Veinte años del ICRA: una historia

Written by Luis De La Paz

9 de diciembre de 2025

Por Luis de la Paz  

No me gustaría que cerrara el año sin recordar el aporte que en su momento el Instituto Cultural “René Ariza” (ICRA) le brindó al teatro en Miami, dejando una huella que el tiempo (y el silencio) ha ido sepultando a lo largo de los años, pero su legado habla por sí solo.  

El Instituto Cultural “René Ariza” desarrolló una tarea alrededor del teatro cubano exiliado entre el 2005 y el 2010, donde se rescataron autores y obras.

Desde luego que cuando se asume un proyecto artístico sus fundadores tratan de que perdure, que permanezca. No siempre se logran todos los objetivos, pero queda su trayectoria en una parte del público, en la memoria colectiva y definitivamente en la narrativa del quehacer cultural de la ciudad. De eso se compone la historia, de aportes individuales y colectivos. 

Fue en el  2005 que el proyecto comenzó a fraguarse. La idea la aportó Pedro Monge Rafuls dramaturgo residente en Nueva York. Se creó un grupo de trabajo y surgieron las primeras propuestas concretas.   

Primero conformar una organización encaminada a la promoción cultural del exilio cubano. Su objetivo fundamental se encaminó a reconocer, difundir y promover los valores artísticos de los cubanos desterrados y resaltar la labor de aquellos que contribuyeron con su arduo trabajo a auspiciar las artes cubanas fuera de la isla. A partir de ese punto, ya teníamos la misión. 

Luego el nombre. Se escogió el del dramaturgo René Ariza (1940-1994), un escritor que fue poeta, narrador, actor, pintor y que pasó por las cárceles del régimen por su literatura. En Cuba ganó el Premio de Teatro del concurso de la UNEAC (Unión de Escritores y Artistas de Cuba), por su obra La vuelta a la manzana (1967). Con el entusiasmo de la juventud, continuó creando, pero en la medida que su obra ascendía, la dictadura cubana, a través del Ministerio de Cultura lo fue cerrando, acusándolo de escribir contra el gobierno. Fue marginado también por sus inclinaciones sexuales y cuando trató de enviar un manuscrito fuera de Cuba, fue arrestado y condenado a 8 años de cárcel. Aunque no cumplió la sentencia completa, fue suficiente el tiempo tras las rejas para perder la razón. 

Ariza sale de Cuba en 1979, reside un tiempo en Miami y luego se establece en San Francisco, donde con el paso de los años enferma de cáncer y muere a los 54 años. De Ariza nos queda su obra, algo dispersa, pero con una gran resonancia. También un documental, Retrato inconcluso de René Ariza, realizado por Rubén Lavernia, donde casi al final de sus días, un grupo de amigos comparte con él, y lo ven pintar con los ojos vendados y hasta dramatizar las palabras textuales de su sentencia a prisión y que se sabía de memoria. 

También notables son los minutos en que aparece al final del documental Conducta impropia de Néstor Almendro y Orlando Jiménez Leal, donde René Ariza alerta sobre “el Castro que todos llevamos dentro”. 

No había mejor nombre para el instituto que el de René Ariza, con su carga personal y por ser un símbolo de la intolerancia castrista, y también de la persecución y el acoso por pensar distinto. 

Con el proyecto establecido y su maquinaria engrasada, solo faltaba ponerse a trabajar. Así surgen las lecturas dramatizadas, 6 cada año, y la creación de un galardón, el Premio René Ariza. 

La primera entrega del premio fue para José A. Escarpanter, profesor Emeritus de Auburn University, Alabama, por su inmensa contribución al enriquecimiento del teatro cubano. Escarpanter publicó muchos trabajos académicos sobre el teatro cubano del siglo XIX y el actual teatro cubano en el exilio. 

Cada año el ICRA hizo entrega del reconocimiento durante el mes de noviembre, en los salones de la Cuban Heritage Collection de la Universidad de Miami, gracias a su directora la Dra. Esperanza de Varona y la bibliotecaria principal, Lesbia Orta de Varona.  

Allí fueron galardonados con el Premio René Ariza, además de Escarpanter: Matías Montes Huidobro, Nena Acevedo, Julio Matas, Pedro Monge Rafuls, Francisco Morín, Teresa María Rojas, Raúl de Cárdenas, Héctor Santiago y Magali Boix. Cada jornada de premiación incluía la lectura de un ensayo por parte de algún reconocido especialista sobre el galardonado. 

Durante los años del Instituto fueron muy importantes las lecturas dramatizadas. Se leyeron las obras Si de verdad uno muriera, José Abreu Felippe; Gaviotas habaneras, Yvonne López Arenal; Los acosados, Matías Montes Huidobro; El plan de las aguas, Maricel Mayor Marsán; Reencuentro con doble E (video) de Jorge Trigoura.

Entre el 2006-2007 se presentaron seis obras más, Dile a fragancia que pienso en ella, Raúl de Cárdenas; La diva en la octava casa, Héctor Santiago; La visita, Orlando Rossardi; Los siervos/ Ser escritor, Virgilio Piñera; Rezando con el enemigo, Luis Santeiro. 

Otros trabajos escénicos: El mayor general hablará de teogonía, José Triana; El vestido rojo, José Corrales; Flores no me pongan, Rita Martin; Siempre tuvimos miedo, Leopoldo Hernández; Lina, Marcos Miranda; Triángulos obtusos, Julie De Grandy; Las monjas, Eduardo Manet; Las vidas del gato, Eddy Díaz Souza, y Una rosa para Catalina Laza de Rosa Ileana Boudet. 

Las últimas lecturas dramatizadas fueron entre el 2009-2010 con El hueco en la pared, Jorge Carrigan; El príncipe y el mar, Eddy Díaz Souza; Gas en los poros/ La madre y la guillotina, Matías Montes Huidobro y Los días del milagro, Mario Martín. 

Las actividades finales del ICRA tuvieron lugar con la entrega del Premio René Ariza del ciclo 2010-2011 a Raúl de Cárdenas, Héctor Santiago y Magali Boix. No se llegaron a hacer las lecturas programadas. 

Cada uno de los galardonados ha dejado una huella en la escena cubana del exilio y la Isla. Julio Matas con obras como El extravío, La crónica y el suceso y Juego de damas. El dramaturgo fue también cuentista y autor de novelas como Entre dos luces. Matas falleció en los últimos días del 2015 a los 84 años. En su honor el escritor Rolando Morelli incluyó a Julio Matas en la serie Dossier, cuadernos monográficos. 

Si Matas aportó al teatro, la actriz y profesora Nena Acevedo, de las fundadoras en Cuba del Teatro Universitario, merecía el Premio René Ariza. La actriz fue un referente del teatro cubano, teniéndola a ella, junto a Francisco Morín, también reconocido por el ICRA, como sus mayores exponentes. 

Matías Montes Huidobro con una obra extensa en varios géneros, pero entregado al teatro. Matías fue de los dramaturgos más representados y publicados. También sobre su legado se editó un Dossier por parte de Morelli y sus Ediciones La Gota de Agua.

Prolífero ha sido Héctor Santiago, con una vida intensa y difícil, que le ha permitido escribir un teatro de fuerte contenido vivencial. Varias de sus obras están anunciadas para presentarse en varias plazas a lo largo del 2026, bajo la dirección de Juan Roca.  

En Pedro Monge Rafuls se funde el dramaturgo y el editor a través de la revista Ollantay que tanto aportó al teatro hispano en los Estados Unidos. Algunas de sus obras se han estrenado en Miami y vale volver a señalarlo, fue quien propuso crear el instituto. 

La entrega del Premio René Ariza a Teresa María Rojas, significó reconocer a la gran actriz, y a la gran profesora que estableció una academia para formar actores en Miami. La creación de Prometeo fue fundamental en el impulso y desarrollo del teatro en la ciudad. 

El galardón a Raúl de Cárdenas, marcó un reconocimiento al teatro costumbrista en su esencia, aunque no en la proyección. La dramaturgia de Cárdenas va un paso más allá, llevando una frescura, belleza y sentido de identidad nacional. El Premio René Ariza a Magali Boix, actriz de trayectoria en la escena cubana, fue uno de los últimos entregados por el Instituto Cultural. 

Este recuento quedaría incompleto si no se menciona a las salas teatrales que apoyaron las lecturas dramatizadas. El ICRA no tuvo un espacio propio y se recurrió a los teatristas para que brindaran sus salas para las lecturas: Espacio Cultural Cámara Oscura, Havanafama, Teatro en Miami Studio y  Artefactus. 

A quienes fueron sus directores: Matías Montes Huidobro, Mario García Joya e Yvonne López Arenal hay que agradecerles lo que aportaron con su visión a la institución y a la vida siempre azarosa del teatro hispano (cubano) en Miami.

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