De su niñez muy poco se ha dicho, de joven dice que “es médico”, pero durante toda su cochina vida jamás se le conoció un paciente.
Con un amigo sale a dar un largo viaje en una motocicleta, después se sitúa en un parque de Ciudad Mexico tirando fotos ambulante.
Anda desesperado por participar en una aventura, se encuentra con un cubano llamado Ñico López.
Se dan mutua muela y Ñico carga con él para que conozca a su jefe que anda organizando una expedición para derrocar el gobierno de su país.
Como “se las da de ser médico” el siniestro cubano le da “vela en ese entierro” y con mucho recelo de ambas partes se ponen de acuerdo.
Después del desembarco era uno del montón, inicialmente lo ponen a sacar muelas, hasta que acusan a un guajiro de ser un informante del ejército llamado Eutimio Guerra.
No saben exactamente que hacer con él, sin pensarlo dos veces el extranjero asesina al campesino. Los cubanos se quedan fríos, el “saca muelas”, ante sus atónitos ojos, demuestra en realidad ser un asesino nato…. El jefe de los cubanos complacido con el crimen lo nombra “Comandante”.
Pesado, lijoso, engreído, creyéndose superior a los cubanos, le cae extremadamente mal a todo el mundo.
Varias escaramuzas y es enviado para Las Villas, para el Escambray, simplemente para controlar, degradar y neutralizar a los alzados en esa zona.
Fracasa no sin antes un osado comandante del Segundo Frente llamado Jesús Carreras le tira los pantalones delante de la tropa.
Cuando Batista huye, inmediatamente lo envían para La Habana, lo ponen al frente de La Cabaña y allí forma un sangrerío de épicas proporciones.
Como premio al genocidio le dan varios puestos donde en todos fracasa…. Detesta a los cubanos, avergüenza públicamente a un artista llamado Germán Pinelli cuando este trata de lograr su atención gritando “¡Che, Che!”y este le responde : “Yo soy el Che para mis amigos, para usted soy el doctor Guevara”.
Su monumental fallo es “creerse que era en realidad un verdadero guerrillero y considerarse superior a su jefe y discrepar con él.
El ególatra quisiera fusilarlo pero el Argentino -como Chacumbele- él mismo se mata decidiendo “hacer su propia revolución” creyendo que los bolivianos serían como los afables campesinos cubanos.
Y es apresado pidiendo clemencia y gritando “¡Yo soy el Che y les valgo más vivo que muerto!” Y un glorioso disparo del soldado Mario Terán vengó a todas las víctimas de este monstruo .
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