Así se Forja Una Nación. RAFAEL MARÍA DE MENDIVE (1821-1886)

Written by Libre Online

14 de septiembre de 2022

POR JORGE QUINTANA (1957)

Los críticos de nuestra literatura han buceado bastante en la personalidad poética de Rafael María de Mendive y Daumy. Los martianos le han descubierto lo suficiente de su obra en la forja del carácter y la educación e instrucción de su discípulo José Martí. Pocos se han ocupado de revelarnos, en todas sus dimensiones, su inmensa estatura moral como patriota, lo que sufrió y padeció por defender nuestro derecho a la libertad.

El 24 de octubre de 1821 nació en La Habana Rafael María de Mendive y Daumy. Su padre era el rico hacendado y comerciante vizcaíno don Mariano de Mendive. Su madre la criolla doña Dolores Daumy de Catadiano. Muy niño aun perdió su padre toda la fortuna y conoció de las estrecheces económicas. Dos años tenía cuando se descubre la conspiración de los Rayos y Soles de Bolívar que lanza al destierro a hombres como José María Heredia. Ocho tenía cuando se descubre la conspiración de la Gran Legión del Águila Negra. A sus oídos tiernos llegará un tanto nebulosa la noticia de que en Camagüey habían sido ahorcados, por patriotas, el mulato Sánchez y el camagüeyano Agüero.

Como pobre aprendió las primeras letras en la escuela pública. Mediante beca en el Real Colegio Seminario de San Carlos cursa los estudios secundarios, pasando a la Universidad de La Habana donde alcanza el grado de Bachiller. En 1836 comienza sus estudios de abogado que continúa con regularidad. En 1841 inicia la publicación de su producción poética en el «Correo de Trinidad» y en el «Faro Industrial de La Habana». Cuatro años más tarde funda, con José González Roldán, la revista mensual «Flores del Siglo». En 1846 resulta electo secretario de la Sección de Literatura del Liceo de La Habana. Al año siguiente, con prólogo de Ramón de Armas y Carmona, da a la imprenta su primer libro de versos titulado «Pasionerias”. En 1848, teniendo por coeditor a José Quintín Suzarte comienza a publicar «El Artista», que abandona para viajar por los Estados Unidos y Europa, siguiendo los consejos de su tía doña Mercedes de Mendive, que no se limitó a aconsejarle solamente, sino que le ayudó económicamente a emprender aquel viaje. 

En 1848 hallábase en Nueva York donde visita al Padre Félix Várela. Al año siguiente publica, en esta misma ciudad, su bellísima traducción de las Melodías de Tomás Moore. En 1850 le encontramos en París visitando a José Antonio Saco y a Domingo del Monte, y enviando algunas colaboraciones al «Correo de Ultramar», entre ellas su «Confesión de una joven moribunda» de un profundo sentido místico. El 12 de febrero de 1851 se embarca en Marsella para Italia, visitando a Nápoles, Roma y Florencia. Regresa a París desde donde se traslada a España. Hallábase en Madrid cuando se publica la colección «Poetas españoles y americanos del siglo XIX» donde aparecen algunos poemas suyos y un retrato bastante desconocido en Cuba. En agosto de 1852 regresa a La Habana.

En mayo de 1853, en sociedad con José de Jesús Quintiliano García, que habría de ser después sobrino político suyo, al casarse con su sobrina Elvira Mendive, comienza a publicar su más importante obra: “La Revista de La Habana». Dos años después, en colaboración con Ramón Zambrana, José González Roldán y Felipe López de Briñas da a la imprenta «Cuatro Laúdes». A mediados de 1856 deja de publicarse la “Revista de la Habana» para reanudar, su segunda etapa, en octubre del mismo año y cerrarla en septiembre de 1857, en que desaparece definitivamente. La «Revista de La Habana» no sólo fue la más importante empresa publicitaria de Mendive, sino también la más importante de su época en Cuba.

Su producción poética es abundante. En 1860 publica en la imprenta de Rivadeneyra, en Madrid, con prólogo de Manuel Cañete, la primera colección de sus poemas. Su personalidad literaria ha llegado a imponerse, atrayendo a su círculo a numerosos escritores, poetas y maestros de Cuba. 

En 1861 da comienzo, en su casa de Consulado 71, a tertulias literarias que solamente se interrumpen en noviembre de ese mismo año, cuando fallece su primera esposa, doña Dolores Donestévez y Fuentes, para reanudarse en diciembre, trasladadas a Prado 88 donde al decir de Francisco de Paula Coronado, alcanzaron «su mayor esplendor». Primero eran los lunes, después los miércoles y viernes cada semana. Desde las siete hasta las diez de la noche se reunían para disertar todo lo que en verdad valía en la intelectualidad de la época. El rector de la Universidad de La Habana José Valdés Fauli, José Silverio Jorrín, Nicolás Azcárate, José Victoriano Betancourt. Quintín Suzarte, Claudio Vermay, Juan Clemente Zenea y otros eran sus habituales visitantes en aquellas reuniones, donde muchas obras importantes se conocieron por primera vez.

La Sociedad Anónima Crédito Territorial Cubano, que tenía por principal accionista a Domingo de Aldama y por director a su sobrino político José de Jesús Quintiliano García, le designó para el cargo de secretario, con el haber anual de dos mil pesos. Controlada la sociedad por el español intransigente Ramón Herrera comenzó a obstaculizar la presencia de Mendive en la misma y éste, en un gesto de dignidad presentó su renuncia el 11 de marzo de 1863. Por esa misma época fallecía su tía doña Mercedes Mendive dejándole por heredero de sus bienes.

En 1864 el Ayuntamiento de La Habana creó tres colegios de instrucción primaria superior. Mendive se presentó solicitando una plaza de director. Un jurado integrado por diecinueve personalidades de lo más sobresaliente de la intelectualidad cubana propuso al Gobernador Superior Civil el nombramiento de Mendive para la dirección de la Escuela Superior de Varones. Varios maestros españoles combatieron proposición. Alegaban que un poeta no podía ser un buen director de escuela. El conde de Pozos Dulces, para defenderle, escribió en “El Siglo» un elogio de los poetas acalló a los intransigentes y acabó por decidir al Gobierno a firmar el nombramiento propuesto.

El 19 de marzo de 1865 se inaugura la Escuela Superior Municipal para Varones. Entre los alumnos se encuentra José Martí. El 1 de abril Mendive se casa, en segundas nupcias, con doña Micaela Nin y Colbad. El discípulo se gana el afecto de toda la familia. Ha llegado a hacer de aquel colegio su segundo hogar y casi diríamos un verdadero hogar. Es la época de las dificultades entre el carácter de don Mariano Martí ansioso tan solo de hacer del hijo buen empleado de comercio y el mocito que sueña con bellas ilusiones. En 1867 visita a La Habana el gran actor español don José Valero. Cuando conoce el drama de Mendive «La nube negra» entusiasma por estrenarlo en La Habana. Mendive le objeta que su drama es mejor escuchado en lectura, que representado y se niega autorizarlo. Ese mismo año concluye sus estudios de abogado es investido solemnemente en la Universidad de La Habana como doctor en Derecho.

Como el Ayuntamiento de La Habana se retrasaba en los pagos el director de la Escuela Superior Municipal para Varones fue hipotecando y perdiendo, una tras otra las propiedades que le dejara su tía. Cuando ya no tenía nada, le aconsejaron sus amigos que organizara un colegio de primera y segunda enseñanza. Mendive siguió el consejo y así surgió el colegio “San Pablo” donde Martí continuara sus estudios secundarios, mediante beca que le concede el bondadoso maestro, prendado del talento y el carácter del discípulo. En Prado 88, donde funcionaba la Escuela Superior Municipal de Varones, funcionaba también el colegio «San Pablo».

En 1868 escribe Mendive una novela titulada «Pobres mujeres», en la que, al decir de Martí, flagelaba «a los héroes de la tocineta del chisme, y del falso dandismo». Los originales de esta novela se perdieron y en 1921 aseguraba Francisco de Paula Coronado que sólo quedaban de los mismos unos ocho medios pliegos del papel español, doblado a la mitad y escritos por sus cuatro caras.

El 22 de enero de 1869 se celebra en el Teatro Villanueva, propiedad de la suegra de Mendive una función a beneficio de los revolucionarios. Los Voluntarios siempre tan «heroicos» y «valientes» deciden tomar represalias. Mendive no asiste a la función que se había quedado en su casa situada cerca del teatro, acompañando a su mujer que convalecía de un parto. En efecto, cuando desarrollaba la función los Voluntarios asaltaron el teatro y asesinaron a mansalva, a los asistentes sin respetar a ancianos, mujeres y niños. Al día siguiente la guardia civil registraba minuciosamente la casa de Mendive. 

Cuando concluyeron se lo llevaron preso junto con su hermano Mariano, encerrándolo en el Castillo del Príncipe. José Martí no se olvida del maestro preso. Obtiene un pase y le va a visitar en unión de su esposa Micaela Nin. Mendive le prohíbe que continúe visitándolo, por temor a que se comprometa, después Martí era también arrestado, juzgado en un Consejo de guerra y condenado a seis años de presidio. Mendive, después de varios meses de cruel encierro fue también juzgado y condenado a cuatro años de expatriación en España. Su hermano Mariano fue condenado a prisión en una de las islas africanas que España poseía. En el Castillo del Príncipe compuso algunos poemas, entre ellos el más conocido titulado «A la luz de la luna», en el que él deja traslucir su fervor patriótico.

Del Castillo del Príncipe sale Rafael María de Mendive con los cabellos blancos, camino del destierro. En Madrid establece su obligada residencia. Los intelectuales españoles le reciben y le agasajan, pero él tiene todo su interés concentrado en la suerte que está corriendo su tierra cubana, convulsionada por las batallas y los combates de una campaña que habrá de prolongarse durante diez años.

En 1872, cumplida su sanción, abandona a España. Se dirige a París y de allí a Nueva York. Definitivamente se instala en Nassau con toda su familia. Viene enfermo. Se teme por su vida. La buena de Micaela y sus hijas le atienden, le cuidan y tratan de evitarle preocupaciones. Allí escribe la leyenda «El Valle de los Suspiros». Allí recibe la noticia de que su hijo Alfredo se ha incorporado a los expedicionarios que viajan hacia Cuba en el «Virginius”. El poeta escribe entonces su poema «Has hecho bien, hijo mío”. Los expedicionarios del «Virginius» al llegar a Jamaica se enteran de que Mendive se hallaba muy grave en Nassau y obligan al hijo a desenrolarse para que vaya a ver a su padre. A esa circunstancia se debe que no fuera uno de los fusilados días después, en Santiago de Cuba, por aquel bárbaro de Burriel.

Al concluirse la Guerra de los Diez Años regresa a La Habana. Trabaja como abogado en el bufete de Valdés Fauli. Fue por breve tiempo. Después se trasladó a Cárdenas para dirigir el colegio «San Luis Gonzaga». Se afilia al Partido Liberal. Cree sinceramente que, ante el fracaso de la Guerra de los Diez Años, la única posibilidad de obtener alguna mejora el pueblo cubano está en la cristalización de los ideales del autonomismo. En diciembre de ese mismo año le encontramos en Matanzas asumiendo la dirección del «Diario de Matanzas». Fue también por breve tiempo, pues el 12 de marzo de 1879 presentó su renuncia por un disgusto con el editor del mismo don Alberto Ortiz.

Se trasladó a La Habana donde falleció el 24 de noviembre de 1886. Su cadáver fue sepultado en el Cementerio de Colón. Por iniciativa de la Logia Manuel Márquez Sterling, de la Orden Caballero de la Luz, se erigió un mausoleo, obra del escultor Santí, para el cual se trasladaron los restos del maestro de Martí, encargándose esta Orden de su cuidado en el futuro.

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