Monseñor Jenaro Suárez Muñiz
Los relatos de El Padre Jenaro, de 1965
I
(IX de XXI)
A la Pila se le proveyó de magnífica tapadera de caoba, combinada de manera que, encajando en el tabique, no sea preciso removerla cuando haya que usar la fuente. Más tarde se procedió al actual atuendo, colocándole zócalo de azulejos de Sevilla, obra costeada por el Sr. Juan José Alcozer.
Hay además un cuadro que representa el Bautismo de Jesús, obra ejecutada con esmero pero que carece de originalidad, aunque las imágenes, de tamaño natural, ofrecen anatomías dignas de artista. El marco en que se encerraba, elegante y severo, exactamente igual al que orla el cuadro de Santa Victoria o Santa Bárbara, sobre el altar del Calvario, fue necesario sustituirlo por el actual, pues estaba destruído por el comején. El que tiene, de estilo limpio y severo, de madera de caoba, barnizado a muñeca.
4) La recién fundada Asociación de la Buena Muerte, presidida por la Sra. Ester Polanco de García, secundada por Da. Elisa de las Heras de Sarria. Da. Chichi Dumás de Suárez y otras, se hizo cargo de la restauración del antiguo y casi demolido altar del Señor de la Misericordia, imagen venerable, antigua y de leyenda. Original obra de imaginero, pero de una realidad magnífica que reproduce el momento de la muerte del Buen Señor, por lo que en un tiempo fue llamado el Señor de la Inspiración, o tal vez, de la expiración. Diósele la forma actual. La ejecución fue concedida al citado Sr. Mijenes. Procedióse también a tornear una nueva cruz de madera incorruptible, pues la que tenía era pequeña y poco artística. Cómo un rasgo de mi devoción filial, séame lícito hacer constar que esta cruz fue labrada y confeccionada por el piadoso artesano que la pulió con todo cariño de cristiano, que a la vez satisfacía los deseos del hijo sacerdote; mi padre, D. Rafael Suárez y Menéndez. Sirva este recuerdo en sufragio de su alma sencilla, a la vez que de ruego a los que ésto leyeren para que recen por él. Púsosele suppedáneo de marmolina color alabastro, encomendado al Sr. Eirín y la decoración del mismo color, al Sr. Domingo Díaz. Bajo el suppedáneo y en una caja metálica fueron depositados en tarjetas ad hoc, los nombres de los donantes para dichas obras.
5) Tocóle su turno al altar de Nuestra Señora de la Caridad que, excepción hecha de la hornacina, es el mismo que tenía desde muy antiguo: pero fue necesario aumentar, elevándola, la peana de la imagen, regalo del devoto Sr. Roberto Andux y colocar a manera de retablo la modesta pintura que ostenta al fondo de la hornacina, obra ejecutada por el Sr. Norberto Garbalosa, amigo y compañero mío de colegio en Santiago de las Vegas. Se le dotó de suppedáneo de mármol como está.
6) En la capilla del Sagrado Corazón había dos altares, uno dedicado a Nuestra Señora del Sagrado Corazón, que es el que está ahora, y otro, antiguo, de caoba en estilo clásico sencillo y que parece ser el primitivo altar mayor de la iglesia, antes de 1888 en que el ínclito Barnada regaló el actual monumental. En este altar estaba la venerable imagen del Nazareno, que yo, a imitación de las venerandas de Roma guardé para sacarla al culto en los días de la Cuaresma. Lo cual dio lugar a un acrecentamiento de culto, pues durante la Cuaresma es alumbrada con numerosos cirios y flores, siendo llevada la imagen en procesión durante los via-crucis cuaresmales. Antes de ser retirada, fue objeto de una decoración del rostro y las manos, que reflejan el dolor y la angustia del Divino Paciente. La obra, magistralmente ejecutada, fue realizada por un pardo conocido por «Murillo». El antiguo altar fue donado por Mons. Saínz a la iglesia parroquial de los Arabos. Quedó en la capilla el altar de N. Señora del S. Corazón, cuya imagen iue guardada para ceder su puesto a la nueva imagen del Sagrado Corazón de Jesús, que hoy está sobre un pilar a la entrada del archivo, cuando se adquirió la actual y se hizo la restauración, como se dirá en su sitio.
7) El altar de San José desdecía del templo, así por ser de pequeñas proporciones, en comparación con los demás, como por ia pobreza del estilo, imitación sencilla de gótico, rodeado de una baranda a manera de comulgatorio que obstruía el paso de la nave, por lo que, con permiso del Sr. Obispo, la mandé quitar y se le regaló el barandaje al Colegio San Vicente de Paúl, a petición del correcto y cristianísimo caballero D. Jacobo Carrillo de Sanflel. Se le puso un sagrario en consonancia con su estilo y se colocaron a los lados del Santo Patriarca, las imágenes de San Antonio ya existente antes y una nueva de San Francisco adquirida entonces y que es la que esta en el altar de Fátima. Siempre bullía en mi mente (volver a traer para el Santo Protector de la Iglesia, su primitivo altar, del estilo, guato y calidad de los demás del templo, pero era menester esperar a tiempos más propicios, como se dirá en su sitio. Se le puso suppedáneo de marmolina color amarillo claro, que se destruyó durante el tiempo de la gran reparación en 1926, de que se hablará en su lugar.
8) Por este tiempo se restauró la pintura de los antiguos pulpitos de la iglesia, obra realizada por el Sr. Díaz y costeada por la familia Zanetti.
9) Con motivo de la dedicación de la iglesia de San Miguel de los Baños, Mons. Saínz llevó allá una de las campanas de la torre, así como el armonio que servía para los cultos menores. No satisfecho yo con una campana menos, trabajé hasta conseguir una, regalo del Sr. Fundora y que se bendijo bajo la advocación y nombre de Sta. Rosa de Lima, cuya devoción había quedado grabada en mí por ser una de las principales fechas que se celebraban en el Colegio Pío Latino Americano de Roma, y fecha en que vestí definitivamente la sotana. Una muestra de las tantas misericordias de Dios para conmigo.
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(Continúa la semana próxima)
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