EL EDICTO DE PUTIN (I de IV)

Written by Libre Online

21 de marzo de 2023

Con un sincero saludo agradezco de manera efusiva la publicación del análisis sobre las consecuencias que se abocarían sobre todos, si perdemos en Ucrania. Especialmente quiero hacerlo en nombre del sufrido pueblo ucraniano, merecedor de todo el apoyo y exposición a su drama real que podamos brindarle.

Hace ya algunas semanas, a fines de enero, durante una entrevista otorgada a la cadena inglesa BBC, el antiguo primer ministro británico Boris Johnson declaró que días antes de la agresión rusa contra Ucrania el 24 de febrero de 2022, durante una álgida conversación telefónica con el dictador del Kremlin advirtiéndole contra su ominoso edicto llamado por él «Operación Militar Especial», Vladimir Putin le amenazó, expresando fría pero abruptamente: “Boris, no deseo hacerle daño pero con un misil tomaría sólo un minuto”.

Ante la sorpresa de semejante revelación y el polvorín de publicidad desatado por la misma, el vocero del Kremlin Dmitri Peskov se apresuró a desmentirla afirmando que acaso los traductores ingleses no interpretaron adecuadamente las palabras de Putin. Otras voces de las «cajitas orgánicas de resonancia» del Kremlin se sumaron a Peskov haciendo similares declaraciones y siguiendo, claro está, los preceptos del dictador totalitario.

“¡El no dijo eso!” —afirmaron Peskov y los demás «perritos falderos» del régimen, incluyendo a sus abyectos acólitos Sergei Lavrov, María Zakharova, y su compinche de los simulacros electorales Dmitri Medvedev (ahora yo soy Presidente y tú Primer Ministro, después tú serás Presidente y yo Primer Ministro, etc.), y no podemos olvidar al resto de la cúpula mafiosa, entre ellos Yevgeniy Prigozhin del grupo terrorista Wagner, Ramzan Kadyrov, el traidor de Chechenia y traidor a su propio progenitor, así como la diabólica María Lvova-Belova, de rostro bonito y cruel, «Comisionada del Derecho Infantil» que ha deportado a miles de niños ucranianos hacia áreas remotas de la Rusia Soviética para educarlos como rusos, lejos de su hogar y sus familias ucranianas. Por último, en esta pandilla satánica no puede faltar la operática Arma Netrebco, cuyas ganancias han financiado sobradamente a la autoproclamada e ilegal República de Donetsk. Todos estos mefistofélicos salieron a la defensa del gánster ruso asegurando que él nunca amenazó a Boris Johnson.

Pero basta contemplar las recientes acciones del antiguo teniente coronel soviético de la KGB destacado en Dresde, otrora Alemania oriental, y convertido ahora en el amo absoluto de Rusia, para llegar a la lógica conclusión que sí lo dijo. ¡Sí lo dijo!

Además, ¿qué importancia tiene haberlo dicho, si se trataba del primer ministro de una nación a la que él siempre ha odiado —como odia por igual a todas las democracias—, y a la cual desdeña por considerarla una potencia militar muy inferior a la suya?

Soslayando los crímenes y torturas a los que sometió seguramente a muchos durante sus 16 años como oficial de inteligencia de la KGB soviética, basta observar la despiadada masacre que ha llevado a cabo en Ucrania lanzando misiles (como el que pretendía enviarle a Boris Johnson), contra guarderías infantiles, centros de maternidad, hospitales, templos, teatros, bloques de apartamentos y todo objetivo civil que pudiera atacar en su campaña terrorista y criminal, y su ilícita invasión a una nación independiente y soberana que nada le hizo para merecer semejante e inhumana agresión.

¡Este bárbaro del siglo veintiuno no tiene límites!

Sin embargo, al analizar el desarrollo de la guerra y las directrices emanadas del gánster ruso, saltan a la vista otras nebulosas páginas del pasado, ya casi desvanecidas por el transitar del tiempo, pero que resurgen hoy cobrando una inesperada actualidad. La Historia nunca nos permite obviar las similitudes.

En noviembre del año 1942, durante la Segunda Guerra Mundial, el Sexto Ejército alemán bajo las órdenes del General von Paulus, se adentró tanto en las líneas enemigas que su punta de lanza llegó junto al Volga, sobre la ciudad rusa de Stalingrado. El Sexto Ejército constituía en ese momento el mejor y más valioso cuerpo de combate de la Alemania nazi. El dictador alemán, durante el transcurso de aquellas cruciales semanas se encontraba en su Cuartel General del Este, aquella famosa «Guarida del Lobo» o «Wolfsschanze» sumamente encubierta y bien situada estratégicamente en medio de los pantanos del Pripet, en Rastenburgo, en la Prusia Oriental (hoy llamada Ketzryn, en Polonia); un embalse húmedo, frío y tétrico, invadido de insectos, pero donde se alojaban numerosos «búnkers» o blocaos de acero y hormigón de varios metros de espesor cada uno, ocultos bajo tupidas redes de camuflaje. Una vía férrea secreta era su principal acceso, llegando a un aislado andén del lóbrego complejo militar.

Felipe Lorenzo

Hialeah, Fl.

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