ALAIN BESANÇON, UN PENSADOR INDISPENSABLE QUE NOS DEJA

26 de julio de 2023

Poco conocido en el mundo hispanohablante porque sus trabajos raramente han sido traducidos a nuestro idioma, Alain Besançon acaba de morir en París el pasado día 9. Tenía 91 años de edad y de acuerdo a lo expresado por próximos como Françoise Thom conservó hasta el final su proverbial lucidez.  Miembro de la Academia de Ciencias Morales y Políticas en cuyas secciones de sociología y de filosofía figuraba desde 1966, Alain se singularizó en el mundo universitario y periodístico como un espíritu libre conjuntamente con Jean-François Revel. Cada uno en su género y en su estilo se encuentran ambos entre los intelectuales que más he seguido y admirado desde mi llegada a Francia.

Nacido en 1932 en el seno de una familia de profesionales que podía entonces calificarse de burguesa, militó a principios de los años 1950 en el Partido Comunista. Acababa de entrar a la universidad y sobrepasa apenas su veintena. Se dice que los jóvenes tienen derecho a soñar, a sus expensas desde luego. Pero en 1956, meses después de la publicación del Reporte Krushchev puso fin a ese episodio que en lo adelante trató de explicar retrospectivamente en varios libros. Sus intercambios con otros pares que incurrieron en idéntico traspié son antológicos y la explicación de tal deriva está en uno de sus ensayos más importantes, Le Malheur du Siècle así como en intercambios con Emmanuel Le Roy Ladurie. Consagró en consecuencia gran parte de su quehacer a la disección de la ideología comunista y de su centro neurálgico moscovita.

Fue uno de los especialistas más respetados de la civilización rusa. En 1961 pasó dos años haciendo un posgrado en Moscú y a continuación obtuvo, gracias al apoyo del profesor Marc Raeff – un ruso emigrado a Estados Unidos siendo muy niño – una beca en la Columbia University financiada por la Fundación Ford. En Norteamérica ejerció como profesor universitario en Rochester y en Stanford. Trabajó posteriormente para la enseñanza superior británica. Todos sus libros están traducidos al inglés.

Entre esos libros, para alguien que como yo vivió en carne propia una tiranía de izquierda tributaria de orígenes ideológicos bolcheviques, leer como se lee un catecismo «Los orígenes intelectuales del leninismo» fue una revelación que allanó reflexiones que hasta hoy me han ayudado a abordar enfoques y análisis casi cotidianamente. Convertido al conservadurismo liberal después de haber conocido en La Sorbona a Raymon Aron mientras preparaba su tesis doctoral, el camino de Besançon no se apartó en lo adelante de esa senda. Sobre ella fue creando otros libros, revistas y empresas que han durado hasta nuestros días. Pienso en la creación, junto a Jean-Claude Casanova, al propio Aaron y a Revel, de la importante revista Commentaire en 1978. Guio como catedrático a cientos de alumnos que asistían a sus cursos en el Collège de France o que trabajaban en los centros de investigaciones como el prestigioso CNRS. 

La atención de este pensador simpar estuvo acaparada siempre por el análisis de las ideologías. Comparó el nazismo y el comunismo, los dos grandes males del siglo pasado. Y se empeñó en demostrar como la destrucción que en lo humano causaron, aniquilando a los hombres y a las mujeres a ellos sometidos, coadyuvaron a asesinar su inteligencia, su moralidad, su vida social y su acción política. La unicidad de los exterminios nazis en los campos de concentración fueron naturalmente objeto de sus enfoques y los puso en paralelo con los de los comunistas. Se apoyó para hacerlo en las cifras del Libro Negro del Comunismo publicado por Stéphane Courtois en 1997. Interpretar esos hechos es un expediente que jamás podrá cerrar definitivamente el pensamiento contemporáneo.

Abordando lo religioso en nuestro presente apuntó al vacío que experimentamos para tomar conciencia de los peligros que nos amenazan. Según lo escrito por Alain es erróneo pensar que el origen de males como los antes citados están en nosotros de manera congénita. Nos acusaba recientemente de mirar indebidamente, no hacia los gobiernos autoritarios y dictatoriales de izquierda que nos gastamos en medio mundo, sino en dirección a resabios culpabilizadores de un pasado. El resultado de tal desvarío ha sido propiciar un reforzamiento de las actitudes de los extremos, combustible idóneo para estallidos sociales como los vividos en Francia semanas atrás.

Leer a Alain Besançon seguirá siendo indispensable para quienes nos esforzamos en comprender los tiempos tormentosos en los cuales nos ha tocado vivir. En cuanto al futuro, son otros cinco pesos. Los oráculos tienen la palabra.

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