El abrupto motín que sacudió a Rusia, y al mundo, la semana pasada, duró 24 horas; pero las consecuencias aparentes, aún no se han pronunciado. Como tan sabiamente lo expresó el filósofo del beisbol, Yogi Berra: “nada ha terminado hasta que no haya terminado”.  Y la sublevación que comenzó el viernes de la semana pasada, para terminar en la tarde del sábado, nos promete, sin embargo, el inicio de una larga jornada en la erosión de poder de Vladimir Putin. La breve rebelión de Yevgeny Prigozhin, el propietario de la organización paramilitar Wagner, protegido de Putin, exconvicto, y ahora enemigo de su protector, pone de manifiesto la monumental realidad de que el emperador no tiene ropa. La coraza del líder fuerte, invulnerable, ha caído. La figura de Putin ante su pueblo se ha disminuido, y ése, ha sido un factor peligroso para la sobrevivencia política de cualquier gobernante ruso desde los días tempranos de la Revolución de 1917. 

El desafío de Prigozhin ha sido, sin duda, el mayor y más directo reto a su presidencia de casi 23 años. Con la frustrada rebelión del fin de semana pasado, se puede predecir que Rusia ha comenzado la búsqueda de su nuevo presidente.

Por el momento, a los pocos días del grandioso evento, no se han visto aparentes consecuencias. Tal vez no las veamos por algún tiempo. Sin embargo, la trama está en lenta moción donde los distintos poderes están fijando estrategias y posiciones para los acontecimientos que probablemente se desatarán en un tiempo no distante. El volcán dormido empieza a despertar y la erupción se hará sentir con el correr de los días.

Lo que está claro, es que Putin emerge de este motín seriamente debilitado, habiendo perdido su monopolio en el uso de la fuerza en el país, y, lo que es igualmente importante, la ilusión de que puede proveer seguridad y estabilidad a los ciudadanos rusos.

Prigozhin, con su frustrada mini sublevación, ha despertado, en toda la Federación Rusa, un aire de profunda preocupación, y un innegable temor en el Kremlin, de que la posible continuación de estos eventos pudiera, ciertamente, desafiar el poder de Vladimir Putin, y como resultado, su eventual salida del poder.  

Para Rusia, la fracasada rebelión expone las grietas en la fachada de unidad y firmeza que la propaganda, y la censura, han creado alrededor de la dictadura de Putin.  La frustración popular encuentra, en los acontecimientos recientes, una base de confirmación para ese sentimiento, cuando los ciudadanos pueden ver, ahora mejor que antes, el poder militar ruso malgastado, su economía en declive, y su aislamiento global en aumento.

Las razones esgrimidas por Putin, para la invasión de Ucrania, de un empeño nacionalista para salvar a Rusia de la amenaza de Occidente, se han derrumbado con las palabras de Prigozhin, declarando la invasión totalmente injustificada donde docenas de miles de rusos han perdido la vida.

Evidentemente que Yevgeny Prigozhin no tenía un amplio apoyo militar ni político para la rebelión, que, en 24 horas, lo forzó a suspender la marcha hacia Moscú cuando estaba a l20 millas a su alcance. Pero incluso con esa falta de apoyo, Prigozhin forzó a Putin, a través del dictador bielorruso, Alexander Lukashenko, a negociar su salida del conflicto con un exilio en la nación de este último, libre de las amenazas de encausamiento. Aquí, se le cae el disfraz a Putin. El hombre invulnerable, ha dejado de serlo. Ha negociado, ha cedido, ante la amenaza de una fuerza incomparablemente menor. Ha perdido la primera escaramuza.

Esta crisis que envuelve a Rusia es, genuina, y totalmente, de su propia creación. No ha habido participación, directa ni indirecta, de ningún elemento externo. Es de una fabricación estrictamente doméstica.

Empero, irónicamente, la rebelión, con toda su frustración, no pudo haber llegado en mejor momento para Ucrania, que recién comienza su contra ofensiva contra las fuerzas invasoras rusas.

La crisis ha tomado una pausa, pero no ha terminado. Desde su exilio en Bielorrusia, Prigozhin sigue reclamando la destitución del ministro de Defensa, Sergei Shoigú y el jefe del Staff General, Valery Gerasimov a los que acusa de traidores. Todo parece indicar que el descontento en las fuerzas armadas es extenso; lo cual pone a Putin en situación precaria dentro de la crisis, con el agravante de una guerra que está desgastando las reservas de la nación, y que, por consenso general, ha perdido.

La ilusa ambición de Vladimir Putin de revivir las pasadas glorias del Imperio Ruso, lo van llevando, poco a poco, a su propia ruina. Es posible que al final, ni siquiera pueda mantener a la Federación Rusa unida, mientras que la alianza occidental, con toda probabilidad, saldrá más fortalecida con Ucrania, Suecia y Finlandia como nuevos miembros de la OTAN.

El resultado también afectará a China, que, terminada la guerra, despertará con un aliado más debilitado, empobrecido, y desprestigiado, ante los ojos del mundo.

Putin por ahora sobrevivirá en el poder, pero la sublevación de Prigozhin demuestra que la guerra de Ucrania no ha sido más que un costoso fracaso para él y para Rusia.

BALCÓN AL MUNDO

El ministro de Defensa de Cuba, Álvaro López Miera, inmediatamente después de pasar el miedo de la mini rebelión que puso a temblar al Kremlin, se fue a Moscú, a leer, chocheando, malamente, una carta servilmente adulona ofreciéndole apoyo incondicional de Cuba a Vladimir Putin, y, además, a reiterarle su respaldo en la sangrienta aventura de Ucrania. El viejo gorila se fue a decirle a Putin lo contento que estaba, él y su jauría en La Habana, de que hubiera sobrevivido al susto. ¡Qué lección de estadista corajudo había dado al mundo! ¡Cómo en Cuba, admiraban esa valentía! ¡Él era más grande que Pedro el Grande y todos los zares juntos! ¡Por eso en Cuba, lo querían tanto!

El viejo comunista cubano a la vez que se arrastraba a los pies del tirano ruso le glorificaba por su coraje en la hazaña de asesinar a miles de ucranianos que en ningún momento provocaron esa agresión.

La sumisión de este anciano no tiene explicación. ¿Cómo es posible humillarse de esta manera ante un sujeto criminal al que posiblemente sus días en el poder nadie podría garantizar?

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Para un candidato sin chance, Robert F. Kennedy Jr., está obteniendo una inusitada atención en la prensa nacional, a la vez que mantiene, en todos los polls realizados por los demócratas, un constante 20% de apoyo entre los votantes de ese partido.

Parece que ese 20% es una parte de los que se oponen a la candidatura de Biden para el 2024. 

Es lamentable que no haya entre las filas del Burro, otras figuras con suficiente coraje para retar a Biden, un hombre muy vulnerable, física y mentalmente, para otro término presidencial.

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La saga de la mini sublevación rusa de la pasada semana continúa. El miércoles pasado se conoció el arresto del general Sergei Surovikin, quien, al final de la insurrección rindió público apoyo a Putin, aunque las redes sociales, en Moscú, aseguran que al principio de la revuelta apoyaba a Prigozhin.

También afirman las redes sociales que varios generales, y oficiales de alto rango, están siendo investigados por sus contactos con el jefe del ejército privado Wagner, ahora en exilio en Bielorrusia.

Como se dice en beisbol, la bola pica y se extiende…

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Como consecuencia del aumento en la tasa de intereses, los precios de las casas, y todo tipo de inmuebles, han declinado, año a año, del pasado a éste, cosa no vista en 11 años. Y todavía se esperan dos aumentos más en los próximos meses.

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Hacía 20 años que no se reportaba un caso de malaria en la nación. Pero, en semanas pasadas, 5 casos, 4 en Florida, y uno en Texas, de esa peligrosa, y a veces mortal enfermedad, se han revelado por el CDC.

El riesgo de contraer malaria en la nación es extremadamente bajo, pero es más alto en lugares donde los mosquitos sobreviven la mayoría del año.

De acuerdo al CDC, la malaria es una enfermedad potencialmente fatal, que debe ser tratada como una emergencia médica.

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La administración de Biden está lista para aplicar restricciones a la exportación a China de chips aplicados a la inteligencia artificial, preocupada sobre el poder tecnológico en manos de un rival con las pretensiones hegemónicas de la nación asiática.