Creo que en los 250 años del US ARMY yo soy el único aspirante a soldado que tuvo que suplicar en las oficinas de reclutamiento por no tener la edad reglamentaria para poder inscribirme.

Un sargento puertorriqueño me miraba sorprendido y me decía: “Aquí han llorado muchos reacios a ser reclutados, tú eres el primero que nos implora todo lo contrario, y solo te faltan 11 días para tener los 18 años”.

El reclutador no me entendía, pero permítanme explicarles a ustedes: Sabía que se estaban formando “Unidades Cubanas de Combate” en Fort Knox Kentucky, y temía que se fueran a pelear en Cuba sin mí.

Además, yo quería ser el primero en llegar allí, o por lo menos uno de los primeros . Y tuve que conformarme con ser el número 95 en la Segunda Compañía, la “C1-1”•

Y no fuimos a liberar a Cuba porque Kennedy nos traicionó y se puso de acuerdo con Nikita, pero no obstante eso, yo estoy muy agradecido al “US ARMY” porque -gracias al arduo entrenamiento- entré siendo un muchacho malcriado y salí siendo un hombre hecho y muy derecho.

Aprendí a tener mi medias organizadas, mis botas lustrosas, a marchar, a desarmar y armar mi rifle Garand, aprendí a disparar tanto con el que llegué a ser “experto tirador”…

Aprendí a usar el lanza llamas, el “B•I•R•” la bazuca, a tirar granadas, a correr dos millas a las 5 de la mañana llueve, truene o relampaguee, aprendí bien a saludar militarmente a los oficiales y a que un sargento me grite en mi cara, me ponga a hacer 20 “push-ups”, y a contender mis deseos de mandarlo a freír espárragos.

Y -al pasar los años- los “Días de los Veteranos” desayuno gratis en “Denny’s”, no pago la entrada en la Biblioteca Ronald Reagan y el VA Hospital me atiende hasta un catarro.

Por eso, y por muchas cosas más, me pasé -frente a mi televisor- dos horas de pie, emocionado aplaudiendo el desfile honrando los 250 años del glorioso Ejército de USA.