Reportaje José Bernal y Conchito del Río (1950)
En el mar hay depositados actualmente más de 600 millones de pesos. Y no crea el lector que la afirmación está hecha por esos sabios de mirada febril y barbas blancas que, encerrados en complicados laboratorios, han descubierto mil fórmulas para aprovechar el valor químico de las aguas del mar.
No, esos 600 millones de pesos que yacen en el fondo de los océanos corresponden a 70 viejos barcos portadores de tesoros y cuyos nombres y cargamentos monetarios han sido razonablemente comprobados por diversos historiadores.
HISTORIA
La “S.I.P.A” recientemente afirmó que en la Antigüedad se perdieron muchos galeones portugueses cargados de oro y que se nota una discrepancia de más de dos mil millones de dólares. Entre los datos oficiales acerca del oro extraído en las minas brasileñas y las cantidades recibidas en Lisboa. Por supuesto, esos datos no entran en el cálculo comprobado de los barcos que representan tesoros por solo 600 millones.
En cuanto a los galeones españoles, afirma la SIPA que también tuvieron pérdidas aplastantes. Sus pesados barcos eran a menudo frágil presa de buques británicos y holandeses y de los rápidos barcos Piratas del mar Caribe. De los 600 millones de dólares de que se tiene noticia más o menos exacta, la mitad consiste en varios cargamentos de barcos españoles procedentes de América Latina y que hubieron de hundirse.
Los desventurados españoles, sigue diciendo la SIPA, perdieron el mayor cargamento del precioso metal que jamás se hubiese embarcado. Los documentos archivados en España y en Inglaterra le dan el valor de 150 millones de dólares al tesoro que llevaba una flota consistente en 17 barcos, de los cuales 16 fueron hundidos por británicos y holandeses en una acción naval en la Ría de Vigo en 1702. Los asaltantes se llevaron más de diez millones de pesos y algunas compañías privadas de salvamento han recobrado solo veinte millones, el resto se halla a 21 metros de profundidad en la ría.
Las tempestades
“Sábese que furiosas tempestades hundieron más oro español, que el que se llevaron los piratas. Hay pruebas de veintena de casos en que los galeones españoles con ricos cargamentos se fueron a pique. De 14 barcos portadores de tesoros que, al ser azotados por un terrible huracán, se hundieron en 1715, llevándose al fondo del mar más de 65 millones de dólares en barras de oro y plata los españoles lograron salvar millón y medio. Solo para que cayesen en poder de un barco pirata inglés que andaba en acecho por las cercanías.
En Estados Unidos
Se ha venido afirmando que en el “fondo de las aguas costaneras de los Estados Unidos hay una gigantesca suma de dinero”. Ejemplo bien conocido es el de un famoso tesoro de cuatro millones de dólares que se hundió a bordo de una fragata británica en 1780 en el río del este de Nueva York. Dieciocho años después, una corbeta holandesa se fue a pique frente al Lewes, Delaware con quince millones de pesos. Sólo unas cuantas tentadoras monedas se han podido recobrar procedentes de ambos hundimientos.
Leyendas y embustes
¿Quién no recuerda los tesoros que se dicen perdidos en aguas del Caribe? ¿Quién no ha leído las versiones sobre los tesoros de piratas escondidos en ocultas cuevas marítimas de Isla de Pinos?
La literatura referente a los tesoros hundidos se halla llena de leyendas y embustes. De piratas tales como Barbanegra, el inhumano Edward Teach, Jean Laffite y otros, se dice que perdieron mucho oro en una centena de lugares distintos. Nadie hasta ahora los ha encontrado. Y se calcula que más de veinte millones se han gastado en expediciones de toda índole tratando de buscar esos fantásticos tesoros hundidos en el mar o escondidos en ciertos lugares. Los pocos aprovechados hasta ahora han sido los estafadores habilidosos que han vendido falsos planos (rezagos de antigüedad y verisimilitud) y los marineros contratados para esos esforzados y tenaces esfuerzos en busca de los legendarios tesoros.
La Bahía de La Habana
Dos realidades periodísticas pondrán de actualidad, los tesoros depositados en el fondo del mar y los barcos hundidos en la Bahía de La Habana. Por una parte, es el formidable esfuerzo que cerca de las costas de Escocia está realizando el buque Argyil para rescatar los supuestos millones de un galeón español. Y, por otra parte, es el inusitado auge de los ciclones en el mes de agosto y primeros días de septiembre. Parece absurdo, pero ambos asuntos están íntimamente relacionados entre sí. Porque persiguen igual interés pecuniario. Los que buscan un viejo tesoro de piratas, o los que tratan de aprovechar los residuos que queden de tantos barcos que han podido hundirse en nuestra bahía. Interés nuestro, ambición, deseo de enriquecerse y por lo menos razonable habilidad mercantil. He ahí los motivos de cuantos bajan al fondo del mar lo mismo para buscar un tesoro que para aprovechar un barco hundido.
El problema radica en que mientras se le da una publicidad de carácter “heroico” a los buscadores de tesoros, en cambio, se persigue a los delincuentes vulgares, a los que, aprovechando circunstancias propicias, tratan de rescatar pedazos de barcos hundidos en nuestra Bahía. Para que el lector se dé cuenta de la situación, vamos a escribirle un panorama ejemplar.
Espigón Norte
En el espigón norte, número dos del muelle de Paula hay un barco hundido del cual confidencialmente nos hemos enterado de que en diversas oportunidades ha sido objeto de saqueos por buzos o audaces. Se trata del vapor cubano “Tarará”, antiguamente conocido como “Caridad Padilla”, y el cual fue dado de baja definitivamente el día 10 de junio de 1931.
Tallapiedra
En la parte sur de los muelles de Tallapiedra, (Espigón número dos) se hundió un vapor cubano “Minas de Matahambre”. Ha sido saqueado, no queda nada más que el casco.
Muelle de Hacendados
En el terraplén de este nombre se hubo de ir a pique el vapor también cubano “Reina de Los Ángeles”. Actualmente está con medio casco en tierra.
Cayo Cruz
En la parte sur de estos muelles hoy convertidos en una horrible concentración de basuras e inmundicias y situado entre el “Río de Luyanó” y “La Antigua”, se halla en el fondo del mar el vapor “El Casquil” de madera. Un poco más allá entre el muro y el referido buque se encuentra hundida una vieja chalana y como a unos 50 pies de la chalana se fue a pique la barca de hierro “Ricardo Hernández”.
Pero hay más. Frente al llamado “Polvorín de San Antonio”, se encuentra hundida una chalana de la “Habana Coal” . Y frente al “Polvorín de Punta Blanca” está en el fondo del puerto, una grúa con casco de madera.
Regia Coal
Frente a estos muelles, hace años se fue a pique una embarcación de la cual se ignora su nombre. Como está también frente a la “Sinclair” han sido inútiles los esfuerzos de esta compañía para que se hiciese “una urgente labor de limpieza”.
RÍO MARTÍN PÉREZ
En este río –que desemboca en la bahía– están hundidas las siguientes embarcaciones: 1) la arenera “Cornelia”; 2) el remolcador “Graflisman”; 3) la draga “Bismarck”; 4) barrenadora “Stamboy”; 5) una vieja grúa de la cual se ignora su nombre, amén de dos barrenadoras y dos gangler, con los números 8 y 15, que fueron utilizados en unas antiguas obras de dragado.
Arellano y Mendoza
Aparecen en estos muelles, los restos de una chalana de la cual se han aprovechado sus partes más vitales.
MUELLES DE LA NEVERIA
Frente a estos muelles, y a causa de un ciclón –siempre los ciclones y ras de mar fueron las causas de estos hundimientos en la bahía– se fue a pique el buque de vela “Altagracia”. Un poco más allá, en el lugar llamado muelle de “Roura” se encuentran dos goletas hundidas: la “Teresa Posada” y la “Dos Ángeles”.
INGENITO
En el lugar de la bahía conocido por “El Ingenito” estuvo hundido el vivero “Florian Bengochea” que fuera extraído, el vapor cubano “Miguel Ferrer”, el “Colón”, el “Cuervo” y un buque de hierro de nuestra marina denominado “Calixto García”. También muy cerca se hallan el vapor “Piñango Lara”, el “Martí”, el “Chacow” y “Competidor” y “José Feo”, estos dos últimos extraídos hace poco tiempo.
En las cercanías de “El Ingenito” y precisamente entre la boya de Barlovento de amarre y la del Varadero de Belot se encuentra un bote de carga que se fue a pique. Pertenecía a la “Munson Line”, hoy Havana Central.
Santa Catalina
Estos viejos muelles, hoy destruidos por el tiempo y el abandono también han sido mudos escenarios de hundimientos de toda clase de buques. Allí hay dos viveros y una lancha que se fueron a pique, sin que el periodista haya podido averiguar sus nombres. En el amarre de “La Naviera” se encuentran inutilizados los vapores “Caibarién”, “Purísima” y el “Frontera”. Este último está siendo utilizado últimamente como taller, por la referida empresa naviera.
LOS COLORADOS
Más de ocho buques, de todos tamaños, yacen en ese lugar, unos hundidos, otros a medio hundir y otros completamente inútiles para el servicio.
MUELLES DE REGLA
Aquí hay un barco de carga, cuyo nombre se ignora.
MARIMELENA
En la ensenada de este nombre se fue a pique el vapor “Elena Valdés”, cuyos restos, también han sido hábilmente aprovechados.
RÍO ALMENDARES
Entre el puente de los tranvías y la casa de botes del Yacht Club, se encontraba parte del casco de la goleta “María Josefa”. Recientemente fue extraído, reconstruido y habilitado y hoy navega con el nombre de “Santa Lucía”.
Frente a la calle Segunda del Vedado, el casco de una chalana.
Y frente a la calle 17 del Vedado, restos de un casco de hierro, la lancha “Chalía” y la caldera de hierro del gran remolcador “Almiral Duvis”.
La última víctima
Todos estos barcos fueron víctima de trastornos atmosféricos y marítimos desde 1926 a 1947, sin que jamás se haya hecho un dragado para facilitar la navegación dentro del puerto.
La última víctima –en el espigón número uno del muelle de Luz– fue la goleta cubana “Casa Blanca” que se dedicaba al tráfico de carbón en el interior de la Isla.
Este barco fue víctima del ciclón de octubre de 1917.
LOS ROBOS
Aunque los dueños de esas embarcaciones han tratado de aprovechar sus restos –cuando no las han podido extraer– lo cierto es que en la Bahía de La Habana hay un bien organizado sistema de bandidaje, para extraer las partes más valiosas de las embarcaciones hundidas. De ese largo número que hemos citado de barcos inutilizados o que fueron a pique, sus partes esenciales ya han sido extraídas por los audaces cacos de nuestro litoral.
DOLOROSA REALIDAD
Debido a que desde hace más de veinte años no se hace un buen dragado de nuestra bahía, cada buque grande o pequeño que se hunda, pone a sus propietarios en la terrible situación de no poder extraerlos rápidamente, porque el costo del rescate, cubiertos de fango como están y con un fondo marítimo cuyas características son imprevisibles, siempre resulta más grande que el precio de la propia embarcación, más el precio de su reconstrucción para volver a ponerla a flote. Por eso los propietarios solo hacen pequeños esfuerzos para extraer lo más útil y fácil o dejen las embarcaciones al empeño de buzos audaces que con escafandras hacen el “saqueo” anárquico de los barcos, en su único y exclusivo beneficio.
Lo más lamentable de todo, es que, pese a que el fondo de nuestra bahía es un verdadero cementerio y existe un evidente peligro para la navegación, ningún gobierno hasta ahora se ha preocupado de hacer una gigantesca obra de dragado que nos ponga, siquiera en cuanto a la bahía, a la altura que merecemos como gran capital latinoamericana y como punto central de un gran comercio de exportación e importación.
Pero ¿qué decir? Cuba es así y tiene los gobernantes que se merece.
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