Por: Dr. Daniel I. Pedreira
Recientemente, en Miami se dio la triste y bochornosa noticia del vandalismo cometido contra unos murales ubicados en el Parque Dorsey del barrio de Overtown, al norte del “downtown” de la ciudad. Estos murales honra a varios peloteros de la raza negra, incluyendo al estadounidense Jackie Robinson y al cubano Orestes “Minnie” Miñoso.
Estos murales, pintados en el Parque en 2011, fueron vandalizados con grafiti racista que incluía insultos raciales y la imagen de la swastika, símbolo utilizado por la Alemania Nazi de Adolfo Hitler. Los malhechores, quienes aún no han sido detenidos, comunicaron un mensaje de odio y división en nuestra comunidad e intentaron dividirnos.
Ambos peloteros son leyendas del beisbol en los Estados Unidos. Robinson rompió la barrera racial en el Beisbol de las Grandes Ligas cuando firmó con los Dodgers de Brooklyn en 1947, convirtiéndose en su primer jugador afroamericano. A su vez, Miñoso, quien tenía una extensa carrera en Cuba, fue el primer jugador afro-hispano de las Grandes Ligas y el primer jugador negro de los Medias Blancas de Chicago.
Seguramente, muchos desconocían la existencia de estos murales en nuestra propia ciudad, y menos que uno de ellos honraba a una de las glorias de Cuba. Pero el vandalismo que sufrieron y su naturaleza racista y odiosa nos afecta a todos. Este es solo uno de muchos incidentes de odio racial, xenofobia y antisemitismo que hemos visto aumentar en nuestra comunidad, en nuestro estado y en nuestra nación en los últimos años.
A veces, la reacción más común al darse la noticia de un acto discriminatorio contra otros es pensar o expresar el sentido de que, eso les pasó a otros y, mientras no nos pase a nosotros, no pasa nada. Esa falta de empatía por el prójimo hace que el odio crezca y se materialice en actos vandálicos como este. Sin fallar, los ataques discriminatorios se realizarán contra uno, como vemos en este caso.
El ataque contra las representaciones artísticas de Robinson y Miñoso es un ataque contra nuestra comunidad miamense. Atenta contra la armonía racial que se ha logrado en Miami durante las últimas cuatro décadas, que ha sido tan difícil de obtener y que, en algunos casos, se mantiene sujetada con alfileres. Robinson y Miñoso representan nuestra identidad como cubanoamericanos por el origen de ambos jugadores y por ser máximos exponentes del juego que nos une, el beisbol, considerado el pasatiempo nacional en ambos países.
Recientemente, los Miami Marlins se han comprometido a restaurar los murales, así corrigiendo un hecho que nunca debió haber sucedido, ni debe volver a suceder, en nuestra comunidad. Espero que cuando el mural esté restaurado, vayan más personas a ver esta obra tan representativa de nuestra comunidad.
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