POR LUIS DE LA PAZ
El cantante Marcelino Valdés forma parte de una legendaria familia de músicos cubanos, que tiene su mayor figura en Vicentico Valdés (1921-1995). Pero ser un Valdés de esa saga familiar es casi inevitable tener algún vínculo con canciones, fundamentalmente boleros o algún instrumento musical.
Marcelino Valdés, sobrino del gran Vicentico y también cantante, periódicamente va dejando su huella en el marco musical de Miami donde reside desde hace varios años, interpretando temas de su tío y de otras figuras del cancionero, siempre imprimiéndole su propio estilo, marcado por el sentimiento y las características de su voz melodiosa y acogedora.
Gusta de los espacios íntimos y estar cerca del público, porque eso le facilita sentirse más a gusto y lograr mejores resultados interpretando boleros, baladas y otras melodías que emocionan por su letra y música.
Hace unos años editó un exitoso disco, Homenaje a Vicentico Valdés, y recientemente ha sacado De Valdés a Valdés, un proyecto que preparó en conjunto con la compositora y arreglista Marta Valdés (1934-2024) y que concluyeron poco antes de ella fallecer a los 90 años.
—Eres parte de una familia de músicos que comienza con el Septeto Ignacio Piñeiro, pasa por la banda de Benny Moré y continúa con tu tío el célebre Vicentico Valdés ¿Cuéntanos de esa sorprendente familiar?
Efectivamente, trataré de resumir un poco la respuesta a tu pregunta y comienzo rememorando a mi tío Alfredo Valdés, quien desde muy joven formó parte del Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro. O sea, mi tío Alfredo nace en el año 1908 y a finales de la década del 20 ya integraba esa agrupación. En su voz se escucharon temas como Échale salsita, Don lengua y Guanajo relleno, entre otros. Posteriormente pasó a la Orquesta de Cheo Belén Puig.
Lázaro mi primo, hijo de mi tío Oscar, muy joven también, fue el pianista de la Banda Gigante de Benny Moré. Mi tío Vicente fue el más famoso, pero te digo que dentro de la familia hay muchos que brillaron con mucha luz, aunque no hayan tenido esa gran fama: mi padre Marcelino Valdés, mi tío Oscar Valdés, mis primos Lázaro y Lazarito Valdés, mis primos Oscarito y sus hijos Oscarito y Diego, mi primo Alfredito Jr., mi primo Rolando… y si sigo mencionando esto se haría interminable con toda la decendencia de músicos talentosos pertenecientes a la familia.
—Eres uno de los Valdés músico, ¿cómo te incorporas a esa saga familiar?
Bueno de hecho yo diría que no es que me incorpore a esa saga familiar como músico. Yo pienso que eso estaba incorporado en mi ADN. Siempre sentí pasión por la música. De niño crecí rodeado de discos, de buena música. Aunque me crie con mi familia materna, en mi casa se escuchaba música popular, pero también se escuchaba música clásica, jazz… Yo recuerdo que de niño yo sabía quiénes eran Nat King Cole, Johnny Mathis, la Orquesta de Glenn Miller, Rachmaninoff, Mozart, Tchaikovskyi… es decir, que sufrí un “bombardeo” musical sanguíneo y exterior.
—Eres el último de los Valdés cantando, ¿hay otros de tu genealogía en la música y los instrumentos?
Bueno, imagínate que hay muchos Valdés en la música que no conozco personalmente. Me refiero a los hijos de muchos primos que ya vienen siendo primos segundos o terceros pero Valdés. Yo te puedo mencionar a mis primos Lázaro Valdés y a su hijo Lazarito, director del Grupo Bamboleo que fue muy popular en Cuba. Oscarito Valdés, vocalista y percusionista del Grupo Irakere y sus hijos Diego, bajista, y Oscarito, baterista, ambos excelentes. Este último fallecido prematuramente. Mi primo Alfredito Valdés Jr., hijo de mi tío Alfredo, fue un excelente pianista y productor con un gran prestigio, sobre todo en New York. Rolando Valdés, mi primo, también fue un excelente percusionista. Ya te digo, la lista es larga y faltan los hijos de los primos.
—Tu primera vocación fue el periodismo, pero luego tomas el camino de la música. ¿Qué pasó con el periodismo?
El periodismo está ahí: latente. El periodismo se mantiene en mi sed de escuchar las noticias y alimentarme con toda la información que me proporcionan y analizo. No me quedo con la información de una sola fuente; trato de ver más de una y llegar a mi conclusión.
En mi muro de Facebook usualmente trato de abordar siempre una temática diferente. No sólo referente a la música. Como ser social, no estoy ajeno a todo lo que ocurre en la sociedad.
—Recientemente has sacado una nueva producción De Valdés a Valdés, con canciones de Martha Valdés. ¿Cómo surge el proyecto que creo trabajaste estando la compositora aun con vida?
Pus sí. De Valdés a Valdés es un proyecto que he venido madurando desde hace muchos años. Para que tengas una idea en el año 2005 conocí a Marta Valdés y le hablé de mi sueño de grabar un disco con algunas de sus canciones. Incluso le pedí con todo respeto que si podía contar con ella para grabar un dúo para ese disco que, en aquel entonces, era sólo un sueño.
Bueno, para no hacer larga la historia, hace alrededor de dos años, le hablé de esa idea a mi primo Lazarito Valdés, pianista, y la respuesta fue: “para luego es tarde”. Comenzó a hacer los arreglos y de hecho se convirtió en el Director Musical del proyecto en el que participaron músicos extraordinarios como Bismarck Ochoa Abad, Alejandro Sánchez, Eglys Castillo, Jorge O’Farrill, Nahomi Guerra, Loreta González, Alain Varona y Carlos de la Vega, como ingeniero de grabación, programación y mezcla.
El disco está compuesto de 11 canciones. Tuve la dicha de que Marta escuchara la mayoría de éstas grabaciones ya premezcladas y me diera su opinión pocas semanas antes de su adiós.
Algo significativo de este disco es un trío que, gracias a la tecnología, lo hacemos Marta, Malena Burke y yo. Por qué Malena si este proyecto es De Valdés a Valdés”. Pues por el vínculo tan estrecho que han tenido “las Burke” con Marta Valdés. Nadie mejor que Malena para que formara parte de este homenaje.
Este disco ya está disponible en todas las plataformas digitales como Youtube Music, Spotify, itunes, Apple Music, Pandora, etc. Más adelante haré un lanzamiento físico del disco del que pretendo hacer una tirada en vinilo, con un diseño de carátula muy novedoso resultado del trabajo del artista gráfico Orlando Silvio Silvera Hernández. Por supuesto que cuando tenga la fecha te avisaré y desde este momento estás invitado.
—Tu anterior disco es Tributo a Vicentico Valdés. Cuéntanos de ese homenaje a tu tío.
Tributo a Vicentico Valdés fue un disco que grabé con el sello RMM de Ralph Mercado que, para mi desgracia, acabado de realizar, la compañía se declaró en bancarrota y el disco no se comercializó. Yo me quedé con los derechos y se puede escuchar en las plataformas digitales Youtube Music y Spotify.
La producción está compuesta por 12 temas popularizados por mi tío Vicentico Valdés pero con arreglos muy contemporáneos realizados por el maestro Jorge Luis Sosa, quien, además, tuvo a su cargo la dirección musical del proyecto. Entre los temas se destacan: Añorado encuentro, Los aretes de la Luna, Envidia y Camino del puente, entre otros.
—Sales de Cuba en 1994 en pleno Período Especial. ¿Qué te impulsa a dar el siempre difícil paso de tomar el camino del exilio?
La respuesta es obvia: ¡no soportaba más! Me cansé de la retórica, de las mentiras, del discurso manido que aún persiste, de que le quieran imponer la lógica a lo ilógico…
No son capaces de levantar al país. No tienen capacidad de organización. En lo único que han sido eficientes es en destruir y tratar de confundir a la opinión pública mundial con la retórica del Imperialismo y el bloqueo. En el año 1994 no pude más y decidí partir de cero en Estados Unidos. No me puedo quejar. Ha sido duro pero valió la pena y todos los días le agradezco a este país que me haya abierto las puertas. Que haya puesto en mis manos “la vara de pescar” y que la “pesca” dependiera de mi empeño y perseverancia.
—Generalmente cuando haces presentaciones en público escoges lugares pequeños. ¿Qué aporta la intimidad a un intérprete como tú, que eres parte del fillings?
Los lugares pequeños te dan la posibilidad de interactuar más con el público. Tienes a las personas a tu alcance y los sentimientos que trato de transmitir en cada canción son más directos. No sé, así pienso yo. Una cosa es cantar y otra interpretar. Yo me considero un intérprete, un transmisor de emociones.
Por supuesto que también me fascina presentarme en un teatro repleto de público. Esa es otra adrenalina muy diferente. Algo que nunca olvidaré y recuerdo con mucho orgullo fue cuando me presenté en el icónico Teatro Apollo de Harlem, en New York. Tres pisos de lunetas repletas de público mostrando aceptación hacia mi trabajo, es algo como para no olvidarlo jamás.
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