Las neurociencias aportan un nuevo enfoque para abordar los problemas, conflictos y situaciones que nos alejan de la felicidad y que habitualmente son tratados mediante terapias psicológica o psiquiátrica: reconfigurar nuestro cerebro cambiando nuestros hábitos y comportamientos para alcanzar el bienestar mental.
Por Rocío Gaia
Cuando usted lee estos párrafos, su cerebro envía señales a los músculos de sus ojos para ayudarlos a seguir la línea de texto; sus ojos cambian las palabras en señales que viajan a través de las neuronas hasta su cerebro, y este órgano decodifica las señales recibidas para “leerlas” y la complementa con la información que tiene almacenada en los distintos tipos de memoria, para darle significado a las palabras por sí mismas, y en conjunto.
Este proceso, que ocurre de forma casi instantánea, es solo uno de los innumerables aspectos de la vida humana investigados por las neurociencias, el estudio del sistema nervioso, compuesto por el cerebro, la médula espinal y las redes de células nerviosas sensitivas o motoras, llamadas neuronas, de todo el cuerpo.
El objetivo de la esta rama científica es comprender cómo funciona nuestro sistema nervioso y consigue producir y regular emociones, pensamientos, conductas y funciones corporales, como la respiración y el latido del corazón.
Neurociencias para mejorar
nuestro mundo interno
Este campo de investigación no solo ofrece datos y herramientas para entender mejor la conducta y habilidades cognitivas del ser humano, y resolver los trastornos y enfermedades neurológicas, sino que además se aplica cada vez en disciplinas como la ingeniería, la robótica, la inteligencia artificial, la bioinformática, la economía, el marketing y la educación.
Las neurociencias también están aportando nuevos enfoques para tratar problemas psicológicos y emocionales, y cambiar aquellos hábitos y comportamientos que nos impiden alcanzar nuestro máximo potencial, que habitualmente son abordados por la psicología, la psiquiatría, los métodos de autoayuda y el ‘coaching’ o asesoramiento emocional.
¿Está atrapado en un autosabotaje, se obsesiona con alguna historia sobre usted mismo, mantiene creencias negativas que le impiden avanzar, siente que es demasiado difícil o tarde para cambiar, busca interminablemente la perfección o acostumbra a procrastinar?
Si se encuentra en alguna de estas situaciones, las neurociencias pueden ayudarle a reconfigurar su cerebro para romper esos “bucles de malestar”, transformar sus pensamientos y crear cambios duraderos para alcanzar el bienestar mental, asegura la neurocientífica y consultora para organizaciones Nicole Vignola.
Licenciada en Neurociencias y con un máster en Psicología Organizacional, Vignola se especializa en acercar la neurociencia al gran público y, desde su canal, ofrece herramientas prácticas y métodos contrastados científicamente para mejorar la salud psicológica, optimizar las reacciones automáticas y alcanzar el máximo rendimiento mental con el fin de mejorar la vida diaria.
“El cerebro es el ‘hardware’ (soporte físico) y los recuerdos, los pensamientos, los hábitos y las conductas serían el ‘software’ (programas o aplicaciones informáticas”, explica Vignola en su libro ‘Neurohábitos’, publicado en idioma inglés con el título ‘Rewire’, que puede traducirse como “poner un nuevo sistema de cables eléctricos en un edificio o máquina”.
Señala que “el ‘software’ equivale a la salud mental y la personalidad, y el ‘hardware’ sería la salud del cerebro. Ambos tienen que funcionar de manera óptima para apoyarse mutuamente”.
Programación mental y
neuroplasticidad cerebral
“Podemos actualizar el ‘software’. Eso implica la posibilidad de diseñar nuevos hábitos y desarticular conductas no deseadas para alcanzar el máximo bienestar mental y crear la versión de nosotros mismos que queremos ser”, explica Vignola.
Por otra parte “podemos asegurarnos de que nuestro hardware funciona a la perfección durmiendo lo suficiente y haciendo ejercicio con regularidad”.
Todo esto es posible, porque “nuestro cerebro es maleable y, por lo tanto, se puede cambiar” enfatiza, añadiendo que saber esto no solo produce alivio, sino que además es el primer paso para reconocer que podemos cambiar como personas.
Señala que “estamos programados con ciertos patrones de comportamiento, pero podemos transformarlos, gracias a distintos métodos de neuroplasticidad (capacidad del cerebro para reorganizar y modificar su estructura y función en respuesta a experiencias y aprendizajes, generando nuevas conexiones y fortaleciendo las existentes).
“En promedio, tardamos de dieciocho a doscientos cincuenta y cuatro días en adoptar un nuevo hábito, dependiendo del individuo. Y en torno a sesenta y seis días en automatizar una conducta”, puntualiza.
‘Neurohábitos’ que cambian vidas
Vignola describe, a continuación, algunos sencillos ‘neurohábitos’ basados en evidencia científica que nos ayudarán a mejorar nuestra vida diaria y a ser más felices.
Naturaleza
“Salir al aire libre y contemplar unas vistas panorámicas puede reducir la sensación de que no controlas las emociones. Al ampliar tu campo visual puedes reducir la visión de túnel que se asocia con la rabia ardiente”, explica.
Aire puro
“Salir y respirar profundamente unas cuantas veces, incluyendo un suspiro fisiológico (inhalación profunda seguida de una breve inhalación y una exhalación larga y lenta), al mismo tiempo que miras a la lejanía, podría aplacar parte de los sentimientos abrumadores que experimentas cuando estás enfadado” añade.
Desconexión
Vignola recomienda “adoptar una rutina matutina que no involucre el uso inmediato del teléfono, para facilitar un comienzo de la jornada más relajado y enfocado” y porque “además, un uso excesivo de las redes sociales podría sobrecargar el cerebro y el flujo constante de actualizaciones y notificaciones puede tener un efecto negativo en su funcionamiento”.
Agua fría
Aunque parezca contradictorio porque produce incomodidad, “exponerse al agua fría parece incrementar radicalmente los niveles de dopamina, una hormona que contribuye a reforzar las experiencias placenteras vinculándolas al deseo de repetirlas desde la convicción de que nos aportarán bienestar”, señala.
Sumergir el cuerpo en agua fría hasta el cuello aumenta la dopamina un 250 por ciento, tardando hasta tres horas en descender, asegura.
Diario personal
La práctica de escribir nuestros pensamientos y experiencias reduce la carga emocional, genera claridad mental y, con el tiempo, disminuye las cavilaciones, porque, cuando escribimos un diario, tenemos que usar frases completas, a diferencia de cuando rumiamos, y externalizamos los pensamientos obsesivos y los tornamos más manejables, según explica Vignola.
Creencias
La inteligencia y las cualidades personales no son algo fijo; se pueden mejorar a través de la práctica, según Vignola.
“Nuestras creencias controlan nuestros pensamientos y acciones, y cómo se influyen mutuamente. Si nos convencemos de que podemos desarrollar nuestras capacidades y cualidades a través del esfuerzo, empezamos a transformar nuestra perspectiva de las cosas, nuestra manera de ser y de ver el fracaso”, enfatiza.
Ejercicio
Vignola explica que “practicar una actividad aeróbica (caminar, correr, nadar, bailar, andar en bicicleta) incrementa las mitocondrias en el cerebro y en el cuerpo”.
“Estos orgánulos son responsables de generar la molécula ATP, la forma más básica de energía en el organismo, la cual es esencial para una función cerebral óptima y está asociada con una mejora del estado de ánimo y la claridad mental”, apunta.
Aburrimiento
“Cuando estamos aburridos podríamos sentir la tentación de buscar actividades que nos gratifique instantáneamente, como comer chocolate, gastar dinero o comprar en internet, pero es más inteligente aprender a sentirse cómodo en el aburrimiento y a postergar la gratificación inmediata” concluye Vignola.







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