Por J. A. Albertini
Es todo un pecado no hacer lo que
realmente uno es capaz de hacer.
José Martí.
Ángel Cuadra, el poeta y luchador incansable, por la libertad plena de su patria, Cuba, y la dignidad del ser humano, nació en la ciudad de La Habana un 29 de agosto de 1931 y murió en Miami el 13 de febrero de 2021, lejos en distancia geográfica, nunca sentimental, de su amada y sufrida Isla.
Ángel Cuadra vino al mundo en el seno de una familia de honrados y humildes trabajadores cubanos que laboraban en la industria tabacalera nacional. Su padre Ernesto Cuadra Madrazo era tabaquero y la madre, Amada Landrove, por décadas trabajó como cigarrera, así se conocía el oficio, en una reputada fábrica de cigarrillos. Amada, también, en épocas de la Cuba republicana y bajo los gobiernos del Dr. Grau San Martín y el Dr. Carlos Prío Socarrás, se destacó como una aguerrida líder sindical que denunció y combatió, de manera exitosa, la penetración comunista en el gremio tabacalero.
El matrimonio Cuadra Landrove tuvo tres hijos: Dos hembras y un varón. Martha, la mayor, se doctoró en pedagogía. Asimismo fue profesora de música y concertista. Ernestina, la segunda en nacer, siguiendo los pasos de la hermana, también, se doctoró en pedagogía y paralelamente ejerció como profesora de música y solfeo. Ángel el menor, se hizo doctor en leyes, abogado. Al mismo tiempo, su sensibilidad y condición humana lo llevaron a convertirse en uno de los mejores y más honrados poetas cubanos de su generación. Digno de la cercanía de un José Martí. Por otro lado, encausando parte de su gran talento, fue periodista, ensayista, profesor de literatura y teatro, entre otras actividades.
Algo que demostró la familia Cuadra Landrove fue que en la Cuba republicana, por humilde que fuesen los orígenes, la juventud esforzada, aunque no siempre de manera fácil, tuvo acceso a la educación superior.
El cuartelazo del 10 de marzo de 1952, propinado por el General Fulgencio Batista, contra el gobierno constitucional de Dr. Carlos Prío Socarrás, sorprende y disgusta al joven estudiante universitario que, ya por entonces, es Ángel Cuadra Landrove. Pronto, participa en protestas estudiantiles y se suma al movimiento clandestino que busca deponer al gobierno de fuerza.
A la llegada del 1 de enero de 1959, como la mayoría del pueblo cubano, el abogado de graduación reciente, se ilusiona con el proyecto de revolución democrática y comienza a trabajar, como jurista, en un importante ministerio gubernamental.
Al poco tiempo, percatado del camino totalitario y comunista que tomaba la revolución, nuevamente comienza a luchar, como anteriormente ya lo había hecho, contra el régimen del general Batista.
En 1967 es detenido y sentenciando a 15 años de prisión política. Condena que, dignamente y bajo condiciones de rigor implacable, cumple en diferentes reclusorios de la Isla.
Ángel Cuadra, al llegar a prisión, ya era poeta. En 1954 había ganado en la Universidad de La Habana el premio de poesía Rubén Martínez Villena y en el año 1959, además de estar integrado al movimiento cultural habanero, publica su primer libro de poesía: “Peldaños”.
No obstante, es durante el cautiverio que, a contrapelo de las rejas penitenciaras, su estatura de poeta y ensayista, traspasa muros y barrotes para convertirlo en voz vibrante que denuncia los abusos y maltratos que se cometen contra, sancionados políticos, opositores en activo y ciudadanía en general, por la dictadura totalitaria, de inspiración extranjera, que se ha entronizado en Cuba. Tal es así que el PEN CLUB Sueco lo nombra miembro de honor de la agrupación, al mismo tiempo que desatan una campaña de alcance mundial en la cual se denuncia las duras condiciones de encierro en que el poeta, junto a la totalidad de los reclusos, en el día a día, enfrenta.
En el presidio político, repito, se crece como poeta de alcance continental y universal, pero paralelo a la actividad intelectual también, se destaca por su activismo y rechazo a todo tipo de acercamiento o componenda con los representantes carcelarios, del castro-comunismo.
El ex prisionero político; luchador tenaz por la libertad de Cuba, Ángel De Fana cuenta que en 1967, provenientes del recién clausurado reclusorio de Isla de Pinos, él y un nutrido grupo de presos históricos, fueron trasladados para la prisión de La Cabaña y encerrados, en varias galeras. De Fana dice que un buen día, sin consentimiento o conocimiento de las autoridades penitenciarias Ángel Cuadra y Roger Reyes, recién sancionados, y ya localizados en La Cabaña, luego de meses de intensos interrogatorios y vejámenes en los cuarteles habaneros de la llamada Seguridad del Estado, G-2, se introdujeron en la galera número nueve. Y sigue narrando De Fana que ese día fue que conoció a Ángel Cuadra. También, narra que, tiempo más tarde, cuando los esbirros castristas, con amenazas y golpes, trataron de que abandonaran el histórico uniforme amarillo de presos políticos, para vestir uno de color azul, que no hacía diferencia entre reclusos políticos y delincuentes, ellos se negaron. Y De Fana enfatiza con admiración que Ángel Cuadra y Roger Reyes que no habían estado en las circulares de Isla de Pinos, pero sí conocían el significado del uniforme amarillo, se solidarizaron con ellos. No aceptaron la vestimenta azul y quedaron en calzoncillos, como los demás:
“Al verle en calzoncillos, sumamente delgado y de estatura mediana, sentí pena y pensé, esto podría ser demasiado para él” —evoca De Fana. No obstante, termina afirmando, —“Me equivoqué de aquella primera impresión. Ángel Cuadra fue es y será, para mí, mientras yo viva, uno de los hombres más valientes, honrados y llenos de amor patrio que he conocido, Y créanme cuando les digo, que durante mis más de 22 años de prisión, topé con infinidad de cubanos aguerridos y de convicciones firmes. Ese amor por la patria, inspirado en las ideas de José Martí, considero, fue el alimento principal que, en todo momento, energizó, para la lucha y la creación, la anatomía frágil de Ángel Cuadra Landrove” —termina Ángel De Fana.
Y mientras otros poetas reconocidos, en busca de prebendas, de todo tipo, se sometían al castro-comunismo y usaban sus versos oportunistas para alentar la opresión y alimentar, ideológicamente, a los paredones de fusilamiento, Ángel Cuadra, en la oscuridad, paradójicamente, luminosa de su encierro, al conocer del fallecimiento, el 25 de mayo de 1972, en huelga de hambre, del líder estudiantil Pedro Luis Boitel Abraham, escribe un largo poema, dedicado al mártir, titulado: MENSAJE A NO SÉ QUIÉN. A continuación la primera estrofa.
Murió Boitel.
Se dice así…y nada más; qué fácil.
Sencillamente como una noticia que resbala.
Murió seco, comido por sí mismo, ¡de hambre!,
En la cárcel, enfrente de los lobos.
Lo echaron a morir y le dieron sus dientes;
Entre sus propias uñas le pusieron
el vientre, el pecho, el corazón, la sangre, el alma.
Y se exprimió solemne, gota a gota,
la uva que ardía con su vida….
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