Lunares a la vista

Written by Libre Online

17 de junio de 2025

Más allá de su histórica asociación con el flamenco o el folclore, los lunares viven un momento de reivindicación global. En 2025, los “polka dots” se consolidan como uno de los estampados más presentes en pasarelas, colecciones contemporáneas y estilismos de celebridades internacionales.

Por María Muñoz Rivera

Clásico y versátil, el motivo de lunares se renueva con una mirada más gráfica, sobria y minimalista, adaptándose a nuevas siluetas y alejándose del cliché.

El fenómeno no es nuevo, pero ha alcanzado este año una visibilidad transversal, lo que confirma su estatus como símbolo de sofisticación, ironía y atemporalidad.

Un origen vinculado al ritmo y a la industria

El término ‘polka dots’ se popularizó en Europa y Estados Unidos en el siglo XIX, cuando la polca —baile de origen centroeuropeo— causó furor en los salones sociales. El patrón de lunares, ya utilizado en textiles y decoración, fue asociado a ese ritmo animado, y recibió su nombre como estrategia de marketing. 

No existe una relación directa entre la danza y el estampado, salvo por su simultánea popularización. En sus inicios, los lunares fueron considerados un motivo alegre, connotado con lo festivo y lo femenino. En los años veinte y treinta, se convirtieron en un estampado habitual en vestidos de día, camisas de algodón y trajes de baño. 

La repetición del punto redondo ofrecía una estética limpia, accesible y rítmica, lo que facilitó su expansión en la moda industrial.

Marilyn Monroe o 

Julia Roberts

Varias figuras del siglo XX contribuyeron a inmortalizar los lunares como un motivo cargado de estilo. Entre ellas, destaca Marilyn Monroe, quien los llevó en blusas entalladas y vestidos de silueta lápiz, dotándolos de una carga sensual y sofisticada. 

Pero si hay una imagen grabada en la cultura popular es la de Julia Roberts en ‘Pretty Woman’ (1990), con aquel vestido marrón con lunares blancos y sombrero a juego durante una escena en el hipódromo. El diseño, firmado por la figurinista Marilyn Vance, logró que el estampado adquiriera una nueva dimensión de elegancia.

De Gaulier a Marc Jacobs

A lo largo de décadas, numerosos diseñadores han reinterpretado el estampado de lunares en contextos alejados de lo naïf. En los años ochenta, Rei Kawakubo (Comme des Garçons) y Yohji Yamamoto lo utilizaron para subvertir las expectativas sobre la feminidad occidental, aplicándolo en prendas deconstruidas y monocromáticas. 

En los noventa, Jean Paul Gaultier lo llevó al terreno del exceso visual, fusionándolo con corsés, tul y provocación, y haciendo de este estampado uno de los más asociados a su firma, sobre todo en tonalidades azul marino y blanco.

Más recientemente, Stella McCartney, Marc Jacobs y Dries Van Noten han explorado el potencial gráfico del lunar como patrón visual, alejándose del código retro y experimentando con escalas desproporcionadas, fondos vibrantes y cortes contemporáneos, readaptando este estampado.

Pero, sin duda, la diseñadora que más ha contribuido a su legitimación como símbolo de alta moda es Carolina Herrera, cuya firma ha convertido los lunares en una seña de identidad visual. Con base en el blanco y negro, Herrera ha defendido su uso como sinónimo de elegancia atemporal.

Más allá del flamenco: reinterpretación global

En España, el estampado de lunares ha estado tradicionalmente ligado al traje de flamenca. Sin embargo, esta asociación regional ha evolucionado en la moda contemporánea hacia una reinterpretación más abstracta y versátil.

El lunar flamenco, generalmente sobre fondo de colores vivos (rojo, verde, azul, rosa), se ha estilizado y descontextualizado para convertirse en parte del armario urbano, de la moda conceptual o del diseño minimalista. 

El uso de fondos neutros, lunares asimétricos o combinaciones en blanco y negro ha facilitado su integración en prendas de oficina, sastrería, vestidos largos e incluso accesorios.

Firmas como Paloma Wool, Fernando Claro, Mans Concept, Mietis o Malne han incorporado en los últimos años versiones sofisticadas del estampado, adaptándolo a narrativas más contemporáneas y desvinculadas del folclore.

Las firmas que lo convierten en el estampado del año

En 2025, los lunares no solo se ven en editoriales de moda, sino en colecciones de temporada firmadas por casas internacionales que apuestan por su capacidad para equilibrar elegancia y modernidad.

Loewe, bajo la dirección de Jonathan Anderson, ha presentado camisas y vestidos en tonos neutros con lunares irregulares, casi artísticos. En Valentino, Pierpaolo Piccioli ha recuperado el estampado en clave maximalista, sobre volúmenes etéreos, mientras que Jacquemus lo incorpora a su imaginario mediterráneo con toques de humor gráfico.

En el circuito independiente, firmas como Stine Goya, Ganni y Rotate Birger Christensen proponen versiones coloristas y audaces que refuerzan el carácter lúdico del estampado. También Toteme o The Frankie Shop apuestan por lunares sobrios en prendas estructuradas, ideales para la oficina.

Famosos que lo 

llevan en 2025

El estampado de lunares no es exclusivo del vestuario femenino. Celebridades masculinas también lo han adoptado, especialmente dentro de los nuevos códigos del “genderless style” o moda sin género.

Timothée Chalamet lo ha llevado en versiones más discretas, como camisas semitransparentes o pañuelos, y Pedro Pascal, en alfombras rojas, ha optado por americanas con lunares de gran escala que fusionan elegancia clásica y desenfado.

En el ámbito femenino, Rihanna y Alexa Chung han defendido el uso del estampado tanto en clave retro como moderna; si Rihanna lo ha combinado con prendas “oversize” o abrigos acolchados, Chung, fiel al imaginario británico, lo elegía en vestidos vaporosos o camisas abotonadas, actualizando el espíritu de la “chica Chelsea”.

En redes sociales, perfiles como los de Camille Charrière, Grece Ghanem o Veronika Heilbrunner han contribuido a viralizar su uso, ya sea en forma de faldas midi, tops estructurados o pañuelos anudados al cuello.

Un estampado con pasado y mucho 

presente

El lunar ofrece ritmo, equilibrio y una cierta ingenuidad que se vuelve sofisticada al ser reinterpretada con nuevos códigos. Su capacidad para moverse entre lo clásico y lo moderno, lo normativo y lo irónico, lo convierte en un estampado profundamente democrático.

En 2025, los lunares ya no pertenecen solo al armario festivo, ni a la tradición folclórica. Son parte de una moda global que revaloriza los signos del pasado para proyectarlos hacia el futuro.

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