Pasar las 24 horas del día con la pareja durante las semanas de vacaciones, sin las pausas diarias en la convivencia que imponen el trabajo y los diferentes horarios y actividades el resto del año, puede ser una dura prueba para la relación y a veces precipitar su ruptura. Una especialista ofrece algunas recomendaciones clave para mantener la unión a salvo e incluso fortalecerla.
Por Rocío Gaia
El verano genera la expectativa de disponer de un tiempo para descansar, relajarse y disfrutar, y muchas personas pasan casi todo el año esperando que llegue ese ansiado, y a menudo idealizado, momento para desconectar y vivir unas semanas placenteras y agradables.
Pero a veces las vacaciones pueden activar procesos vitales poco gratos, como las crisis de pareja, aseguran algunos especialistas.
“Se sabe que el verano puede generar un gran estrés en la relación, siendo septiembre uno de los meses en el que más parejas deciden acudir a psicoterapia de pareja, y en el peor de los casos, a un abogado para formalizar una separación”, explica la psicóloga Silvia Cintrano, directora de la Unidad de Terapia de Pareja de Instituto Centta.
A grandes rasgos, las causas más comunes de estas crisis son el aumento de las fricciones entre los integrantes de la pareja debido a que comparten más tiempo juntos, y en ocasiones con familiares y amistades, así como a las exageradas expectativas de disfrute que generan las vacaciones, según Cintrano.
“Cuando la relación está bien, la pareja desea compartir su tiempo, pero si existen tensiones previas, estar más tiempo juntos sin nuevas herramientas para gestionar estas tensiones, solo conseguirá aumentar la fricción entre sus integrantes”, explica esta psicóloga especializada en terapia de pareja.
Las raíces de la tensión
“Además, pasar más horas juntos implica tener que decidir en conjunto muchos más aspectos que durante el día a día habitual, sin que la pareja esté acostumbrada al cambio y a tanta decisión continuada”, prosigue.
“En este sentido, la convivencia juega un papel importante en las crisis, ya que no es igual compartir unos tiempos ajustados con la rutina laboral, que convivir prácticamente las 24 horas del día”, asegura.
Otro de los factores que pueden alentar las tensiones latentes en la pareja son las expectativas demasiado elevadas en lo relativo al tiempo que se compartirá en verano, al disfrute que supuestamente generarán el viaje y algunas actividades, y al posible aumento de las experiencias sexuales al disponer de más tiempo y relajación, según la especialista de Centta.
Señala que “cuando todas estas expectativas no se ven satisfechas, generarán presión y frustración en la relación, que serán mayores cuanto más rígida sea la persona”.
“Además, suelen existir diferencias entre las necesidades y deseos de cada integrante de la pareja, por lo que cada uno tiene unas expectativas diferentes, que será difícil que se vayan a cumplir si no hay una buena comunicación en la pareja”, añade.
Por otra parte, durante el verano se suele compartir más tiempo no solo con la pareja, sino también con amistades y con lo que en psicología se conoce como familia de origen (padres y hermanos), lo que también puede incentivar las desavenencias y tensiones, según Cintrano.
Esto es así, porque “cuánto mayor es la cantidad de gente con la que se interactúa y con la cual no se convive habitualmente, también aumentan las probabilidades de conflicto”, según apunta.
Consejos para unas vacaciones
armónicas
Silvia Cintrano ofrece las siguientes recomendaciones destinadas a fortalecer la relación y evitar que las vacaciones provoquen una crisis o ruptura de pareja:.
1. Hacer los planes en equipo.
La psicóloga de Centta recomienda buscar el consenso en un proyecto común, compartiendo las decisiones diarias en lugar de mantener un pulso continuado, buscando opciones acorde a las apetencias de ambos, valorando los gustos de cada uno y garantizando que sus anhelos sean tenidos en cuenta.
2. Expectativas realistas y flexibles
Para Cintrano es importante que la pareja “establezca actividades y planes que sean asumibles y realistas, lo cual facilitará que se concreten”.
También recomienda mantener una actitud flexible, si lo planificado no se cumple o surgen contratiempos, buscando alternativas e introduciendo cambios en equipo, en lugar de frustrarse.
“Eso ayudará a crear más confianza y bienestar en pareja”, señala.
3. Cuidar los espacios individuales y conjuntos.
“Además de disfrutar en pareja aquellas aficiones o gustos compartidos por ambos, para alcanzar un bienestar completo, también hay que dejar espacio para que cada uno atienda sus propias necesidades y actividades individuales”, señala Cintrano.
4. Cultivar la buena comunicación.
Esta especialista también sugiere “buscar tiempo para escuchar activamente y entender qué es lo que piensa y siente el otro integrante de la pareja, sin juzgarle, con empatía y cariño, ya que “es fundamental poder expresar las propias necesidades para así intentar cubrirlas en el marco de la relación”.
5. Poner el foco en lo positivo.
Según Cintrano “se da por hecho que solo debe señalarse lo que está mal, porque se supone que aquello que está bien es lo normal. Pero también hay que hacer hincapié en lo positivo, siendo necesario que ambos miembros de la pareja se esfuercen en mantener actitudes y poner en marcha iniciativas que fomenten que las cosas salgan bien”, explica.
6. Concertar una cita semanal.
“Durante el año se tiende a sumir la relación en las tareas o deberes diarios, como trabajar u organizar el hogar, dejando el cuidado del vínculo en un segundo plano”, según Cintrano.
“Las vacaciones pueden ser un momento ideal para fortalecer las interacciones positivas; retomar la conexión y el cariño; y revivir los momentos de la relación en que no había tantas responsabilidades y el espacio compartido era solo de disfrute”, añade.
En este sentido, Cintrano sugiere que cada semana (“si es con mayor frecuencia, mejor”) uno de los miembros de la relación se encargue de preparar un plan que ambos puedan disfrutar, por ejemplo comprando entradas, haciendo reservas y organizando horarios, para una salida o evento, de modo que sea una sorpresa para el otro.
“Esto hace que el otro integrante de la pareja se sienta cuidado y atendido, lo cual suele hacerse de manera natural durante el noviazgo, pero que se va descuidando al convivir, cuando resulta más fácil acceder a la otra persona”, concluye Cintrano.
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