Siempre han existido guerras y violencia en el mundo; pero en Estados Unidos, donde siempre disfrutamos de tranquilidad y paz, después del siniestro suceso del 11 de septiembre del 2001, cuando terroristas árabes secuestraron aviones y los estrellaron sobre las torres gemelas en Nueva York y el Pentágono, se han desatado dolorosos e inesperados actos de terror. Veinticuatro años después de ese sangriento hecho sin precedentes, tenemos que reconocer que hemos entrado en la “era de la violencia”, la que se ha agravado por el destierro de Dios de nuestras escuelas, nuestro gobierno y nuestra sociedad en general.
Los estadounidenses acumulan casi el 46 % de los alrededor de 857 millones de armas de fuego en manos civiles que se calcula que hay en todo el mundo, según un estudio dado a conocer por Small Arms Survey.
Esta organización independiente con sede en Ginebra presentó en la sede de Naciones Unidas su primera actualización de las cifras en este ámbito en más de una década.
Según sus datos, de los más de 1.000 millones de armas de fuego que hay en el mundo, aproximadamente un 85 % son propiedad de civiles, mientras que el resto se reparten entre Ejércitos y cuerpos de seguridad.
Small Arms Survey calcula que la población civil posee unos 857 millones de armas de fuego, la mayoría sin registrar, por lo que los datos incluyen ciertas estimaciones.
Con 393,3 millones de armas concentradas en Estados Unidos, los estadounidenses tienen casi la mitad del total pese a que la población del país representa poco más del 4 % de la población mundial.
La India (71,1 millones) y China (49,7 millones) son los siguientes Estados con más armas en manos civiles, pero sus poblaciones son mucho mayores.
Según los cálculos de Small Arms Survey, en EE.UU. hay 120,5 armas de fuego civiles por cada 100 habitantes, muy por encima de las siguientes naciones más armadas: Yemen (52,8), Montenegro (39,1) o Serbia (39,1).
En nuestra nación se producen más a menudo de lo esperado, ataques públicos con armas de fuego individuales, lo que no es de extrañarnos debido a la liberalidad con la que los estadounidenses pueden adquirir un arma. No todos los casos adquieren la atención que ha merecido el incidente suscitado entre George Zimmerman, un vigilante comunitario y Trayvon Martin un joven de la raza negra que murió baleado en el pecho en Sanford, Florida, el pasado 26 de febrero de 2012.
Muchas personas que criticaron este hecho expresaron la tesis de que el mismo se produjo debido a la ley llamada en algunos estados “la doctrina Castle” o ley “alégrame el día”, en referencia al personaje Harry el Sucio. “Dirty Harry” es una película policiaca del año 1971, producida y dirigida por Don Siegel en la que el actor principal era Clint Eastwood, un investigador del Departamento de Policía de San Francisco, a quien llamaban “Dirty Harry Callahan”, quien no vacilaba en disparar contra delincuentes y asesinos.
La “doctrina Castle” llamada en la Florida “defiende tu terreno”, es venerada por la Asociación Nacional del Rifle, ya que autoriza legalmente a que cada ciudadano disponga de un arma de fuego para usarla en contra de cualquier intruso que entre en su propiedad con fines delictivos. Por supuesto, en esta ley –controversial para muchos-, se recomienda evitar cualquier tipo de confrontación a no ser que sea el último recurso intentado infructuosamente para alejar a una persona intrusa de la propiedad ajena. La interpretación de la Asociación Nacional del Rifle (NRA) es diferente, ya que afirma que “primero se dispara y después no hay por qué hacer preguntas”. Hoy día leyes como ésta se hallan en vigor en los estados de Alabama, Arizona, Georgia, Idaho, Indiana, Kentucky, Mississippi, Florida y Dakota del Sur, y de manera continuada otros estados se suman a la lista.
Texas, desde el año 2007, ha dado un paso adicional. Según su ley de protección personal, cualquiera puede disparar en defensa propia, no sólo en su casa, sino también desde su vehículo o centro laboral. En Kentucky cualquier sacerdote, pastor o ministro, contaba con el derecho legal de acudir armado al púlpito. Un año después de la inolvidable tragedia de Columbine, la legislación fue modificada y ahora se permite a cada parroquia aplicar libremente esta medida.
La Corte Suprema de los Estados Unidos no ha aprobado una restricción nacional al uso de armas de fuego, basándose en la segunda enmienda de la Constitución del país, aprobada el 15 de diciembre del año 1791 y que garantiza el derecho a portar armas.
La segunda enmienda a la Constitución de la nación que reconoce el derecho a portar armas se basa en la necesidad de la milicia. Literalmente el texto se enunciaba de esta manera: “siendo una milicia bien preparada necesaria para la seguridad de un estado libre, el derecho del pueblo a tener y portar armas no será vulnerado”. Los partidarios del control de armas afirman que la segunda enmienda se refiere solamente a entidades como el ejército, en tanto que los que creen en el libre uso de armas consideran que la enmienda reconoce un derecho que se aplica a todo ciudadano. Para James Madison la finalidad de este derecho es garantizar al ciudadano su defensa en caso de que el estado se extralimite en su control y en sus funciones. Madison fue de los primeros políticos en reconocer que el ejército puede amenazar la libertad de la nación, y además señaló que los gobiernos que restringen el acceso de las armas a los civiles lo que tratan es asegurar su poder.
Los que respaldan el derecho ciudadano a portar armas acuden también a la novena enmienda constitucional, la que establece que ninguna ley puede violar los derechos de los ciudadanos previamente concedidos. Es decir, como el derecho a poseer armas existía antes de esta enmienda, el mismo no puede ser conculcado. Por supuesto, no podemos ignorar que existen determinados controles legales para regular la posesión de armas. En la mayoría de los estados se exige al comprador de armas que tenga mayoría de edad, identificación oficial válida, evidencia de una salud mental normal, carencia de antecedentes penales y preparación previa, y si ésta no existe, la inscripción en un programa de entrenamiento. También se suele aplicar un período de espera de al menos 72 horas antes de la entrega del arma que se quiera adquirir.
El hecho es que sería posible llenar páginas mencionando actos de violencia pública promovidos por el uso de armas de fuego, lo que sirve como argumento en el que se basan los suscritos a la tesis de la prohibición de armas a los civiles.
Podemos mencionar el insólito tiroteo en la universidad Virginia Tech el 8 de diciembre del 2011; el atentado en una escuela secundaria en Charden, Ohio; el 27 de febrero de 2012; el asalto armado a la universidad religiosa Oikos, en Oakland, California, y el sangriento incidente, el 20 de julio de 2012, en el que se produjeron 15 muertes y 60 heridos en un cine de Aurora, Colorado, cuando se estrenaba la película “The Dark Night Rises”. Inolvidable es el asesinato de 20 niños y 8 adultos en una escuela primaria de Newton, Connecticut, el 14 de diciembre del 2012.
Nos conmovió el suceso en el que un padre mató a su hijo que en las sombras de la noche trataba de entrar a su casa subrepticiamente. También han existido casos relacionados con el derecho a defender la propiedad para disfrazar crímenes y cometer asesinatos que quedan impunes. En estos casos no hay testigos. Solo el agresor y la víctima.
Durante 24 años el 11 de septiembre ha servido a los estadounidenses para la introspección; primero, sobre las 3.000 muertes inocentes de 2001; con el tiempo, sobre la necesidad de la interminable “Guerra contra el Terrorismo” y el 10 de septiembre, ocurre el asesinato del activista conservador Charlie Kirk casualmente un día antes.
La muerte de Kirk por un disparo en el cuello durante un evento de debate en una universidad de Utah ha desdibujado el 24 aniversario del atentado más importante de la historia reciente.
No han logrado ponerse de acuerdo los estadounidenses en relación con el uso de armas de fuego. Tal parece, como dijo en una de sus mejores películas Cantinflas, el gran actor mexicano, que hemos cambiado el mandamiento de Jesús”. Era “amaos unos a otros”. Ahora es” armaos los unos contra los otros”.
Sin embargo, hay una causa central que muchos americanos han olvidado: el destierro de Dios de nuestras sociedades, incluidas las escuelas y sin dejar fuera el gobierno. Un país sin Dios es un país sin paz.
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