La ONU, en los tiempos actuales, no es más que un verdadero “Nido de Víboras” donde se mezclan por igual diplomáticos acomodados, muy proclives a la buena vida y las reuniones inútiles, y notorios centros de espionaje, desinformación e intrigas.
No todos los diplomáticos son espías, es cierto. ¡Ah, pero muchos avezados espías son diplomáticos! Y no nos circunscribimos solamente a la ONU.
Recordemos al despreciable cipayo Víctor Manuel Rocha, miembro del cuerpo diplomático de los Estados Unidos, y acerbo traidor.
Este sujeto, nacido en Colombia, fue educado en nuestro país; adoptó la ciudadanía norteamericana y completó la carrera diplomática gozando de todas las oportunidades que brinda esta ejemplar nación para escalar; y, una vez completados sus estudios, comenzó en su ascenso hasta llegar a ser el embajador de los Estados Unidos en Bolivia.
Mas, sin embargo, nada de eso pudo alterar su repugnante naturaleza de sabandija comunista, y durante cuarenta años fue espía infiltrado del régimen castrista hasta que el FBI lo capturó en diciembre pasado luego de confesarle a un agente encubierto —que posaba como miembro de la seguridad cubana— que él les había servido como buen “compañero” durante cuarenta años, y se había anotado grandes triunfos en espiar al “enemigo” mientras el “enemigo” ni se imaginaba la gran labor que él realizaba para la revolución.
Para este pernicioso germen “diplomático” disfrazado de ser humano, el “enemigo” era precisamente el país que le acogió en su seno, le educó, le brindó todas las oportunidades de superación y le permitió una vida holgada y honorable a él y a su familia.
Este rastrero bacilo rojo, “bastoncito tóxico”, admitió su culpabilidad ante la jueza federal Beth Bloom, de la Corte del Distrito, el pasado jueves 29 de febrero.
¡Qué lástima que sólo fue condenado a quince años de cárcel! Y qué lástima que no hubo reparación alguna a las víctimas de sus acciones: los ultimados pilotos de “Hermanos al Rescate”, el asesinato de Oswaldo Payá, y sabrá Dios cuántos crímenes más facilitados gracias a su influencia y labor de espionaje, al igual que la resentida traidora Ana Belén Montes, otra “compañera” acomplejada y cínica, como todos ellos, que ahora, tras sus años de cárcel, se halla “desaparecida” en algún lugar de Puerto Rico, o quizá en la guarida del lobo en jefe, en Cuba, colectando algún insignificante cheque de retiro por sus “valiosos servicios” a la “robolución cubana” y el respaldo incondicional a todos los atropellos y crímenes cometidos contra el pueblo de Cuba.
¡Malvados todos! ¡Malditos!
Es que, como hemos sostenido antes, todos ellos son iguales; malsanas cepas llenas de odio, complejos, envidias y resentimientos; entes desagradecidos, traidores y desleales al extremo, maliciosos en insuperable medida y holgazanes crónicos en las sociedades civiles donde sobreviven como “aretes”.
Eso es lo que realmente define a los eméticos comunistas; la negación de todos los principios de honor, dignidad, decencia, entereza de bien y trabajo honesto. ¡Qué asco, señores!
Felipe Lorenzo
Hialeah, Fl
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