Eduardo Montalvo
Una de las cosas que más extrañamos cuando dejamos nuestros países son nuestros amigos. Nuestra memoria es asaltada constantemente por recuerdos de tiempos compartidos con aquellos seres que nos brindaron su sincera amistad, con quienes jugábamos por interminables horas y con quienes nos unían sentimientos de complicidad, afinidad y empatía, los cuales se mantienen imperturbables a pesar del paso del tiempo.
Yo siempre recuerdo al trío de amigos que dejé atrás en mi tierra natal; ellos son auténticos activos en la hoja del balance de mi vida. Ellos me enseñaron a compartir, no sólo lo material, sino también lo intelectual y lo espiritual. Me mostraron que sí es posible confiar en alguien y que también que es posible amar a un extraño como amo a mi propio hermano. En fin, ellos me dieron la oportunidad de imprimirle un categórico significado a la palabra “amistad”, y es por ello que siempre les estaré agradecido.
Ahora, es cuando comprendo que la verdadera amistad es una energía intemporal que permanece latente durante nuestras vidas y que nos infunde ánimos para volver a confiar en la Humanidad.
En mis 25 años de vida en este gran país me he relacionado con gente de diversos orígenes con distintas lenguas y culturas, pero, puedo contar con los dedos de una mano mis verdaderas amistades, y me sobran dedos.
Los amigos de verdad se conocen en las buenas y en las malas, y ellos nunca se pierden de vista a pesar de la distancia y del tiempo. A los verdaderos amigos se les ama, y es por ello que es tan difícil encontrarlos. Toma tiempo y dedicación poder llegar a desarrollar una relación donde el otro es tanto o más importante que nosotros mismos.
Por su parte, el lenguaje inglés dificulta el fomentar verdaderas amistades. Quienes hablan inglés dicen amarlo todo, cuando en realidad lo que quieren decir es que les gusta.
En inglés se “ama” con extrema facilidad: Se “ama” ir al cine, a un helado, a un carro, y hasta a un trabajo, y esto desvirtúa el sentido del verbo “amar”, tal como lo usamos en español. Nosotros no decimos que amamos las cosas, y si amamos a alguien es porque de verdad lo amamos.
Yo creo firmemente en el valor de la Amistad y es por ello que estoy muy agradecido de aquellas personas que han jugado papeles protagónicos de amigos en el teatro de mi vida.
¡Gracias mis amigos!
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