Por René Molina
En una organización tan extendida, siempre habrá un puesto para el jugador profesional, y como todo es posible en el baseball norteamericano, pudiera repetirse este año el caso de Gilberto Torres, que prefirió jugar con los “Havana Cubans” y no con los “Atléticos” del Filadelfia en 1949.-Sólo Fermín Guerra y Roberto Ortíz están asegurados. Miñoso tendrá que ganar el puesto.
Todavía los aficionados cubanos discuten apasio-nadamente sobre el balance de la Serie del Caribe, aún se ofrecen actos para la proclamación oficial del “Almendares”, y ya los jugadores criollos se disponen a emigrar. La carrera de nuestros ídolos del baseball no tiene intermedios, se cubre sin pausas, sin treguas reparadoras, en violento contraste con el atleta norteamericano, que aprovecha los meses invernales para repar el desgaste físico veraniego. Dos factores fundamentales han influido en la mentalidad del cubano para prolongar ese ritmo acelerado que positivamente acorta su horizonte como player en activo.
El principal radica en las posibilidades económicas del medio ambiental en que se desenvuelven.
El otro pudiéramos hallarlo en su temperamento. De esto último es ejemplo viviente Fermín Guerra que pudiendo limitarse a trabajar como manager de los Alacranes, se prodigó hasta el exceso en la defensa de la receptoría, desplegando una agresividad combativa de novato que anhela hacer el grado.
la liga cubana
Hace tres semanas que terminó oficialmente la justa de la Liga Cubana, y muchos de los participantes en ese evento que abarcó casi cinco meses, se encuentran ya en los Estados Unidos, dispuestos a luchar en nuevos campos. La extensa red del baseball organizado norteamericano ofrece a los atletas un vasto y confuso panorama, que abarca desde las Grandes Ligas a los circuitos de clase D. En toda esa complicada escala puede haber un puesto para el jugador en cuestión, y acaso surja el caso aparantemente insólito del hombre que en una ascensión meteórica vaya de una Liga de clasificación ínfima al big show, o también el hecho para algunos incomprensible del hombre que rehusa ir a las Mayores para permanecer en un circuito de clase humilde.
Conrado Marrero
Conrado Marrero está a punto de personificar la transición mencionada, si es que consigue hacer el grado con los Senadores de Washington, y Gilberto Torres no ofreció la versión del atleta que prefiere los “Havana Cubans” a los Atléticos del Filadelfia, cuando deshizo el contrato que había firmado con el venerable Connie Mack durante su paso por La Habana en la pasada campaña primaveral.
En un sector tan complejo resulta imposible determinar las posibilidades de cada uno de los jugadores criollos que atan sus bártulos e invaden las tie-rras del Tio Sam.
el baseball organizado
El Baseball Organizado es un deporte honestamente practicado sobre el césped pero bloqueado por un sentido eminentemente financiero fuera del stadium. Sólo así se concibe que Gilberto Torres prefiera permanecer en la Liga Internacional de la Florida a retornar a las Mayores y que Limonar Martínez confronte el dilema de rechazar el contrato humillante del Chattannoga, que pretende pagarle muchísimo menos que los Havana Cubans a pesar de su denominación superior.
Esta primavera tendremos en los campos de entrenamiento de los equipos estelares, un crecido número de compatriotas. Hasta qué punto tendrán posibilidades de permanecer en el big show es cosa que corresponde decir al futuro, pero es innegable que, a excepción de la etapa bélica que abrió sin reservas las puertas del estre-llato a cuantos eran capaces de fildear tres rollers consecutivos, nunca antes se habían reunido tantos cubanos en la simpática Liga de las Toronjas.
LOS SENADORES
Los Senadores del Washington encabezan la relación con un cuarteto integrado por Roberto Ortíz, Conrado Marrero, Willy Miranda y Sandalio Consuegra. Esa es al menos, la información oficial facilitada por Clark Griffith. Witto Alomá se unirá a los White Sox del Chicago; Orestes Miñoso a los Indios de Cleveland; Fermín Guerra estará otra vez en los Altéticos de Filadelfia y Napoleón Reyes tratará de recuperar un puesto en el squad de los Gigantes de New York.
De ese núcleo hay dos asegurados perfectamente: Ortíz y Guerra, el resto tendrá que salir a pelear a pecho descubierto y el que luce con mejores posibilidades es Miñoso, a quien los Indios obligaron a mantenerse inactivo durante el invierno con el propósito deliberado de ofrecerle una oportunidad amplia en la campaña de 1950.
Marrero, Consuegra y Witto Alomá lucen con chances remotos, y Willy Miranda y Napoleón Reyes no deben quedarse más allá del tiempo concebido para ajustarse al límite del roster oficial.
En el futuro inmediato de Ortíz hay un punto nebuloso. El gigante del Central Senado fue sometido a una de-licada operación al regreso de Puerto Rico y aunque los médicos que le asisten aseguran que nada influirá en su rendimiento, esto pudira reflejarse en su estado de ánimo, creándole un complejo que le impida desarrollar libremente sus facultades en los primeros momentos.
De todos modos, Ortíz luce sin problemas en cuanto a su permanencia en el elenco senalorial, y acaso la extirpación de ese viejo mal que le aquejaba, contribuyó a proporcionarle elasticidad para los fildeos.
FERMÍN GUERRA
Respecto a Fermín Guerra, no hay un solo motivo que anime a mirar desconfiadamente su militancia en el conjunto norteamericano.
La situación de Miñoso hay que analizarlo diferente. El estratégico descanso invernal debe haberle proporcionado mayor punch y esto acrecenta sus chances de hacer el grado. Sin embargo todo depende de cuánto haga en la campaña de entrenamiento, sin olvidar que pudieran surgir otros más capacitados y disputarle el derecho a militar todo el año en la organización que controla Lou Boudreau.
Las exigencias sobre el descanso obligatorio invernal no pueden ni deben tenerse como pauta.
El Cleveland está interesado en Miñoso y trata de proteger sus intereses impidiéndole por todos los medios que corra algún riesgo, pero de ahí, a que la medida haya sido adoptada porque le consideran imprescindible al team dista un abismo.
Con todo el descanso recetado, con los mútiples cablegramas en que le afirmaban que se cuidara porque contaban con él para el verano de 1950, el criollo Orestes Miñoso puede ir otra vez de espaldas al San Diego “en busca de más sazón”, porque por encima de todos los magnates del BBO ponen sus intereses comerciales.
CONSUEGRA, INCÓGNITA
En relación con los otros que este año recibirán una prueba en Grandes Ligas, poco puede decirse si es que se pretende un estudio mesurado de sus posibilidades. Marrero va en plan de serpentinero experimentado, frío, calculador, que acaso rinda dividendos como “relevo”.
Consuegra es la gran incógnita. Parece reunir todos los poquitos exigibles a un consagrado, pero a ratos se desdibuja y deja de lucir el hombre impresionante de las curvas endemo-niadas.
Witto Alomá no ha podido proporcionar una base sólida sobre la que depositar un vaticinio.
Este invierno apenas hemos tenido ocasión de verle actuar. Las pocas veces que fue al montículo pasó sin penas ni glorias, y no tuvo en todo el programa un rato libre de preocupaciones creadas por dolencias físicas y ataques gripales.
NAPOLEÓN REYES
Napoleón Reyes se presenta también tras una cortina de humo que impide su catalogación. En el Cienfuegos no hizo nada digno de mención. Con sobrepeso y confrontando dificultades con el brazo, tuvo su más pobre campaña en Cuba.
Todavía es joven y tal vez su voluntad le salve, pero es improbable que los Gigantes decidan esperarle lo suficiente como para que el ex-caribe consiga recuperar la forma de sus días más explendorosos.
El pequeño y ágil Willy Miranda va únicamente a ganar experiencia, a mejorar la técnica en Orlando, donde tendrán su cuartel general los Nats.
El chiquillo de las manos prodigiosas que en más de una velada asombró a los expertos con sus engarces miliunanochescos y sus tiros portentosos a la incial, requiere más edad y más peso, en otras palabras, más fortaleza física, y mientras no la adquiera lucirá imposible su conquista del galardón soñado.
OCHO CRIOLLOS
En total son ocho los crio-llos que aparecen en la relación de los que recibirán una prueba primaveral en equipos de Grandes Ligas. Dos lucen asegurados: Fermín Guerra con los Atléticos y Roberto Ortíz con los Senadores; cuatro tienen chances más o menos amplios: Orestes Miñoso con Cleveland, Conrado Marrero y Sandalio Consuegra con los Senadores y Witto Alomá con los White Sox del Chicago. Los otros dos deben regresar a las Menores: Napoleón Reyes, al Jersey City y Willy Miranda a la Asociación del Sur.
Eso es, al menos, lo que se aprecia juzgando las cosas a través de los acontecimientos observados durante los cinco meses de invierno, aunque no puede olvidarse que el baseball en los Estados Unidos es un deporte sujeto a los imperativos del aspecto comercial que mueve millones de dólares.
En una organización tan poderosa y tan extendida, siempre habrá un puesto para el jugador profesional. Ocho cubanos salen este año a la conquista de los más codiciados. ¿Cuántos lograrán el honor?. Acaso tres o cuatro a lo sumo, y tal vez cristalice de nuevo el caso sorprendente de Gilberto Torres, que prefirió Los Havana Cubans al Filadelfia de la Liga Americana. Todo es posible en los feudos del Baseball Organizado, y no sería extraño que el sagüero Conrado Marrero se detuviera un instante en sus meditaciones nocturnas y regresara vislumbrando la posibilidad de comprar dos vacas más con el dinero obtenido defen-diendo la franela de los Cubans durante el verano de 1950.
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