ACTUALIDAD CON LUIS CINO

Written by Luis De La Paz

28 de octubre de 2025

Por Luis de la Paz  

Gracias a que hay hombres y mujeres que desde Cuba hacen periodismo a espaldas de la dictadura (valga decir, a pesar de la dictadura), muchos de los que vivimos en el exilio podemos tener información confiable y de primera mano sobre lo que allí ocurre, y sobre todo, tener acceso a aristas que los que se identifican como “generadores de contenido” (¡vaya frase!) pasan por alto. 

Entre esos periodistas confiables está el también narrador Luis Cino (La Habana, 1956). Lo sigo a través de las páginas de CubaNet, desde donde informa, analiza, reflexiona y desarrolla ideas interesantes. 

También conozco parte de su obra literaria, Los tigres de Dire Dawa, Los más dichosos del mundo, Volver a hablar con Nelson. Es coautor con Víctor Manuel Domínguez de Las mafias literarias en Cuba (Neo Club Ediciones, 2025). Junto a Armando Añel y Víctor Manuel Domínguez recopiló Cuentos del Club, narraciones de 18 escritores proscritos dentro de Cuba.    

Su biografía refleja su trabajo. Fue expulsado de educación, donde era profesor de inglés. Trabajó en la construcción, la agricultura y como cartero. Se unió a la prensa independiente en 1998, colaborando con Nueva Prensa Cubana, Encuentro de la Cultura Cubana y El Nuevo Herald. Fue miembro del consejo de redacción de la Revista D’Cuba y subdirector de Primavera Digital. Desde 2003 es colaborador habitual de CubaNet.   

Desde La Habana, Luis Cino, que es un apasionado de la música rock, responde a nuestras preguntas. 

—Llevas más de 25 años como periodista independiente en Cuba. ¿Qué te llevó a ello?

Siempre  quise ser periodista. Era mi sueño, y se debió en gran parte a una película francesa de Claude Lelouch que vi siendo un adolescente, Vivir por vivir, en cuya trama no se sabía qué tenía más peso, si el triángulo de amor en que se debatía el protagonista  (Yves Montand) con su esposa (Annie Girardot) y su  amante (Candice Bergen), o sus peripecias como reportero  en África y Vietnam. Unos años después, me avivó el interés por el periodismo la lectura de las crónicas de Hemingway, y sobre todo, del periodismo literario que hacían Tom Wolfe, Truman Capote, Hunter Thompson y otros. Pero estudiar periodismo en “la universidad solo para revolucionarios” estaba vetado para gente como yo, con “problemas ideológicos”. Ya me había resignado a la idea de que nunca podría ser periodista y tendría que conformarme, en el tiempo libre que me quedaba luego de trabajar en la construcción o la agricultura (que era donde único le daban empleo a un tipo como yo) con escribir cuentos y guardarlos (porque tampoco podría publicarlos en Cuba), cuando en 1998, Mercedes Moreno, una experiodista deportiva de la TV, me invitó a unirme a la agencia que dirigía, Nueva Prensa Cubana. No tuve que pensarlo mucho para aceptar su invitación. Y no me arrepiento.  Aunque estaba consciente de las dificultades y los riesgos de hacer periodismo bajo una dictadura, tomar aquella decisión me hizo más libre. Ésta ha sido mi oportunidad de hacer algo para que un día podamos tener un país mejor. Me permitió desahogarme, desquitarme de todo lo que he sufrido bajo este régimen y que no reventara de rabia e impotencia. Y en eso estoy desde hace 27 años y no tengo previsto parar.

—Vives en una Habana que, por las fotos y videos que salen de la isla (que no incluyen los olores), cada día se parece más a una sentina. ¿Qué más puede esperarse que acontezca?

Lo único que puede esperarse bajo este régimen, que dice ser la continuidad del régimen  de Fidel Castro, es que haya cada vez más miseria y deterioro, tanto físico como espiritual. Cuba está sumida en la peor crisis de su historia, a tal punto que peligra su existencia como nación. Y la élite gobernante, con su torpeza, terquedad e intolerancia, ha demostrado su incapacidad para salir de este atolladero. Solo le interesa seguir aferrada al poder.

—Una de tus crónicas alude a los escasos cines que quedan en La Habana, una ciudad otrora colmada de salas de cine como símbolo del ocio. ¿Cómo es un día cotidiano de un habanero hoy?

La vida (si es que puede llamársele así) de los cubanos de hoy se ha convertido en una lucha por sobrevivir. Todo, hasta lo más básico, escasea, y cuando lo encuentra, luego de largas caminatas, tienes que hacer cola y es carísimo. Debido al fracaso del reordenamiento económico, la inflación se disparó a la estratósfera. El que no tenga mucho dinero o reciba remesas del exterior, pasa hambre, literalmente. Y la alimentación no es el único problema. Falta el agua, el gas para cocinar, los medicamentos, las guaguas, la basura que se acumula sin que la recojan, y para rematar, los apagones, de cada vez más horas. Todo esto va creando una atmósfera deprimente, agobiante. Cada vez hay más suicidios y no se puede dar tres pasos en la calle sin que uno se tope con personas con evidentes padecimientos nerviosos

—Además de periodista eres escritor, fundamentalmente cuentista. Tus personajes resultan maltratados por una vida difícil, y el ambiente que recreas en tus textos muestra el desmoronamiento de casi todo lo que te rodea. Háblanos un poco de tu literatura.  

Algunos se quejan de la crudeza de mis relatos: las palabrotas, el desenfreno sexual,  la violencia, los ambientes escatológicos… Me parece que eso, llámenlo realismo sucio o lo que sea, es el  modo más exacto de narrar la vida en la Cuba de las últimas décadas. Muchos de mis relatos contienen elementos autobiográficos o se basan en historias reales ocurridas a gente que conozco. Ojalá llegue un día en que mis relatos, como las vidas de mis compatriotas, discurran en circunstancias más agradables, y pueda encontrar más a menudo, finales felices para mis relatos. 

—Hace unos años estuviste en Miami y regresaste a la Isla. Hay quienes no entienden que después de lograr salir de Cuba y tocar la libertad, se regrese nuevamente. Desde luego, hay razones y opiniones encontradas. ¿Cuál es la tuya? 

He estado cinco veces en Estados Unidos y una en Suecia y he regresado a Cuba. Fue una decisión difícil. A veces la lamento. Pero aquí están mis hijos, mis nietos, mi mujer. No tengo valor para dejarlos atrás. No sé si soportaría el dolor del exilio. Y no quisiera darle el gusto a la dictadura de que me vea partir, me sentiría derrotado. Quiero ver in situ el final de esta película, que presiento no está muy lejano.

—Hace poco publicaste una foto en las redes donde decías que apenas pesas 95 libras. ¿Temes por tu vida y salud?, ¿conoces a alguien que haya muerto por inanición por la hambruna que hay en Cuba?

Estoy pesando 95 libras. Siempre he sido flaco, pero no tanto como ahora. He bajado demasiado de peso en los últimos meses, si no fuera porque nada me duele ni me siento mal, pensaría que estoy enfermo.  Es no solo la alimentación deficiente, es también el stress, la angustia con que se vive, las largas caminatas por la falta de guaguas, las noches de apagón en que el calor y los mosquitos no te dejan dormir. Pero soy fuerte, estoy seguro que aguantaré esta prueba, que sobreviviré  esta pesadilla.  De cualquier modo, no le temo a la muerte. Nadie muere la víspera ni dos veces… Me preguntas si mueren personas en Cuba de inanición. No hay datos oficiales al respecto, y de haberlos no serían confiables, pero estoy convencido de  que el hambre  –además de la falta de medicamentos y el pésimo estado de los hospitales– tiene mucho que ver el hecho de que haya muchas más defunciones que nacimientos… Basta salir a la calle para observar el deterioro físico de la mayoría de las personas, la demacración,  las miradas tristes y angustiadas…

—Cada día Cuba se parece más a Haití, que se considera el país más pobre del hemisferio. Sin embargo desde la Isla se viaja a Haití a comprar productos, lo que me hace pensar que Cuba está peor (siempre se va hacia un lugar mejor) ¿Tú que estás en Cuba cómo valoras ese escenario?

Antes de 1959, por muchas desigualdades sociales que hubiese, Cuba –contrario a lo que dice la propaganda castrista y los zoquetes solidarios de la izquierda internacional que quieren creerles el cuento– era uno de los países con mejores indicadores económicos de América Latina. Hoy, luego de 66 años de dictadura comunista, es uno de los países más pobres del mundo.  

—Se pide un cambio político y económico para Cuba, los propios isleños y los exiliados lo reclaman. De darse, ¿cómo habría que abordarse los cambios y la reconstrucción? 

Cuba no saldrá adelante mientras siga en el poder la camarilla castrista. El país necesita urgentemente  democracia y un estado de derecho. Pero me temo que la reconstrucción, no solo de la economía, sino también de la institucionalidad, la  sociedad y la mentalidad de las personas, demorará casi tanto tiempo como el que le llevó al castrismo destruir todo eso.

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