Por María Muñoz Rivera
Cuando en 1987 un cazatalentos de la agencia Metropolitan Models la descubrió en una discoteca de Düsseldorf, Schiffer tenía 17 años y aspiraba a estudiar Derecho y no podía imaginar que, en menos de dos años, estaría desfilando para Chanel bajo la dirección de Karl Lagerfeld, quien no tardó en convertirla en musa y rostro recurrente de la “maison”.
La supermodelo alemana que definió una era celebra su 55 cumpleaños con la misma elegancia que la llevó a conquistar portadas, pasarelas y campañas internacionales. Alejada del frenesí mediático que marcó su época dorada, sigue plenamente activa, compaginando proyectos de diseño y una vida familiar discreta.
Orígenes: de Chanel al mundo
La apuesta de Lagerfeld por Schiffer fue el comienzo de una trayectoria imparable: a lo largo de los años noventa, Schiffer se convirtió en una de las principales representantes del fenómeno de las “supermodelos”, un grupo selecto formado por nombres como Naomi Campbell, Linda Evangelista, Cindy Crawford o Christy Turlington.
Su imagen, con rasgos nórdicos y aura distante, se asoció a campañas de firmas como Guess, Versace, Valentino, Dolce & Gabbana, L’Oréal, Revlon o Chanel. Se calcula que ha protagonizado más de mil portadas de revistas, un récord absoluto en la historia de la moda, y que llegó a cobrar 20.000 dólares por desfile en su momento de mayor demanda.
La modelo alemana no solo fue una figura clave en pasarela: su imagen trascendió al cine y la cultura popular. Participó en películas como `Love Actually´ o `Zoolander´ y fue uno de los rostros más emblemáticos en la era de la publicidad global, protagonizando anuncios para marcas como Citroën, Pepsi o Mango.
En 1992, Vanity Fair la definió como “la alemana más famosa desde Marlene Dietrich”, una comparación que subrayaba su impacto cultural más allá del ámbito estrictamente estético.
Reinventarse desde la calma
Lejos de desaparecer tras el fin del reinado de las supermodelos, Claudia Schiffer supo reconducir su carrera con naturalidad. En 2002 se casó con el cineasta británico Matthew Vaughn, con quien ha formado una familia junto a sus tres hijos —Caspar, Clementine y Cosima— y se instaló en una mansión Tudor en el condado de Suffolk.
Desde allí ha construido una segunda vida alejada del ruido mediático, centrada en el diseño, la dirección creativa y la curaduría de proyectos artísticos.
En 2011 lanzó su propia línea de prendas de cashmere en colaboración con Iris von Arnim. Posteriormente ha diseñado colecciones cápsula para firmas como TSE, Frame o Bamford, y ha desarrollado productos de interiorismo —vajillas, cerámicas, objetos decorativos— junto a marcas como Bordallo Pinheiro o Vista Alegre.
Además de esta faceta, Schiffer ha ejercido como comisaria de exposiciones vinculadas a la moda de los años noventa, reivindicando una época en la que las modelos eran tan reconocidas como las actrices o las cantantes. Su papel como embajadora de UNICEF y su implicación en proyectos benéficos completan un perfil marcado por el compromiso.
Vigencia en la moda contemporánea
Pese a haber reducido su presencia en el circuito tradicional de la moda, Claudia Schiffer sigue siendo una figura activa y respetada. En 2024 cerró el desfile de Versace en la Semana de la Moda de Milán, demostrando que sigue siendo un valor seguro para las grandes casas.
Este 2025 ha protagonizado la campaña “Chloé à la Plage”, la colección estival de la firma francesa fotografiada por David Sims, en la que comparte protagonismo con modelos de nueva generación.
Además, ha sido imagen de la última campaña de Donatella Versace como directora creativa de la firma homónima, en una suerte de homenaje a las grandes divas de la moda, junto a Kate Moss y Anok Yai.
Esa capacidad para adaptarse a los códigos visuales actuales sin traicionar su identidad es una de las claves de su permanencia: no compite con las nuevas generaciones, sino que representa un ideal atemporal de estilo y sofisticación.
Inspiración para nuevas
generaciones
La hija mayor de Claudia Schiffer, Clementine, ha comenzado a hacer sus primeras apariciones en el mundo del modelaje. Aunque todavía de forma discreta, su estilo —elegante, minimalista y con ecos de Carolyn Bessette Kennedy— ha captado la atención de revistas y estilistas.
Su legado se extiende más allá de lo biográfico como un referente para modelos, diseñadores y fotógrafos que reivindican una forma más consciente de estar en la moda. Su influencia se aprecia en editoriales, colecciones y perfiles digitales que recuperan la estética de los noventa como símbolo de una época más tangible y menos filtrada.
A sus 55 años, Claudia Schiffer representa mucho más que una figura icónica de pasarela. Su inteligencia emocional, su capacidad para reinventarse y su compromiso con el diseño, la filantropía y la maternidad la han convertido en una mujer de su tiempo.
Su historia ilustra cómo es posible trascender el encasillamiento profesional, seguir contribuyendo desde nuevas perspectivas y mantenerse relevante sin perder autenticidad.
Lejos de competir con su propio pasado, ha sabido integrarlo en un relato de madurez que no reniega del brillo, pero lo equilibra con profundidad. Y en un contexto en el que la industria de la moda revisa sus códigos con urgencia, su figura ofrece una lección esencial: el verdadero estilo no se impone ni se acelera, se cultiva con coherencia, a lo largo del tiempo.
Claudia Schiffer continúa siendo lo que siempre fue: un referente, una musa y una profesional que supo dejar huella sin necesidad de buscarla. Una supermodelo que nunca dejó de serlo.
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