Dos esenciales defectos en la legalización del aborto por el Tribunal Supremo hace más de 48 años

Written by Demetiro J Perez

29 de diciembre de 2021

El mundialmente famoso Premio Nobel de Medicina Dr. Jérome Lejeune

Las sentencias del Tribunal Supremo de Justicia en las casos Doe vs. Wade y Roe vs. Bolton tienen tantos defectos de fondo y forma, que nos tomaría más de un año para exponerlos todos en esta breve página semanal. Hay dos esenciales concernientes a la vida humana que pasamos a considerar. Uno es de orden científico y el otro jurídico.

EL DEFECTO CIENTÍFICO

En la sentencia de Roe vs. Wade los Magistrados expresaron: “Nosotros no nececitamos resolver la difícil cuestión de cuándo comienza la vida. Cuando los que están calificados en las respectivas disciplinas de Medicina, Filosofia y Teología no pueden llegar a ningún consenso, la judicatura, en este momento en el desarollo de los conocimientos del hombre, no está en posición para especular con respecto a la respuesta”.

Esta declaración contiene una equivocación en grado tan alto que se eleva hasta la falsedad.

Porque la dinámica de la fertilización había sido descubierta en el Siglo XIX y en 1973 ya era un hecho científico que nadie disputaba: la increíble manera de como la vida humana comienza desde el mismo momento de la concepción o fertilización. Es una célula humana o pequeño embrión que tiene vida, se multiplica, crece y en unos pocos días se mueve hasta implantarse en el útero o matriz.

Afirmaciones del mundialmente famoso científico y Premio Nobel de Medicina Dr. Jérome Lejeune, descubridor en 1958 del extra-cromosoma causante más común del “Down syndrome”. Lamentó que su descubrimiento genético haya sido utilizado en contra de los niños no nacidos. Hasta su fallecimiento en 1994 se dedicó enteramente a investigaciones para mejorar sus vidas. En 1969 al recibir un prestigioso premio de la Asociación Americana de Genética Humana, pronunció un importante discurso firmemente antiaborto y en defensa de la vida humana. La Fundación Jérome Lejeune, continuadora de su herencia científica y moral ha publicado un folleto contentivo de las 21 afirmaciones que nos legara, entre otras:

“La vida tiene una larga historia pero cada uno de nosotros tiene el mismo exacto comienzo: el momento de la concepción”.

“No nay un sólo científico que dude que la formación genética del ser humano está completa desde el mismo momento de la fertilización”.

“Un mes después de la concepción. la longitud de un ser humano es la sexta parte de una pulgada. Su diminuto corazón ya ha estado latiendo por una semana y sus brazos, piernas, cabeza y cerebro han empezado a formarse”. “Después de dos meses está virtualmente completo, con manos, pies cabeza, órganos internos, cerebro. Cada cosa en su lugar. Todo lo que necesita es crecer. Si aún se mira más de cerca con un microscopio, pueden notarse sus huellas digitales”.

El defecto jurídico

“Conceptus pro iam nato habetur” es un tradicional axioma del Derecho Romano adoptado por el Derecho Inglés o “conmon law” desde hace siglos bajo el cual el niño que no ha nacido es tratado como una persona nacida siempre que se trata de algo que lo beneficie. Y es evidente que no hay nada más beneficioso que la misma vida humana. Esta tradición heredada del genio jurídico romano continuó en la legislación de esta Nación. Específicamente en lo constitucional, el Tribunal Federal de Ohio en 1970 en el caso Steinberg vs. Brown, decidió que las Enmiendas #5 y #14 de la Constitución imponen al Estado la obligación de salvaguardar al niño no nacido, caso que fue citado en otras decisiones federales que entonces consideraban las leyes sobre el aborto.

Resulta una contradicción que las leyes americanas apliquen el axioma jurídico romano para beneficiar al niño no nacido en las derechos de herencia, de propiedad, en lo penal e incluso en casos de “wrongful death” o sea la indemnización por muerte injusta, y que los Magistrados del Tribunal Supremo le negaran la personalidad jurídica en defensa de su vida cuando se trata del aborto.

Consideraciones finales

1. La vida, la libertad y los demás derechos humanos fundamentales son inalienables y no tienen su origen ni son concesión del Estado. La Declaración de Independencia de esta Nación claramente expresa que nos fueron otorgados por el Creador. Son derechos anteriores y superiores a la organización del Estado al que sólo compete la obligación de respetarlos y garantizarlos. Y el primero de todos es el derecho a la vida.

2. El derecho de la madre al aborto es tan absoluto, que el padre del niño no tiene ningún poder para oponerse. Los movimientos pro-aborto alegan que la mujer es la única que tiene el derecho de disponer de su cuerpo. La vida humana que lleva la madre del niño no existe para los abortistas, es sólo una parte más de su cuerpo. Es “una cosa” gue le molesta o duele en su cuerpo, como un dolor de muela que hay que extraer, el del apéndice infectado que hay que extirpar o una verruga que le afea.

3. La más reciente ciencia genética es clara evidencia que la vida humana existe desde el instante de la concepción. El embrión humano tiene ya su propio DNA (“deoxyribonuclic acid”) que no es ni el del padre ni el de la madre sino el suyo propio único e irrepetible de la nueva vida humana. Vida humana que los poderosos intereses laicistas niegan. Alegan que es una creencia religiosa que no puede ser considerada por el “muro” no el de la frontera sino el legal inventado para separar la Religión del Estado. Y para lograr el verdadero objetivo del laicismo: impedir que las religiones cristianas y sobre todo la católica, alcen su voz en la esfera pública social. Pretenden reducir lo religioso al culto interior en los templos y a rezos privados en el hogar. Laicismo refutado hace más de 10 años en mi extenso artículo sobre “La Religión y el Estado”.

4. Termino con otra válida afirmación del Dr. Jérome Lejeune: “Los enemigos de la vida saben que para destruir el cristianismo, deben primero destruir la familia en su punto más débil: el niño.Y entre los más débiles, deben escoger al menos protegido de todos, el niño que nunca ha sido visto, el niño que todavía no ha sido conocido ni amado, quien no ha visto la luz del día, quien no puede llorar y ni siquiera gritar en su dolor”.

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