De últimas, las “cordiales” relaciones entre Trump and Putin circulan en otra órbita, al menos en el momento que escribo esta columna. Trump dice estar muy enojado con su homólogo ruso porque éste se niega a firmar un acuerdo de cese al fuego, que detenga, temporalmente, las hostilidades en Ucrania. Tal vez el mandatario americano comenzó a ver la verdadera naturaleza truculenta, maliciosa, y tramposa, de la cual el resto de los mandatarios europeos están convencido. ¡Qué bueno!
Pocos días atrás, en una treta dilatoria para entorpecer las conversaciones que se llevan a cabo para abrir un paréntesis en una guerra absurda que ya cuesta más de un millón de vidas jóvenes sacrificadas inútilmente, el dictador ruso llamó por unas elecciones en Ucrania, un gobierno interino, auspiciado por la ONU, por la Unión Europea, y otros países de Europa, para entonces iniciar el proceso que termine en una paralización del conflicto temporalmente. Este planteamiento de Putin tiene, como incuestionable objetivo, echar a un lado al presidente Volodymyr Zelensky, lo que, aunque parezca raro, enardeció a Donald Trump.
Dos días después, en una entrevista con NBC News, Trump rechazó estos comentarios de Putin considerándolos inaceptables, porque retrasarían cualquier acuerdo por un extenso periodo de tiempo, a la vez que aprovechó la ocasión para amenazar con nuevas penalidades a Rusia, incluyendo sanciones al petróleo.
“Si un acuerdo no se concreta, y si yo creo que es por culpa de Rusia”, dijo el presidente, “entonces, nadie, comprando petróleo de Rusia, podría vender esos productos, cualquier producto, no sólo petróleo, en los Estados Unidos”.
Estas amenazas recientes del presidente Trump hacia Rusia marcan un departir de sus previos halagos hacia Putin. ¿Le habrá pegado una sorprendente milagrosa luz al presidente, como aquella que fulminó a Saulo (Pablo) en su camino a Damasco? Con Trump, todo es posible. ¿No fue un prodigio divino que la bala que trató de asesinarlo rozara su oreja y no su corteza cerebral? ¿No es también admirable que el hombre que tratara de disminuir a Zelensky en una furiosa confrontación en la Casa Blanca, ahora salga defendiéndole contra Putin? Todo es solemnemente sorpresivo, pero, definitivamente bienvenido.
Las evidencias revelan, con inequívocas señales, que Putin no está interesado en un cese al fuego. No quiere la paz. Siente que está ganando la guerra. Y no quiere parte de los escasos territorios ocupados, sino toda Ucrania. Por esa razón, ante los empeños de Trump de formalizar un cese al fuego en el Mar Negro, planteó demandas que incluyen, entre otras cosas, alivio en las sanciones que le han sido impuestas por USA y la Unión Europea como consecuencia de su torpe invasión a Ucrania.
Después de la invasión, en febrero del 2022, la administración de Joe Biden, con plena justificación, impuso sanciones significativas a Rusia; pero no las extendió a su exportación de petróleo, que constituye el 30% de sus ingresos, y que, de hecho, le ha permitido a Putin sufragar los enormes gastos de la guerra.
Ahora, todo parece indicar que varios de los consejeros del presidente, entre ellos su secretario de Estado, Marco Rubio, con una posición firme contra Rusia, están ganando influencia con el presidente para ampliar las sanciones vigentes, en vista de la actitud dilatoria de Moscú.
Por otra parte, no deja de ser sorpresiva la incomodidad del presidente con el Kremlin, cuando se refirió, por primera vez, la semana pasada, en su Truth Social post, a la “agresión rusa” y al expansionismo chino, como justificación por el estratégico interés de Estados Unidos en obtener Groenlandia.
Aunque Trump no abundó en detalles específicos sobre cómo funcionarán las posibles tarifas secundarias sobre Rusia, sus comentarios previos, relativos a las sanciones sobre el petróleo de Venezuela, pudieran darnos una idea de los nuevos aranceles contra Putin, si es que se llegaran a concretar.
Una nueva penalidad sobre Rusia, similar a la de Venezuela, aumentaría un 25% ahora aplicado al petróleo. Este gravamen tendría un potencial impacto global, siendo Rusia uno de los mayores productores de Petróleo, y, probablemente, afectaría, negativamente, el precio que el consumidor americano pagaría por la gasolina, al menos que se produzca un aumento en la producción por Arabia Saudita y otros productores dentro, y fuera, de la OPEP.
En resumen, si el presidente Trump es serio en cuanto a ejercer presión sobre Rusia para finalizar la guerra en términos justos para ambos bandos, el blanco ideal, y con mejores probabilidades de éxito, sería un arancel de considerable impacto sobre el petróleo.
Por supuesto, para que esta penitencia económica funcione en vista al objetivo planeado, los compradores del crudo ruso, especialmente China e India, tendrían que ser llamados a creer que la amenaza del presidente es creíble para que cooperen en el éxito de su aplicación.
Desde todo punto de vista que se le examine, la exasperación, y la nueva fortalecida retórica del presidente hacia el déspota ruso, es bienvenida. América, la única Gran Potencia Mundial del momento, está lidiando con un tirano inescrupuloso, dueño de una ciega ambición de restaurar la espantosa noche negra de la Unión Soviética sobre el destino de Europa usando a Ucrania como trampolín.
BALCÓN AL MUNDO
Las fuerzas se alinean de manera inevitable. De no lograse un acuerdo entre Irán y USA dentro de unas pocas semanas, un encuentro militar forzará el curso de los acontecimientos. Israel está determinado a impedir un Irán nuclear por razones de seguridad extrema, vital.
Un ataque a las fortificaciones donde se forja el engranaje nuclear, y sobre las cuales las fuerzas armadas israelíes tienen completa y detallada información, están en la mirilla. Un ataque repentino no está fuera de lo probable.
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La secretaria de Justicia, Pam Bondi, ha instruido a los fiscales a pedir la pena de muerte para Luigi Mangione, por el asesinato del CEO de United Health Care, Brian Thompson, en un parqueo de Nueva Jersey a sangre fría y de manera premeditada.
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Nicolás Maduro está tratando desesperadamente con algunos miembros del congreso americano, para que se le levante la suspensión de la licencia a las compañías petroleras que solían llenarle los bolsillos de dólares. Lo logró con Biden, pero le va a hacer difícil con la administración de Donald Trump y con Marco Rubio como secretario de Estado. Las licencias continuarán suspendidas por largo tiempo, o, hasta que Maduro abandone, o lo saquen del poder.
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La administración de Trump había proyectado la venta de cientos de edificios federales pertenecientes al Estado. Pero una subsecuente reconsideración estimó que no era prudente ni rentable efectuar la venta en estos momentos. De los aproximadamente 300 edificios, sólo se venderán ocho. ¡Del lobo un pelo!
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