CONSIDERACIONES SOBRE LA CUBA ACTUAL

Written by Libre Online

16 de septiembre de 2025

La dictadura, consciente de que el exilio combativo representa una memoria viva y desafiante contra su impunidad, ha desplegado una estrategia sigilosa para diluir su influencia. Entre sus tácticas está la promoción de una narrativa oficial que infantiliza o ridiculiza las denuncias del exilio, etiquetándolas como nostálgicas o desconectadas de la “nueva realidad”. También busca apropiarse de espacios internacionales mediante gestos diplomáticos superficiales, mientras infiltra redes de comunicación para desinformar y fragmentar la solidaridad. Esta dilución no es casual: apunta a erosionar la credibilidad del testimonio histórico, desgastar el fervor crítico y aislar las voces que persisten en revelar lo que muchos prefieren olvidar.

LA GLORIA MARCHITA DEL 

CASTRISMO

La gloria marchita del castrismo se dibuja en los muros descascarados de utopías inacabadas, donde los himnos que una vez prometieron igualdad hoy suenan a rimbombancia lejana en plazas vacías. Lo que fue proyecto de redención para los oprimidos, con banderas alzadas y puños en alto, quedó atrapado entre la burocracia férrea y la represión a la oposición. Las promesas de pan para todos se tornaron escasez, y los sueños de justicia, vigilancia. Sin embargo, en ese marchitamiento persiste una huella: el recuerdo de una intención que pudo ser noble, extraviada entre los padecimientos de la ambición política desmedida de un grupo de cubanos.

METAMORFOSIS DE ALGUNOS ESCRITORES

Muchos escritores, alguna vez encendidos por la urgencia de decir, se fueron apagando bajo la sombra persistente del miedo. Autocensurarse no fue una elección estética, sino una forma de no desaparecer. Poco a poco, la tinta se volvió cauta, las ideas se encogieron, la metáfora dejó de soñar. En su afán de esquivar las garras de una dictadura que devora la palabra, secaron su inspiración como quien poda un jardín para que no llame la atención del vigilante. Y al hacerlo, sin notarlo del todo, exiliaron su alma: no cruzaron fronteras, pero dejaron de habitarse. Se volvieron expertos en el arte de no incomodar, y en ese arte perdieron la voz que los hacía únicos.

LA LEY MORDAZA EN LA 

REVOLUCIÓN

La revolución, en su afán de mantener un relato único, extendió una ley mordaza que atrapó a poetas y escritores como si fueran aves de alas inquietas encerradas en jaulas ideológicas. Bajo la promesa de libertad, les ofreció papel y tinta, pero con cláusulas invisibles que prohibían la memoria y la disidencia. Muchos aceptaron el pacto, convencidos de que podían escribir entre las líneas del silencio, hasta que el tiempo los traicionó: se dieron cuenta de que toda metáfora que no glorificara el nuevo orden se convertía en delito. Así, los creadores se vieron obligados a elegir entre la autocensura y el exilio del alma, entre el aplauso institucional y el fuego de la palabra verdadera que ya no podían pronunciar sin consecuencias.

LA DICTADURA Y EL MIEDO A SU PROPIA HISTORIA

La dictadura cubana carga con el peso incuestionable de su propia culpabilidad: décadas de decisiones que han sofocado la voz del pueblo, que han reemplazado el pan por consignas y la esperanza por vigilancia. Es culpable de convertir la disidencia en delito, de encerrar el pensamiento libre tras barrotes ideológicos, de sembrar el miedo como herramienta de control. Y sin embargo, esa misma estructura férrea que sostiene el régimen está atravesada por un temor profundo: el miedo a liberar al pueblo. Porque sabe que la libertad revelaría sus fracturas, sus promesas rotas, sus fantasmas de grandeza. Le teme a una ciudadanía empoderada, a la memoria que no puede borrar, a las generaciones que no quieren heredar cadenas. Ese miedo no es el que tiene el poder genuino; es el miedo del que sabe que su legitimidad está hecha de silencios forzados y fidelidades construidas bajo amenaza. Y mientras el pueblo espera -encadenado, pero aun soñando- la dictadura se encierra en sí misma, consciente de que soltar al país podría significar mirar de frente el juicio de su historia.

EL OCASO DE UNA ERA 

AUTORITARIA

En los últimos días de la dictadura cubana, el ambiente en la isla podría estar marcado por una mezcla de esperanza y tensión. Las calles, antes silenciadas por el miedo, comenzarían a llenarse de voces que durante décadas fueron reprimidas. Las redes sociales y medios alternativos jugarían un papel crucial, amplificando las demandas de libertad y justicia. La élite gobernante, enfrentada a una presión internacional creciente y al agotamiento interno del modelo económico, podría intentar reformas desesperadas para mantener el control. Sin embargo, la pérdida de legitimidad, sumada a una juventud cada vez más conectada con el mundo exterior, haría insostenible la continuidad del régimen.

TRANSICIÓN HACIA LA 

RECONSTRUCCIÓN DEMOCRÁTICA

La desaparición del régimen comunista no sería un evento instantáneo, sino un proceso complejo de desmontaje institucional. Podría comenzar con la renuncia de figuras clave, seguida por la apertura de espacios de diálogo entre sectores opositores, exiliados y actores internacionales. La liberación de presos políticos, el restablecimiento de libertades civiles y la convocatoria a elecciones libres serían pasos fundamentales. No obstante, el país enfrentaría enormes desafíos: reconciliación nacional, reconstrucción económica y redefinición de su identidad política. A pesar de las dificultades, el fin de la dictadura marcaría el inicio de una nueva etapa en la historia cubana, donde el pueblo, por fin, podría decidir su destino sin miedo ni imposiciones.

EL MINUTO POSTRERO DE 

LA DICTADURA

El minuto postrero de la dictadura llega con el peso de su propia historia, con el grito atronador de las voces silenciadas y la memoria de un tiempo que creyó ser eterno. En ese instante final, los símbolos que una vez impusieron orden se desmoronan, los discursos grandilocuentes pierden su fuerza, y el miedo, que fue su mayor arma, empieza a disiparse. No es solo la caída de un régimen despótico, sino el ajuste inevitable de la balanza, el retorno de lo que siempre estuvo esperando en las sombras. Y cuando todo termine, no quedará más que polvo sobre los muros, la incertidumbre en el aire, y la pregunta sobre qué vendrá después.

Rafael Bordao

Miami Beach, Fl.

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