Entrevista por Angel Augier (1953)
En cada viaje a Cuba, encuentra más ancha y difundida la vida y la obra del Apóstol. Su deuda al escritor, y a Sarmiento, “ese toro bravo”.- La visión del Continente y la difusión de Martí en América.- “Una nueva guerra arruinaría a Europa, a la humanidad”.- Enamorada de Martí.
Alta, austera, serena, llega de nuevo a Cuba Gabriela Mistral, ansiosa de decir personalmente su “recado” al oído de José Martí, en su cumpleaños -en el centenario de aquel a quien ella ha llamado “el hombre más puro de la raza”.
Mucho nos ama Gabriela al Apóstol y a través de él y de su pueblo, a nuestra Isla, con un amor más acendrado cada día y renovado en cada ocasión en que el sol que iluminó la infancia de Martí, toca la rica humanidad de esta chilena universal, de esta gran mujer americana.
Eso sólo justifica su presencia en las fiestas martianas, y el cariño y la devoción con que se acoge a la poetisa fuerte y tierna y a la educadora de profunda huella, en esta tierra que es como la de su espíritu.
Lucila Godoy Alcayaga es su nombre verdadero, y nació en Vicuña, en el norte de Chile, en abril de 1889. Autodidacta, por irresistible vocación ingresó en el magisterio a los 15 años, distinguiéndose pronto por su talento y consagración.
El primer lauro por sus versos lo obtuvo en un certamen poético en 1914, en Santiago de Chile, y pronto su seudónimo de Gabriela Mistral se hizo frecuente al pie de magníficos poemas en revistas y libros de lectura.
Por su personalidad pedagógica literaria fue exaltada a directora de escuela en 1918 en Punta Arenas, y trasladada a Santiago con igual categoría en 1921, cuando ya había alcanzado justa nombradía continental.
En 1922, el Instituto de las Españas de la Universidad de Columbia editó su primera colección de poemas: “Desolación”, punto de partida de su recia y fecunda obra lírica; y ese mismo año se trasladó a México invitada por el ministro de Educación, José Vasconcelos, para colaborar en la reforma docente desarrollada entonces. Allí publicó el libro “Lecturas para Mujeres”, y regresó a Chile en 1925, después de viajar por Estados Unidos y algunos países de Europa, entre ellos España en que publicó su poemario “Ternura”.
En 1926 partió nuevamente al extranjero, para representar a su país en el Instituto de Cooperación Intelectual de la Liga de las Naciones, y entre 1930 y 1931 visitó nuevamente Estados Unidos y recorrió las Antillas y la América Central, donde ofreció conferencias y cursos en universidades e instituciones culturales. Fue en esa ocasión que vino a Cuba por primera vez y dió a conocer ese bellísimo estudio suyo sobre “La lengua de Martí”. Y desde 1932 ha desempeñado cargos consulares del Gobierno de Chile en ciudades de Europa y de América, y dictado conferencias y colaborado en principales diarios y revistas del Continente.
Ha publicado posteriormente otros libros de poemas, entre ellos “Tala”, el producto de cuya primera edición dedicó al auxilio de los niños republicanos españoles.
Es el único autor hispanoamericano que ostenta, hasta 1953, el Premio Nobel de Literatura, que le fue concedido en 1945.
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