MARÍA CRISTINA GARRIDO: VOZ DE PATRIA, VIDA Y LIBERTAD QUE VENCE BARROTES OPRESORES

Written by José A. Albertini

11 de febrero de 2025

Por J. A. Albertini

En cada grano de arena

hay un derrumbamiento de montaña.

Dulce María Loynaz

La joven madre, poeta y luchadora por la libertad, María Cristina Garrido, 1982,   Quivicán,  provincia de Mayabeque, actualmente se encuentra cumpliendo injusta condena de 7 años, bajo condiciones deplorables, en la prisión para mujeres del Guatao, municipio La Lisa, provincia Habana.

María Cristina, autora de los poemarios “Examen de tiempo” (Ilíada Ediciones, 2022) y “Voz cautiva” (Ediciones Deslinde, 2023) a sus tempranos 40 años de edad, le ha tocado emprender y seguir el camino escabroso de la libertad que desde el mismo año 1959, con la toma del poder por el castro-comunismo, ha constituido la única alternativa viable para los cubanos y cubanas que aspiran a una patria donde la creación,  goce de libertad  y los derechos humanos sean respetados.

Ella nació poeta y libre. Por lo tanto desde muy joven  rechazó la censura de voz y creación, entronizada por el régimen. Pronto se integró al Partido Republicano de Cuba y fue una de las gestoras de la Fundación Vuelta Abajo por Cuba y de la Federación Latina de Mujeres Rurales (FLAMUR).

El 12 de julio de 2021, un día después de pacíficamente, en compañía de su hermana Angélica, haber participado en las protestas populares y masivas que el día anterior  sacudieron a Cuba, fue detenida y sometida a maltratos físicos y verbales. En marzo de 2022, por un tribunal marioneta de la policía política, G-2,  fue sentenciada a 7 años de prisión y Angélica a 3.

Las rejas opresoras no fueron suficientes para que ella callase la verdad que se hacía ola popular. No demoró mucho en escribir una carta de denuncia que logró sacar de la prisión y que hoy es de conocimiento mundial. 

Parte de la misiva dice: “El 11 de julio demostramos valentía, decisión, ruptura con el silencio de los años: demostramos unanimidad y pluralismo, pues a la calle salieron jóvenes, adultos, ancianos, universitarios y campesinos, amas de casa y trabajadores. También dirigentes y hasta cuadros del partido para dar el sí a favor del derrocamiento de la dictadura y por una Cuba próspera y democrática”.

La denuncia le costó celda de castigo y una paliza que se centró en su vientre de madre. Madre que en el poema “Primogénita”, contenido en su primer libro “Examen de tiempo”, dedicado a la hija, Jennifer Reyes Garrido, había dicho: “Ella es la muralla que no soy. / Llegó al mundo ordenando las desventuras familiares / con el gesto de sus ojos melcochas…”. Más adelante, en la misma composición, prosigue: “Cuando nacieron sus hermanos gemelos Ángel y Sofía, / creí sentirla otra vez halándome la matriz callosa / de la entraña…”.

Y en ese mismo cuaderno de versos, con intuición de sendero ineludible, profetiza: “Esta vida tiene una pena tatuada de misterio y sombra. / No quiero ser mañana, / pues en nombre de mañana / se hacen las cosas no divinas, / las más inciertas…”.

“Estoy escribiendo este gemido ahora mismo / en una madrugada de presos y oprobios / donde las puertas suenan a llanto y olvido. / No puedo dormir…”, declara en el poema “El cementerio de los vivos”.

A pesar de la cruel dureza  de su encierro María Cristina, burlando barrotes logra sacar, verso a verso, su segundo y contundente poemario de dolor y denuncia: “Voz Cautiva”, cuyas composiciones llevan por título el día de encierro en que fue concebido y volcado a un pedazo de papel; cualquier trozo de papel, disponible que manos amigas o piadosas, le hicieron llegar junto, tal vez, con un “mocho” de lápiz. 

“Sobre la cama muerta / muere el derecho no saciado / muere la fiebre que me hizo feliz… Aún hay camas de la muerte / con una sepia de alma acostada / y una vieja sombra de costras…”, expresa en el  poema correspondiente al día 349 de encierro.

 En tanto la nueva clase corrupta que ha convertido a Cuba en feudo que esclaviza a la población y el gobernante, nombrado a dedo, Miguel Díaz Canel emite vociferante alerta de combate, contra un pueblo desarmado que pide derechos legítimos, María Cristina Garrido lanza, a oídos receptivos, su denuncia: “Nos llevaron para la antigua prisión / del SIDA en San José de las Lajas / para clasificar a los líderes / que nunca lo fueron, / arrancarle la imposible confesión / de los miles de dólares de la Casa Blanca / y contagiados / con el Virus de la Injustica Humana / en una euforia colectiva, / caernos a palos / y amenazas de paredón / para que gritáramos / viva Fidel / y patria o muerte. /Mezclé mi periodo con orina rabiosa, / miedo y golpes en el sacro, / dejándome una fría secuela…”. 

E indiferentes los expoliadores de la tierra y pueblo cubano gozan y se pasean por conspicuas capitales europeas. Manuel Anido Cuesta, hijastro de Miguel Díaz  Canel se besa, elegantemente vestido, luego de cena íntima, en plena calle madrileña, con una actriz hollywoodense de la cual, parafraseando al Quijote y atribuyéndole orígenes de celuloide, escojo decir… “en un lugar del proyección del cual prefiero no acordarme…”.

No importa, ellos, los verdugos del pueblo cubano, como toda epidemia pasarán. Sin embargo, el canto de María Cristina permanecerá: “Extraño los niños / que solían pugnarse por mi abrazo / y el caramelo…”, escribe en una noche de amor materno y calabozo solitario. 

Amor maltratado, por el sicariato castrista, que jamás claudica. Por eso, cuando,  en fechas diferentes sus progenitores mueren. (El padre 14 de septiembre de 2022 y la madre 23 de diciembre del mismo año.). Frente a los cuerpos yertos, con esposas apretando sus muñecas y esbirros que le marcan los minutos de permanencia, la congoja brota límpida y permanente:

 “No hay mucha memoria / disponible / en un simple velorio totalitario. / Mi padre / mi dolor siempre / mi noble / mi compañero sin espacio / mi poesía”.

“Allí estaba ella / sin plañidos ni jactancias,  / sin ayes ni ejemplos, / sin presunción ni soberbia, / con su limpia vergüenza como / Dios manda”.

María Cristina Garrido es una más de los distinguidos batalladores sociales y excelentes poetas, sin distinción de sexo, que han llenado con su accionar de vida, patria y libertad los 66 años de  niebla totalitaria  que cubre nuestra Isla. A la mente me viene la imagen de María Cruz Varela y la exaltada cómplice del  castrismo que, a principios de los años 90 del siglo pasado, le obligó, con golpes e injurias, a tragar un papel con un poema de su autoría.

También, pienso en, el poeta-luchador, Ángel Cuadra†, (16 años de prisión política) cuando en su obra de versos “La voz inevitable”, muchos de ellos concebidos antes del nacimiento de María Cristina, manifiesta: “Amigos, / les digo que quisiera / no haber escrito estos poemas…”.

Y, en el presente, cuando la dictadura enfrenta la ineludible cercanía del fin, María Cristina, con ímpetu de continuidad,  llena  pisadas antecesoras  y dice: “Cuando las cautivas / se echan a llorar / sobre la nada / o sobre todo lo pavoroso / que es la nada / me siento vengadora / de ultrajes que pudieron / ser nuestros…”   

NOTA: Los poemarios de María Cristina Garrido se encuentran en Amazon Libros.

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