Kennedy: las armas son defensivas (II)
El memorándum recoge una alarmante implicación en su punto c): Nuestras observaciones indican el “posible establecimiento de facilidades soviéticas COMINT (Comunicaciones) y ELINT (Inteligencia Electrónica) dirigida contra Cabo Cañaveral” y otras importantes instalaciones de los Estados Unidos. Este memorándum de Agosto 20 señala que este crecimiento de la actividad militar en Cuba coincide con el viaje de Raúl Castro a Moscú “y esto puede, por sí mismo, ser de importancia”.
Es, por supuesto, importante. La posible instalación de centros de inteligencia electrónica dirigida hacia Cabo Cañaveral representa un serio peligro que debe comunicársele de inmediato al Presidente.
Al día siguiente de redactarse en agosto este memorándum del Director de la Agencia Central de Inteligencia, se produjo una reunión de éste con el Presidente Kennedy y con la sola presencia del General Maxwell Taylor, Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos.
Lo que se discutió no es aún -luego de 33 años- conocido en su totalidad, porque de los cinco puntos tratados tres siguen considerados como secreto sensitivo. Lo único que se dio a conocer en 1992, luego de transcurrir 30 años de estos hechos, es que el Director de la Agencia revisó con el Presidente y el Jefe del Pentágono la situación cubana y que “el Presidente obviamente estaba bien familiarizado con la situación” y que el Presidente expresó su preocupación sobre las observaciones personales y las observaciones manifestadas por (una persona cuyo nombre aparece aún omitido), durante su reciente viaje a Cuba de acuerdo a un memorándum adjunto que tampoco ha sido aún dado a la publicidad.
Este memorándum es revelador porque indica que “el Presidente obviamente está bien familiarizado con la situación cubana”. Por tanto, si no ha actuado con la energía que los dirigentes militares y políticos demandan, no es, en lo absoluto, por falta de información. Otros serán los motivos.
24 horas después, en agosto 23, vuelve a reunirse el Director de la CIA con el Presidente. Esta vez estarán presentes, además, el Secretario de Defensa McNamara, el Subscretario de Defensa Gilpatrick, el Gral. Taylor y McGeorge Bundy. El tema que se discute, por supuesto, es Cuba. Luego de considerar otros puntos, el Presidente solicitó un análisis del daño a los Estados Unidos y el efecto en Latinoamérica que pudiera ocasionar las instalaciones de proyectiles y, pregunta sobre lo que “podemos hacer en contra de las bases de cohetes en Cuba”.
El Presidente quiere saber “si podemos eliminar las bases por aire o si es necesaria una ofensiva por tierra o si podrían ser destruidas por una acción guerrillera de importancia”. Kennedy se pregunta: ¿Qué debemos hacer en Cuba si los soviéticos precipitan una crisis en Berlín?. Siendo esto una alternativa a la proposición de ¿qué podrían hacer los soviéticos en Berlín si nosotros actuamos en Cuba?.
Luego del mitin, en una conversación privada con Robert Kennedy, John McCone, Director de la CIA expresó “que él consideraba que Cuba era nuestro más serio problema”. La respuesta de Bob Kennedy sigue siendo hoy, 33 años después, considerada secreta. En la copia original del Memorándum aparece tachada esa respuesta.
El Presidente está perfectamente enterado de la grave situación.
El Tte. Gral. Marshall S. Cárter, Diputado General de la Agencia Central de Inteligencia, le informa al Presidente que las misiones de observación realizadas en agosto 29 indicaban la posibilidad de la presencia de otros tipos de emplazamientos de cohetes, posiblemente proyectiles de superficie a superficie. Este emplazamiento se encontraba cerca de Banes (Documentos #12). Inmediatamente la Casa Blanca ordenó silenciar esta noticia.
El primero de septiembre llamó el Presidente al Gral. Marshall Cárter (que está sustituyendo temporalmente al Director de la Agencia Central de Inteligencia) y lo instruye a continuar suprimiendo (“the clamps were to remain”) información sobre Cuba “excepto para el muy mínimo acceso de los que deben saberlo para informarle al Presidente”. Y continúa llegando a manos del Presidente información cada vez más alarmante.
Tres días después, el martes septiembre 4, informa el Presidente la presencia de misiles defensivos en Cuba. Para que no se llamaran a engaño, el Gral. Cárter les confirma a Kennedy y a Rusk, el jueves 6, la posible presencia de emplazamientos de cohetes ofensivos “tierra a tierra” en Bañes. ¿Respuesta?: ¿Investigar más? ¡No!. Las únicas instrucciones emitidas fueron las de “ocultar completamente la información”. Se le aclaró a todos los funcionarios con acceso a las noticias que se mantenía la estricta política de no dar información.
Los datos precisos, verificados por la comunidad de inteligencia del gobierno, le llegaban -por los canales oficiales- al Presidente. No eran sólo informes de “refugiados sin instrucción” que daban datos sobre proyectiles balísticos o armas sofisticadas que no conocían. No. La información durante todas estas semanas era recogida por los U-2 y la recibía el Presidente a través de los más altos funcionarios de su Administración. Pero nada hacía. Nada cambiaba.
El 7 de septiembre llega por los canales oficiales un cable. Han conocido por la indiscreción del embajador cubano en Praga (Raúl Roa Kouri) que Cuba tiene “cohetes del mismo tipo que derribó al U-2” (al de Powers, sobre Rusia, en 1960). Reacción del Presidente: “Detener por el momento la operación de los aviones U-2”. Por supuesto las razones expuestas para la cancelación son otras. Pero a pesar de que el Presidente conoce el acelerado ritmo de los emplazamientos de proyectiles balísticos y “lo importante que, en estos precisos momentos, resulta para los objetivos de inteligencia norteamericanos volar sobre Cuba”, la decisión de este mandatario que “mostró excepcionales cualidades de liderazgo” fue la de detener los vuelos. La suspensión se mantendrá por un mes.
La Administración se negaba a admitir las innegables evidencias. El propio McGeorge Bundy, Asesor Legal del Presidente, el 14 de octubre, precisamente el mismo día en que el U-2 tomaba las reveladoras fotografías, concurre a un programa de televisión. Y afirma que “hasta ahora todo lo que se ha entregado en Cuba cae dentro de la categoría de asistencia que la Unión Soviética ha ofrecido, por ejemplo, a estados neutrales como Egipto e Indonesia”.
Bundy, como su superior Kennedy, echaba por la borda todos los informes que hasta ese momento había recibido de la comunidad oficial de inteligencia de los Estados Unidos. Es aún más categórico este hombre que tanto influye sobre el mandatario norteamericano. Segundos después reafirma:
“Yo sé que no hay evidencias en este momento, y creo que no hay posibilidades, de que los cubanos y el gobierno de Cuba y el gobierno soviético se pongan de acuerdo en intentar instalar armas de capacidad ofensiva”.
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