AL FIN SE APRUEBA LA AYUDA A ISRAEL, TAIWÁN, Y UCRANIA

Written by Adalberto Sardiñas

30 de abril de 2024

La Cámara de Representantes, ¡al fin!, pese a la oposición de 14 renegados congresistas republicanos, aprobó los 91 billones de dólares que comprenden la ayuda a Ucrania, Israel, y Taiwán. Le siguió, la aprobación por el Senado, y la firma del presidente Biden. De haberse aprobado antes, se hubiera evitado la precaria situación en que se encuentran las fuerzas armadas ucranianas, por falta de municiones y equipo aéreo sofisticado para repeler los ataques diarios de los invasores rusos. ¿Por qué esta obstinada, peligrosa, e injustificada demora?

Simplemente por posturas políticas, en nombre de oscuros y falsos postulados, ausentes de fundamento lógico, práctico o moral. ¿Era importante el asunto migratorio con su crisis de la frontera? Sí, incuestionablemente. Pero también lo era la ayuda a los tres países aliados, dos, bajo directo ataque, y el otro, diariamente acosado por la potencia china. ¿Tenía sentido sacrificar a nuestros aliados porque no se encontraba un punto satisfactorio entre los dos partidos en pugna para resolver la crisis de la frontera? Por supuesto que no. Ambos temas, aunque de suma importancia, podían ser de naturaleza excluyente. Cualquiera de los dos podía tratarse, y resolverse, independientemente del otro, como finalmente sucedió. Lo que nos conduce a la conclusión de que la demora en la ayuda a nuestros aliados no ha sido más que un fútil empeño, de bajo equilibrio político, de un grupúsculo de l4 rebeldes sin causa, resentidos, porque nunca tuvieron suficiente apoyo para pasar una resolución para lidiar con el problema migratorio. 

El Partido Republicano, que ha venido dando tumbos, en una danza caótica hacia el precipicio, encontró apoyo en el respaldo de Donald Trump al Speaker Mike Johnson, y a un grupo de demócratas, que, en un desacostumbrado gesto bipartidista, se unió al Speaker para pasar las proposiciones que garantizan la ayuda que, por largo tiempo, se mantuvo secuestrada por el grupo aislacionista. Este fue un necesitado triunfo para el Partido Republicano, y una bienvenida derrota del caucus extremista. 

Pero es temprano para declarar total victoria sobre la facción reaccionaria extremista. El mismo grupúsculo, liderado por Marjorie Trashy Greene, que depuso al Speaker anterior, McCarthy, amenaza con remover, también, a Mike Johnson, porque, según ella, traicionó al Partido Republicano. ¿De qué partido habla? Porque lo que ella defiende no es al partido en sí, sino a una pequeñísima parte de él, integrado, en su mayor parte, por descerebrados cavernícolas, como ella, que, a falta de talento, buscan notoriedad a través del escándalo y maniobras siniestras que no le hacen ningún bien al Partido Republicano, y, dicho sea de paso, tampoco a ellos, aunque ese sea su más ardiente deseo.

Lejos de condenas y furiosos ataques partidarios, el Speaker Johnson merece debido crédito por la forma en que pudo obtener el pase de las proposiciones. Debido al mínimo margen de votos (UNO) con que contaba, no le quedaba otra alternativa que buscar apoyo en la parte centrista de los demócratas para aprobar la requerida ayuda. Sólo así, lo pudo lograr.

En medio de este cenagal empeño partidista, irónicamente dentro del mismo partido, aparece la pegunta inquietante y desestabilizadora: ¿podría Mike Johnson ser depuesto, como lo fue Kevin McCarthy? Es posible, pero no probable. En este caso, el actual Speaker cuenta con más apoyo en el campo demócrata que lo que jamás obtuvo McCarthy. Y, por la necesidad de su sobrevivencia como líder político, no tendrá otra opción que apelar a ellos. Y los demócratas, por su parte, y atendiendo a su propio interés, sin muchas alternativas a la mano, respaldarán a Johnson ante la incógnita de un nuevo Speaker, quienquiera que éste sea.

La cuadrilla de congresistas que se oponen a la ayuda aprobada no cree que Estados Unidos debería asistir, con ayuda militar, o de otra forma, a los países aliados atacados por poderes autoritarios.

Mike Johnson, un abogado inteligente, muy versado en el derecho constitucional, conservador centrista, de corte reaganista, ha desplegado una labor muy aceptable, en su función como Speaker, dada la tenaz oposición que le presenta el caucus extremista radical atrincherado en la Cámara Baja. 

Desde cualquier ángulo que se le mire, el esfuerzo de Mike Johnson para lograr la aprobación de este vital paquete de ayuda a nuestros tres importantes aliados, ha sido un acto de principios y de coraje, que, además, conlleva un claro mensaje a nuestros adversarios: América, está de regreso.

Resulta alentador, en un momento de inestabilidad global, que suficientes republicanos parezcan entender el concepto de paz a través de la fuerza que rindió tan excelentes beneficios para poner fin a la Guerra Fría, y el desmantelamiento de la Unión Soviética.

Pero, con esta reafirmación, vienen otras preocupaciones. La pusilanimidad, mostrada con frecuencia por el presidente Biden, queriendo, por una parte, la sobrevivencia de Ucrania, y, por la otra, la no derrota de Putin, eleva una ambigüedad peligrosa. Joe Biden ofrece armas a Zelenski, pero, al mismo tiempo, le pide que no ataque puntos dentro de Rusia, cuando Putin lanza bombardeos diarios contra blancos civiles, destruyendo edificios donde habitan cientos, o miles, de civiles en las ciudades ucranianas; y de últimas, ha requerido que Ucrania no ataque las refinerías y depósitos petroleros para evitar un alza en el precio del combustible.

Esta actitud ambivalente de la actual administración deja un indefinido vacío en nuestros aliados. Europa ya no confía con plenitud en el respaldo americano. En Ucrania, el respaldo ha sido absoluto en ocasiones, y vacilante en otras. Un pasito hacia delante y dos para atrás. La ayuda llegaba a veces a cuentagotas, y se limitaba la cantidad y calidad del armamento. Había que defenderse, pero no atacar a Rusia. Los F16 se prometían, pero no llegaban. El presidente Biden, no quería, como ahora en Israel, extender la guerra. Quería un conflicto de contención y desgaste ante el temor de un Putin nuclear que intimidaba al mundo, incluyéndolo a él, con inusitada frecuencia.

Somos la nación más rica y poderosa que jamás han conocido los siglos de nuestro planeta. Pero necesitamos, de cuando en cuando, demostrar ese poder.

También ahí radica la grandeza americana.

BALCÓN AL MUNDO

Si las planeadas elecciones presidenciales en Venezuela para el próximo 28 de julio se llevan a cabo, ausente el factor fraude, Nicolás Maduro, y su pandilla delincuencial estarán fuera del poder. La Plataforma Unitaria, con el apoyo de María Corina Machado, ha designado, como su candidato presidencial, al exembajador Edmundo González Urrutia. El nudo gordiano del asunto es la unidad. Si la oposición se mantiene unida, Venezuela encontrará al fin la libertad por la que lleva muchos años luchando.

Maduro está arrinconado. La presión internacional, especialmente, la de los presidentes Gustavo Petro, de Colombia, y Lula da Silva, de Brasil, más la de EE.UU. detrás del telón, no le dejan espacio de maniobra. Perderá las elecciones a menos que se lance al precipicio y suspenda los comicios. Pero incluso con esta acción desesperada, sus días en la presidencia están contados. 

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Las cosas van mejorando en la economía argentina. El plan de reestructuración, puesto en práctica por el presidente Javier Milei, empieza a dar resultados. El pasado trimestre fiscal, terminado en marzo, por primera vez en 20 años, mostró un superávit. 

Argentina es un país rico, poblado por gente inteligente, que sólo necesitaba organización, disciplina, y gobernantes serios y honestos.

Parece que encontró esa mágica combinación.

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Los ecuatorianos, en un referendo, confirieron poderes al presidente Daniel Noboa, para proceder, con amplios poderes, contra la violencia desatada en el país por los grupos gansteriles compuestos por carteles narcotraficantes con base en México.

La nación sureña ha estado abatida desde hace un año por una violencia que ha causado alrededor de 8 mil muertes. Se espera que los poderes de emergencia otorgados al presidente le ayuden a controlar este brote terrorista.

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Polonia ha expresado que está dispuesta a mantener una presencia nuclear en su territorio, si la OTAN decide que es una acción prudente, y plausible, ante la amenaza de que Rusia, en el futuro, pretenda repetir una agresión como la perpetrada contra Ucrania.

Los europeos, también lamentan que el presidente Biden, temeroso, ha cedido ante el chantaje nuclear de Vladimir Putin empeorando la situación de Ucrania.

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Los disturbios que se desarrollan en nuestras principales universidades, casi todos violentos y destructivos, de naturaleza antisemita y antiamericana, con gritos de “muerte a América”, con la complicidad de profesores, y directores, tiene una solución simple: un alto porcentaje de esos estudiantes revoltosos son extranjeros que vienen con visa temporal, los que, al ser detenidos, deben ser expulsados del centro docente, primero, y después, expulsarlos del país. No son residentes, ni ciudadanos. Están sirviendo a organizaciones terroristas enemigas de nuestra nación. 

No tienen lugar en este país.

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