ARMANDO SÁNCHEZ AGRAMONTE

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26 de noviembre de 2024

Por JORGE QUINTANA (1954)

La Guerra de Independencia iniciada el 24 de febrero de 1895 produjo sus estrategas. Entre estos sobresalió notablemente el general Armando Sánchez Agramonte. Hizo toda la guerra en las provincias de Camagüey y Las Villas. Combatió furiosamente y logró ser tan hábil en la táctica del ataque como en la de la defensa. 

El mayor general Máximo Gómez le apreció extraordinariamente todo el apoyo que le brindara en aquella campaña del centro de la Isla, con la que el viejo dominicano aspiraba —y lo logró— mantener entretenida a grandes núcleos de fuerzas españolas, facilitando así los movimientos de los generales Antonio Maceo y Calixto García en los extremos Occidental y Oriental de la Isla. Por ello el general Armando Sánchez Agramonte mereció el honor de ser ascendido, muy justificadamente, al grado de general de brigada junto con Bernabé Boza y otros jefes insurrectos que hicieron la guerra junto al guerrero insigne que fuera jefe supremo del Ejército Libertador.

En Camagüey —el 21 de abril de 1866— nació Armando Sánchez Agramonte. La familia es de prosapia principeña. Y también de abolengo independentista. Su padre, Francisco Sánchez Betancourt, era un fervoroso partidario de la independencia cubana. Hombre enérgico, íntegro, no vaciló en llegada la Guerra de los Diez Años, en tomar el partido de la Revolución, sirviendo a la causa de su patria en unión de toda su familia. Un hijo suyo llamado Juan de la Cruz Sánchez Agramonte, murió en un combate ostentando los galones de sargento, a pesar de su poca edad. Al concluirse aquella cruenta lucha del decenio 1868-1878 regresó toda su familia a Camagüey.

En su ciudad natal estudió Armando Sánchez Agramonte. En aquel ambiente criollo se fue haciendo hombre. Al concluirse la Guerra de los Diez Años conoce al Marqués de Santa Lucía. Entre los jóvenes resueltos a reanudar la lucha figura Armando Sánchez Agramonte. Y el Marqués que organizó de inmediato la conspiración le incorporó a la misma contando con su leal y valiosa cooperación. En vísperas de iniciarse el movimiento, muere su padre. El golpe no le impedirá salir, llegada la hora fijada, a cumplir con su deber. El 24 de febrero de 1895 el pueblo cubano, siguiendo la huella trazada por Martí, se lanza de nuevo a la lucha. Los camagüeyanos aguardan por la orden del Marqués de Santa Lucía. Este, a su vez, espera noticias del mayor general Máximo Gómez.

Después de la muerte de José Martí el general Gómez organiza la invasión de Camagüey. Avanza con un pequeño núcleo de fuerzas. Los camagüeyanos reforzarán el contingente libertador. El 8 de junio de 1895 Armando Sánchez Agramonte sale al campo en su región camagüeyana, secundando así lo acordado con el Marqués. De inmediato se le reconoció el grado de capitán. El 17 de junio de 1895 recibe su bautismo de fuego en el combate de Altagracia, donde muriera el general Paquito Borrero. Después seguirá en la lucha combatiendo en El Mulato, La Entrada, San Jerónimo y El Jiquí. 

Cuando a fines de ese mismo año en 1895 el general Gómez unido al general Maceo, emprenden el avance invasor hacia Occidente, el capitán Sánchez Agramonte recibe la orden de quedarse a operar en Camagüey a las órdenes inmediatas del mayor general José María Rodríguez a quien habían designado Jefe del Tercer Cuerpo de Ejército. El 15 de diciembre, a propuesta del general Mayía, es ascendido a comandante.

En los primeros meses de 1896 cuando el coronel Boza, jefe de la escolta del mayor general Máximo Gómez se traslada a Camagüey en busca de tropas con las que reforzar el núcleo del general en jefe, que en la región villareña trata de distraer la atención de las fuerzas españolas, el comandante Sánchez Agramonte se ofrece voluntariamente para organizar un Regimiento al que se denominó, por esa misma razón, Expedicionario. El 24 de marzo se presenta con sus fuerzas al general Gómez que estaba acampado en La Reforma. Inmediatamente entra en acción. 

En el sangriento y prolongado combate de Saratoga que duró tres días y que el general Gómez compara en su Diario de Campaña con el de Las Guásimas en la campaña de los Diez Años, el comandante Sánchez Agramonte resulta herido. A pesar de ello carga al frente de sus fuerzas y obliga al enemigo a retirarse, contribuyendo con su acción, al triunfo de las armas cubanas. 

El 15 de junio el general Gómez en premio a tanta valentía le asciende a teniente coronel. La campaña prosigue intensamente. El general Gómez le manda a operar en la zona de La Trocha, de Júcaro a Morón. Allí tiene a sus órdenes al valiente coronel Simón Reyes. Tiene en su haber el de ser el primer insurrecto que la cruzó montado a caballo, que era como un reto al enemigo. El 15 de junio de 1897 asciende a coronel. Ayudó, entre otras empresas en esta etapa de sus operaciones con el Regimiento Expedicionario en la zona de La Trocha, al general Mario García Menocal cuando al frente de un contingente de habaneros que combatía en Oriente, avanzó rápidamente hacia su nuevo destino en la jefatura del Quinto Cuerpo de Ejército.

La guerra entró en su fase final en 1898. El 26 de junio de ese mismo año, el mayor general Máximo Gómez le propuso para el grado de general de brigada el cual le fue concedido con esa antigüedad.

La campaña había sido dura. En dos provincias el general Armando Sánchez Agramonte había operado a las órdenes de jefes tan destacados como los generales Máximo Gómez y José María Rodríguez. Había combatido en Saratoga, Desmayo, Lugones, Cascorro, Conchita, Marina, Machuca, El Faro, Guáimaro, Purísima, Santa Teresa, Juan Criollo, La Reforma, Demajagua, Casitas, Guayacanes; Guayacancito, Tamarindo, Gloria, Veguita, Jagüeycito, Hondones, Ranchuelo, Esperanza, Olivas, Casas de Tejas, Laurel Arroyo Blanco, Ramones, Delicias, San Marcos, Trilladeras, Punta Alegre, Mayajigüa, Chambas, Jatibonico y Blanquizar.

De regreso de la campaña se instaló en su ciudad natal. En 1899 fue designado Alcalde Municipal de Camagüey por el primer Gobierno Interventor Norteamericano, recomendado por el general Gómez. 

En 1902 el primer gobierno republicano le nombra Jefe de Personal de la Aduana de La Habana. Después le trasladaron a la Pagaduría del Tercer Cuerpo del Ejército Libertador y, finalmente, a la Pagaduría Central. El 1º de abril de 1906 fue llamado por el Presidente Estrada Palma para que se hiciera cargo de la jefatura de la policía de la capital de la República.

 Eran tiempos difíciles. Los liberales amenazaban ya con llevar a cabo la insurrección que diera al traste con el gobierno estradista. Por casi tres años desempeñó aquel espinoso cargo. El segundo Gobierno Interventor Norteamericano le confirmó el nombramiento y hasta el 31 de enero de 1909 permaneció al frente de ese cuerpo policíaco. En esa fecha presentó su renuncia al nuevo gobierno presidido por el mayor general José Miguel Gómez.

El 19 de julio de 1913 fue llamado por el Presidente Mario García Menocal para que se hiciera nuevamente cargo de la jefatura de la policía habanera. Acababa de morir, en una vulgar trifulca callejera, el general Armando J. Riva, que desempeñara ese mando. La gestión recta, disciplinada del general Sánchez Agramonte le permitió superar aquella crisis. Esta vez el periodo de mando fue más largo, pues llegó casi hasta los cuatro años. 

El 2 de julio de 1917, al reiniciarse por el general Menocal su segundo gobierno, presentó su renuncia para sustituir al general Federico Mendizábal en la Dirección de la Renta de Lotería, cargo que desempeñó hasta el 20 de mayo de 1921, en que con el ascenso al poder del Dr. Alfredo Zayas presentó su renuncia, retirándose a la vida privada.

Así vivió los últimos años de su vida, alejado de toda actividad, tan sólo atento a los grandes problemas de la patria. El 8 de octubre de 1938 desapareció este cubano leal a su época, leal a las tradiciones de su pueblo, leal a su amor por la patria a cuya redención había contribuido en forma tan generosa y espontánea.

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