En momentos en los que el mundo clama por vacunas para prevenir el covid-19, los activistas que están en contra de la aplicación de estos biológicos salvadores han desplegado la idea de que afectan la fertilidad.
Por tratarse de temas relacionados con la planta baja, vale la pena tocarlos en este espacio, bajo la premisa absoluta de que no hay evidencia que apoye este engaño, aunque se ha popularizado porque está envuelto en un ropaje de plausibilidad científica que al analizarlo a profundidad no deja de ser absurdo.
El asunto está tan bien tramado, que no pocas personas temerosas pueden caer en la trampa y abstenerse de vacunarse, con la excusa de proteger su capacidad reproductiva, algo que a la postre puede ser comprensible.
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Para entender un poco el asunto, ha corrido el rumor de que las vacunas cuya plataforma busca desarrollar anticuerpos contra la proteína del pico del coronavirus podría desencadenar una respuesta inmune contra otra proteína llamada sincitina-1, relacionada con la formación de la placenta humana, al punto de inferir que, sin este órgano, no hay reproducción.
Y estos falsos científicos refuerzan el infundio de que la proteína del pico del coronavirus y la sincitina-1 tendrían el mismo código genético y las defensas del cuerpo las atacarían por igual, algo que ha sido completamente descartado, pero que puede confundir a los incautos.
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La verdad, la argumentación es tan floja que de ser cierta, la infección de covid-19 ya habría dejado infértiles a todas las mujeres que han tenido el virus en su cuerpo, porque siempre que este bicho invade al organismo se producen defensas y, bajo la falsa teoría, también se atacarían las proteínas que garantizan la fertilidad femenina.
De hecho, miles de mujeres se han embarazado durante la pandemia y otro tanto se han afectado durante la gestación, sin que se produjeran los estados catastróficos que estos enemigos antivacunas vaticinan.
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Esto, por el lado de la fertilidad femenina, pero por el lado de los hombres, han insinuado que afecta el material genético de los espermatozoides, entre otras inconsistencias, con lo que intentan poner palos a las ruedas de la necesaria vacunación en el mundo. Por supuesto, hablaremos de este tema en otra oportunidad.
Por ahora, solo queda decir que ante la duda frente a las vacunas, lo único válido es documentarse bien a partir de fuentes serias, de voces rigurosas y de estudios confirmados. El resto es mero ruido. Hasta luego.
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