27 DE NOVIEMBRE DE 1871. DEFENSOR DE LOS ESTUDIANTES DE MEDICINA

Written by Libre Online

25 de noviembre de 2025

De la Redacción de LIBRE y  Fuentes anexas

En 1871, esperando cambio de plaza dispuesto por Blas Villate, Conde de Valmaceda, sucede la acusación a 45 estudiantes del primer año de medicina de profanar la tumba de Gonzalo Castañón, fiel defensor de los intereses españoles en la Isla de Cuba. 

El capitán Federico Capdevilla y Miñano es designado defensor de oficio en el Consejo de Guerra que se les hacía a los estudiantes. La defensa, justa y digna hecha por Capdevila a los estudiantes, además de negarse a firmar la sentencia, provocó la reacción airada de los voluntarios durante todo el tiempo posterior, que a tal grado perduró que, en 1873 le obliga por seguridad familiar regresar a España. 

He aquí su discurso pronunciado en la Cárcel de La Habana el 26 de noviembre de 1871: 

“Triste, lamentable y esencialmente repugnante, es el acto de comparecer y elevar mi humilde voz ante este respetable Tribunal, reunido aquí, en esta fidelísima Antillas, por la violencia y por el frenesí de un puñado de revoltosos, pues ni aun de fanáticos puede conceptuárseles. Que, hollando la equidad y la justicia, pisoteando el principio de autoridad, abusando de la fuerza, quieren sobreponerse a la sana razón: a la ley. Nunca jamás en mi vida podré conformarme con la petición de un caballero fiscal que ha sido impulsado, impelido, a condenar involuntariamente, sin convicción, sin prueba alguna, sin hechos, sin el más leve indicio sobre el ilusorio delito que únicamente de voz pública se ha propalado. 

“Dolorosa y altamente sensible me es, que los que se llaman Voluntarios de La Habana hayan resuelto ayer y hoy dar su mano a los sediciosos que forman la Comuna de París, pues pretenden irreflexivamente convertirse en asesinos ¡y lo conseguirán!, si el Tribunal a quien suplico e imploro no obra con la justicia, la equidad y la imparcialidad de que están revestidos. Si es necesario que nuestros compatriotas, nuestros hermanos bajo el seudónimo de voluntarios nos inmolen, será una gloria, una corona por parte nuestra para la nación española. Seamos inmolados, sacrificados, pero débiles, injustos, asesinos, ¡jamás! De lo contrario será un borrón que no habrá mano hábil que lo haga desaparecer. 

“Mi obligación como español, mi sagrado deber como defensor, mi honra como caballero y mi pundonor como oficial, es proteger y amparar al inocente. ¡Y lo son mis 45 defendidos! Defender a esos niños que apenas han salido de la pubertad para entrar en esa edad juvenil en que no hay odios, no hay venganzas, no hay pasiones. En que como las pobres e inocentes mariposas revolotean de flor en flor aspirando su aroma, su esencia y su perfume, viviendo sólo de quiméricas ilusiones. ¿Qué van ustedes a esperar de un niño? ¿Puede llamárseles, juzgárseles como a hombres a los 14, 16 o 18 años poco más o menos? ¡No! Pero en la inadmisible suposición de que se les juzgue como a hombres: ¿Dónde está la acusación? ¿Dónde consta el delito que se les acrimina y supone? 

“Señores: Desde la apertura del Sumario, he presenciado, he oído la lectura del parte, declaraciones y cargos verbales hechos. Y, o yo soy muy ignorante o nada absolutamente encuentro de culpabilidad. Antes de entrar en la sala, había oído infinitos rumores de que los alumnos o estudiantes de medicina habían cometido desacatos y sacrilegios en el cementerio. Pero en honor a la verdad, nada absolutamente aparece en las diligencias sumarias. ¿Dónde consta el delito, ese desacato sacrílego?  

Creo, y estoy firmemente convencido, que sólo germina en la imaginación obtusa que fermenta la embriaguez en un pequeño número de sediciosos.

Señores: Ante todo somos honrados militares. El honor es nuestro lema, nuestro orgullo, nuestra divisa. Con España siempre honra, siempre nobleza, siempre hidalguía. ¡Pero jamás bajezas, pasiones ni miedo! El militar pundonoroso muere en su puesto. Pues bien, ¡que nos asesinen!

Los hombres de orden, de sociedad, las naciones, nos dedicarán un opúsculo, una inmortal memoria. He dicho”.

Así lo describió José Martí:

“Si los voluntarios de La Habana, representantes del sistema bárbaro y explotador de la colonia en Cuba, cometieron el crimen, otros españoles estuvieron a la altura de la dignidad humana. Ahí está el generoso Capdevila, que donde haya españoles verdaderos y haya cubanos, tendrá asiento mayor…”

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