Jorge García, no pudo aguantar la muerte de 14 de los miembros de su familia, en el hundimiento del remolcador 13 de marzo, y fue ahí cuando se le acabaron las energías, para poder seguir viviendo con esa pena tan dura en Miami.

Lo que más le afectó en los últimos meses fue la reciente pérdida de su hija María Victoria, quien era su último consuelo, ya que ella como García sobrevivió al hundimiento del remolcador por los esbirros de Fidel en el año de 1994.

“No me quedan ganas de seguir viviendo”, dijo García al periodista Germán Acero, cuando éste lo buscó para entrevistarlo, tras la muerte de su hija María Victoria, lo afectó profundamente además de la pena de la pérdida de sus otros 14 seres queridos. 

García, quien dedicó su vida por completo en Miami a denunciar a los autores de esta horrible e inhumana tragedia, dejó de existir el pasado 2 de junio, rodeado de su hijo y otros allegados que siempre lo acompañaron en su ardua tarea patriótica en esta ciudad. Jorge tenía 80 años de edad.

García, incluso llevó hasta las cortes internacionales toda la documentación con fotos, de la autoría de esta tragedia propiciada por Fidel Castro y sus secuaces militares que hundieron esa embarcación con chorros de agua a la vez que se reían de ello ante sus víctimas.

Su hijo, Jorge Félix García, quien habló con los periodistas en Miami, dio a conocer de manera oficial el deceso del valiente patriota quien siempre recibió el respaldo del activista Ramón Saúl Sánchez, del Movimiento Democracia.

“El 2 de junio del 2024 se apagó la vida de un ser humano que lleno de dolor, cubrió de amor la vida de tantos lo que sí no se apaga es la obra incansable de este hombre a favor de la justicia, esa quedará ahí para siempre, como ejemplo de sacrificio personal y, al mismo tiempo, como homenaje a las víctimas a las que dedicó su vida batallando durante los últimos 30 años de su existencia”, afirmó su hijo, destacando el compromiso y sacrificio personal de su padre.

Félix García manifestó tanto su dolor como la admiración por el trabajo desempeñado por su padre durante 30 años, denunciando ante la opinión pública uno de los crímenes más brutales cometidos por el régimen comunista, que causó estupor en todo el mundo por la sevicia de los autores materiales.

El remolcador 13 de marzo, en el que 68 personas intentaban escapar de Cuba, fue embestido por otros tres remolcadores de la dictadura de Cuba, dejando un saldo de 31 fallecidos, entre ellos 10 menores.

“El legado de un hombre como mi padre sin duda alguna que crea compromiso, y marca un ejemplo a seguir para todo aquel que lo injusto le haya arrebatado lo justo. Demos gracias por lo vivido a su lado, por lo aprendido en su camino, por el abrazo, la mano amiga. Jorge García Más hoy se nos queda, no se nos va”, concluyó.

Ramón Saúl Sánchez, por su parte, afirmó que siempre admiró y exaltó la tarea de García, por impulsar siempre una campaña encaminada a que la justicia internacional condenará a los autores del hundimiento del remolcador 13 de marzo.

“Fue un hombre luchador, publicó un libro, denunciando todo lo que aconteció alrededor de esta terrible tragedia que, irónicamente, aún sigue en la impunidad porque autores como Raúl Castro nunca han recibido el peso de la justicia internacional”, dijo Sánchez.

“García, maestro y escritor de profesión, dedicó los últimos 30 años de su vida a testimoniar sobre el hundimiento del remolcador frente a las costas de Cuba el 13 de julio de 1994, en el que perdió a 14 familiares, incluyendo 10 niños”, recalcó.

Sánchez recordó que Amnistía Internacional produjo un fallo que recomendaba, entre otras cosas, “que se llevara a cabo inmediatamente una investigación completa e imparcial sobre el hundimiento del “remolcador 13 de marzo” y que se hicieran públicos los resultados”.

“Además pedía también que esa investigación se realizara de acuerdo con las normas internacionales, incluidos los Principios de las Naciones Unidas relativos a una Eficaz Prevención e Investigación de las Ejecuciones”.

“Y que toda persona identificada como responsable de la pérdida de vidas fuese procesada de acuerdo con las normas internacionales para la celebración de juicios justos y que a los familiares y las personas que estaban a cargo de las víctimas se les concediera una compensación justa”.