Por primera vez me han preguntado esta semana si ya tenía entradas para asistir a algún evento durante los Juegos Olímpicos que tendrán esta capital como escenario a partir del 26 de julio del año que viene. Respondí con un ambiguo sí y no. El «si» porque meses atrás me inscribí en una tómbola, única y oficial vía internet, cuyo lote valía acceso a comprarlas. Mi hija acertó en el primer grupo ganador y compró 6 para la ceremonia inaugural. Una será para mí. No me ha querido decir el precio, pero creo que la cosa anda por los 650€ y no tengo idea en cuanto a la ubicación de las butacas adquiridas. Semanas más tarde me tocó a mí; los sorteos han continuado y continuarán. Me sentí eufórico pero la alegría duró muy poco.

Tal como se presenta la cosa son propuestos eventos y lugares que no necesariamente son del interés del comprador potencial. Siempre sobre la base de comprar hasta 6 tickets que hay que pagar al momento y que no son rembolsables. Los precios son altos. Cuando al fin me ofertaron basquetbol y atletismo que serían mis prioridades, la cosa era entre 950€ y 550€ por silla. Ahí mismo tiré la toalla. Definitivamente no es para mí. Un colega me dijo que venderían comoquiera todos los espacios porque muchas empresas adquieren para sus clientes además de que el Comité Organizador tiene obligatoriamente que atribuir lotes a las federaciones deportivas de los países participantes. Se está hablando de 15,000 atletas participantes, 

20,000 periodistas acreditados, 13 millones de espectadores directos y 4 billones de fanáticos delante de los televisores alrededor del planeta.

El lector ya comprendió que mi respuesta «no» es que, por el camino que van las cosas iré al Stade de France para la apertura, la fiesta, la llama de la antorcha encendiendo el pebetero y párese de contar. Otro asunto será lo que tendrá lugar antes, el mismo día, en las calles de alrededor del Sena.  Pero para acercarse por allí habrá que esperar a que las autoridades, léase el Ministerio del Interior, propongan la manera de acceso a través de un filtraje hecho meses antes y también por internet.

Están muy lejos en mi memoria los actos a los que asistí a partir de la presentación en junio de 2015 de la candidatura de la ciudad. Meses después hizo su aparición el logo propuesto (ver la foto que tomé ese día). Poco después hubo una intensa semana de visitas a todos los sitios en los que se efectuarían las competencias. Junto a nosotros, periodistas locales y venidos del extranjero, participaron los miembros del Comité Olímpico conjuntamente con directivos de las federaciones deportivas implicadas. La culminación sobrevino en septiembre de 2017 cuando en acto histórico celebrado en Lima partieron la naranja al medio: para París 2024, para Los Ángeles 2028. Todo eso es historia antigua.

Ahora bien, ¿podremos proferir un habemus olimpiada en este pueblo dentro de 14 meses? No son pocos observadores quienes se lo preguntan. Las cosas andan aquí bastante mal. Las infraestructuras de alojamiento y de transporte nunca han estado peor. En cuanto a la preparación de los diferentes lugares previstos para acoger las competencias, lo mismo nuevos que viejos a maquillar, pinta mal y con retraso. Tocante al presupuesto ya se duplicó la cifra originalmente avanzada. Estos dos puntos son grandes clásicos en la materia: ha ocurrido antes y seguirá ocurriendo en el futuro.

En cuanto al deporte en Francia jamás ha estado en situación más precaria que la actual. Ahora mismo está jugándose el abierto de tenis Roland Garros y los locales fueron rápidamente eliminados. Como siempre de hecho: el último ganador francés fue hace 40 años. En cuanto a la parada del próximo viernes 9 en el Stadium Charlety de este pueblo de la Liga Diamante de atletismo, no veo gente del patio susceptible de dar pelea por los primeros puestos. Y es así en casi todo, con el judo y la esgrima salvando la honrilla. Como es bien sabido el deporte de alto nivel tiene sus códigos que no son secretos: instalaciones, personal capacitado y mucho dinero. Siempre nos quedará el fútbol, pero dista de ser suficiente en el panorama que trato de presentar hoy.

Mientras tanto la situación de la ciudad vitrina de Francia es crítica con vistas a un evento planetario como el que se avecina. De cierta manera se puede decir que esta malherida por muchos años de administración deficiente y de pésima concepción del urbanismo. La cosa se ha agravado desde que la dirige la socialista Ana Hidalgo y su cohorte de facinerosos de izquierda, cuyos abanderados son los comunistas y los ecologistas. A quienes tenemos la suerte de viajar allende el Hexágono nos consta que la capital francesa es hoy por hoy, una de las más sucias y descuidadas en Europa.

Como factores concomitantes hay que citar varios escándalos financieros que han provocado recientemente renuncias y despidos en el seno de varias entre las más importantes federaciones deportivas del país. Sin olvidar que la presencia de extremistas en el Parlamento y en los sindicatos pueden provocar lo peor para cuando la fecha del comienzo de los eventos vaya acercándose. El chantaje que crearían tales factores no debe ser excluido y el gobierno no toma la posibilidad a la ligera. La arrogancia del actual presidente y el extremismo de la alcaldesa de París no auguran nada bueno y ya veremos. Resumiendo: altius, citius, fortius ya veremos, es todo lo que hoy podemos escribir no sin reservas ciertas.