El próximo lunes 31 estaremos celebrando el “Memorial Day”, en español sería “Día de Recordación”. Se trata del día que dedicamos cada año para honrar la memoria de todos los héroes que han muerto a lo largo de la historia americana en actos de servicio a la patria. En sus inicios esta celebración fue conocida como el “Decoration Day” en referencia a la costumbre de engalanar con flores y banderas las tumbas de los mártires de la Guerra Civil Americana. Como parte de esta celebración se cantaba un himno publicado por Nella L. Sweet en el 1867, cuyo título traducido al español sería: “Arrodillémonos ante el sitio en que para siempre duermen nuestros héroes amados”.
Hubo algunos conflictos para determinar la fecha en que originalmente se celebró el primer Memorial Day tal como oficialmente se lleva a cabo hoy día. Para finalizar con las conjeturas, y las polémicas, el presidente Lyndon B. Johnson, (8/27/1908 – 1/22/1973) en mayo del año 1966, por acuerdo del Congreso, declaró que fue en la ciudad de Waterloo, Nueva York, donde se condujo la primera celebración del Día de Recordación. Los que se opusieron a esta afirmación se basaban en el hecho de que debido a los duros años de la Guerra Civil en diferentes localidades se celebraron casi coincidentemente ceremonias de rememoración dedicadas a los militares muertos en la inolvidable contienda. No obstante, hoy día se tiene a Waterloo como un símbolo geográfico del sentir de los americanos ante el sacrificio de los que, por sus ideales y el futuro de libertad de la patria, entregaron sus vidas. Probablemente no haya otro sitio en la nación en el que hoy día se celebre el Memorial Day con tanto fervor, reverencia y atención mundial como es el Cementerio Nacional de Arlington, frente al río Potomac, en la Capital de la nación.
El Memorial Day fue oficialmente proclamado el 5 de mayo del 1868 por el General John Logan, comandante nacional del Gran Ejército de la República, con su Orden General Núm. 11, y la celebración se llevó a cabo el 30 de mayo del mismo año. El primer estado en adoptar oficialmente esta celebración fue el de Nueva York, en 1873. Siete años después ya todos los estados norteños la habían adoptado. Los estados sureños se ajustaron a fechas diferentes hasta finales de la Primera Guerra Mundial, cuando la celebración dejó de estar relacionada exclusivamente con la Guerra Civil, incluyéndose en la misma a los millares de los héroes americanos que murieron en el doloroso conflicto mundial.
En el año 1971 el Congreso aprobó la llamada ley “de celebración nacional”, escogiéndose el último lunes del mes de mayo para el Memorial Day, o Día de Recordación. Aunque esta fecha es de acotación federal y se honra en todos los estados de la Unión, todavía en muchos estados sureños, sin agravios a la aceptación de este acuerdo, se continúa honrando la memoria de los soldados Confederados en fechas diferentes: el 19 de enero en Texas, el 26 de abril en Alabama, Florida, Georgia y Mississippi; el 3 de junio en Luisiana y en Tennessee.
La observación tradicional del Memorial Day, en los tiempos que corren se cumple anualmente con sensible acatamiento por la totalidad del pueblo americano. Desde los turbios tiempos de la Guerra Civil y las dos Guerras Mundiales, sumadas otras conflagraciones en las que se ha involucrado Estados Unidos el Memorial Day es una celebración de sagrado patriotismo.
Con el propósito de reeducar y recordarles a los americanos el importante significado del Día de Recordación, en el Congreso, en diciembre del año 2000 se acordó una resolución llamada, y traducimos el título del inglés, “El Momento Nacional de Recordación”, que reclama que cada americano, a las 3:00 PM, hora local en cada sitio, detenga sus actividades, cualesquiera que estas sean, y se dediquen un pensamiento a los héroes de la patria y se eleve una oración al Señor por el futuro de América.
Este “Momento Nacional de Recordación” es un paso inicial que promueve el necesario espíritu patriótico de todos los que vivimos en los Estados Unidos. Los que no se hallen en actividades recreativas o comprometidos por sus obligaciones de trabajo, debieran sumarse a los desfiles locales y participar de alguna de las muchas actividades que iglesias, logias, clubes y asociaciones cívicas llevan a cabo en casi todas las comunidades. No podemos correr el riesgo de olvidarnos de la historia, porque una actitud como esa compromete nuestro propio futuro. Cosas tan simples como extender una bandera en la fachada de nuestros hogares, aprovechar la hora de la cena para hablar con nuestros hijos acerca del deber de recordar a los héroes patrios, y llamar a una estación de radio y pregonar nuestro amor por América, son pasos que contribuyen a exaltar nuestro patriotismo.
Los inmigrantes que suman millones y los que de otras latitudes se han insertado legalmente entre nosotros, deben sumarse a la celebración del “Memorial Day”. Si hoy tenemos un país de brazos abiertos, corazones amables y férrea voluntad de trabajo, si hoy día gozamos de libertad y de derechos inalienables, todo se debe a los que antes de nosotros nos regaron el horizonte con la fertilidad de su sangre.
Los que procedentes de otras latitudes quieren vivir en los Estados Unidos renegando del suelo que pisan y de la bandera que a todos ofrece su amparo, son indignos de vivir en esta tierra. A la casa ajena no se viene a detestar a los que nos abren las puertas. El Memorial Day es para todos. Invitamos, pues, a los que gozan del presente de América sin venerar su historia, a que hinquen rodilla en tierra y den gracias al Creador por los dones de la libertad, la paz y las oportunidades para la conquista del triunfo y la felicidad.
Celebrar el Día de Recordación es una honrosa manera de pagar parcialmente nuestra deuda con la historia.
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