Mario A. García todavía no sale de su asombro al describir todo el horror que reinó en los campos de concentración en la provincia de Camagüey, en Cuba, donde miles de jovencitos fueron vejados por el régimen de Fidel Castro que los sometió a toda clase de torturas y maltratos físicos.
“Los miles de opositores a la revolución pagaron allí lo peor en la Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP) de Cuba en el año de 1967”, dijo con firmeza Mario García, cuando todo se volvió a revivir durante los testimonios escuchados en la reunión donde hablaron varios conferencistas.
“Todos, absolutamente todos, fueron sometidos a trabajos forzados y a crueles torturas físicas y hambrunas”, insistió Mario García, quien fue una de las tantas víctimas de aquella época que fue descrita como una de las peores en la isla durante la revolución comunista.
“Allí todos los arrestados eran presos de conciencia, opositores, demócratas, seguidores religiosos y, en fin, jóvenes que no alcanzaban ni siquiera a tener la edad de los 16 años”, añadió Mario García, quien fue uno de los asistentes a dicha reunión sobre la UMAP.
“En verdad las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP) fueron campos de trabajos forzados que existieron en Cuba entre 1965 y 1968. Aunque no existen cifras verificables, puede afirmarse que allí estuvieron más de 35.000 hombres, básicamente jóvenes en edad de prestar servicio militar”, recordó.
“Y los llevaron allí porque por diversos motivos se negaron a prestar el servicio militar obligatorio (como por ejemplo miembros de algunas religiones), quienes eran rechazados en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, alegando que tenían que ser “reeducados” por el gobierno revolucionario”, afirmó.
“Desde 1960, el trabajo en Cuba comenzó a estar bajo la supervisión estatal. En 1960, el Che Guevara construyó el campamento de Guanahacabibes. En 1963, Cuba ordenó el reclutamiento de todos los varones de entre 18 y 45 años. Y allí nació esta cruel situación inhumana”, recordó.
“Este reclutamiento dividió a los reclutas entre quienes realizaban trabajos físicos y quienes pertenecían a las fuerzas armadas oficiales. Con el tiempo, a partir de este reclutamiento se desarrollarían las Unidades Militares de Apoyo a la Producción, un lugar para los “antisociales”, aseguró.
“Las Unidades Militares de Ayuda a la Producción, nombre dado por el dictador Fidel Castro, fueron creadas en noviembre de 1965, quedando bajo la dirección del comandante Ernesto Casillas, jefe militar de la provincia de Camagüey y miembro del Comité Central del PCC”, reveló.
“Otros militares al frente de su organización fueron el comandante José Ramón Silva, también miembro del CC del PCC y jefe de Instrucción, y el primer capitán José Q. Sandino, jefe de Estado Mayor. La creación de los campamentos de las UMAP fue inicialmente propuesta por el tirano Fidel Castro”, expresó.
“Pero luego fue implementada por su hermano Raúl Castro tras una visita de Estado a la Unión Soviética y la República Popular de Bulgaria, donde se enteró de que los soviéticos dirigían campamentos para “antisociales”, explicó.
“La UMAP fue utilizada como una herramienta para permitir a Cuba imitar los cambios revolucionarios producidos en la Unión Soviética, en la que muchos en el gobierno querían convertir a sus ciudadanos en una fuerza laboral “obediente”, precisó.
“Las principales recogidas de internos de la UMAP ocurrieron en junio y noviembre de 1965. Otra gran recogida ocurrió después de que un ingeniero de aviación de Cubana de Aviación intentó secuestrar un avión en marzo de 1966, lo que resultó en el despido de muchos empleados de la aerolínea y su sentencia a campos de concentración de la UMAP”, agregó.
“Una de las formas más comunes de llevar a individuos a los campamentos de la UMAP era mediante una notificación falsa para presentarse al servicio militar, que se había vuelto obligatorio desde el establecimiento del reclutamiento el 12 de noviembre de 1963 por la Ley Nº 1129”, aseveró.
“Las condiciones en el viaje de hasta ocho horas a través de la isla eran malas, y los internados contaban con poca agua potable, comida o instalaciones. Lo peor también fue que muchos fueron recogidos de la calle y subidos a los autobuses para ser trasladados a campamentos de la UMAP”, aseguró.
“De aproximadamente 35.000 internos, fueron “obligados a trabajar gratis en granjas estatales de 10 a 12 horas diarias, de sol a sol, siete días a la semana, mala alimentación con arroz y comida en mal estado, agua insalubre, platos sucios, cuarteles congestionados, sin electricidad y letrinas, sin duchas, 507 terminaron en salas psiquiátricas, 72 murieron por torturas y 180 se suicidaron”, sostuvo.
“Se supo del caso de Ramón Lamadrid, joven católico que después de haberse fugado de uno de los campamentos fue asesinado a tiros al salir de la casa de sus padres en Marianao”, precisó.
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