El 26 de Julio de 1953 era un domingo de carnaval en Santiago de Cuba . Y ahí comienza la debacle en Cuba provocada por un monstruo y sus 135 seguidores. O ¿sería más fino decir que “ahí se formó el desmadre” en nuestra Patria?
Si usted es cubano sabe lo que les estoy hablando, pero por si acaso algún “extranjero” me está leyendo permítame aclararle que ese fue el día fatídico en que Fidel Castro atacó un cuartel del Ejército Constitucional de Cuba llamado Moncada.
Ya que la verdad es que hasta los fanáticos apologistas y guatacas escritores del régimen nunca han podido situarlo en un lugar de combate y de peligro durante el ataque. Porque yo soy de los que cree firmemente que Fidel Castro era un cobarde.
Lo que sé es que se derramó sangre de ambas partes del conflicto. Y que el causante directo fue Fidel Castro. Y eso sólo fue un pequeño “manantial”, el inicio de una enorme catarata de sangre. Mas que ríos de sangre se trata de un verdadero océano.
Y la cosa estuvo mal planeada. Como todas las cosas planeadas por Fidel Castro en su miserable vida. Los que entraron al cuartel (está de más decirle que Fidel no era uno de ellos) fueron a buscar la armería y se encontraron con una barbería. Ahí comenzó la hecatombe.
Después del fracaso, y de la pila de muertos,»Radio Bemba» informaba que Fidel corrió a meterse debajo de la sotana del Arzobispo Enrique Pérez Serantes el cual intercedió y le salvó la vida. Decían algunos que el viejo Ángel Castro pagó unos cuantos miles de pesos por esa transacción.
Le celebran un juicio público donde él mismo se convierte en su propio abogado defensor. Creo que esa fue una de los pocas veces en que Castro utilizó su título de abogado, porque jamás se le conoció un sólo verdadero empleo en su vida.
Ese juicio él lo convierte en un acto de propaganda personal y ahí comienza su labor de endiosamiento y egolatría. Sus últimas palabras en ese juicio fueron “¡Condenadme, no importa, la historia me absolverá!” Ahora la gente dice que (ni en eso fue original) esas palabras “las copió de Adolfo Hitler”. Pero ¿por qué casi nadie lo dijo en esos momentos y nos hubieran abierto un poco mejor los ojos a los cubanos sobre esta sabandija? Hoy ese documento -el original- está prohibido en Cuba.
Va a parar a la prisión por unos cuantos meses. Y allí vive “mejor que Carmelina” como sus cartas de esa época lo indican. En contraste con la barbaridad del sistema carcelario que él implantó más tarde. Mientras tanto su esposa Mirta Díaz Balart estaba recibiendo “una botella”’ del gobierno.
Dije “unos meses en prisión” porque al poquito rato Fulgencio Batista estúpidamente decreta una amnistía y lanza para la calle a esa pandilla de bárbaros y criminales compuesta por Fidel, Raúl, Ramiro y Almeida. Observe usted: le salva la vida un cura y el gobernante que intenta derrocar le conmuta la condena. En otras palabras, si Castro hubiera sido “un hombre agradecido” tenía que haberse convertido ahí mismo en un ferviente “batistiano-católico”, pero en su lugar mas tarde se declaró “comunista” supongo que “como premio” a la condena pública del ataque que hicieron los líderes comunistas del país quienes se encontraban en Santiago de Cuba en esos momentos celebrando el cumpleaños de Blas Roca.
Si un americano (en el país más libre del mundo) se lleva una señal de tráfico, ebrio, y mata a un transeúnte, cumple mucho mas tiempo de cárcel que lo que cumplió Fidel por la carnicería que formó en el ataque al Moncada un 26 de Julio del año 1953.
Y como colofón de este ataque sorpresivo y alevoso surgió el nombre del “Movimiento 26 de Julio” agrupación revolucionaria que el propio tirano utilizó e increíblemente más tarde decapitó. Vaya, como les dije hace poco: Fidel mató, le dio el tiro de gracia, al 26 de julio.
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