrevivió.

Sobrevivió no solo a la Gran Guerra sino a las torpezas de la postguerra. Mientras tantos elementos de la vida y del espíritu de las naciones parecían sumidos en el estupor, aquel florecía y crecía incesantemente.

Su lema adquiere nueva significación nacional a medida que los años pasan sobre nuestra isla. Lleva a todos los corazones su mensaje de honor y deber: “estad prontos” a erguiros en defensa del Derecho y de la Verdad, sean como quieran los vientos que azoten.

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