Un Caballero chino-cubano en las justas de los Diamantes

Written by Libre Online

25 de febrero de 2025

(a 100 años de Raúl Atan como árbitro)

Una colaboración de MsC. Rafael Jesús de la Morena Santana.

El béisbol, deporte nacido hace 186 años, es el Pasatiempo Nacional de Cuba, en la Isla, es cultura, devoción, alegría, pasión, vida. Los cubanos que se sacrificaron para encumbrarlo le ayudaron a alcanzar el nivel de las Grandes Ligas, las Olimpíadas y el Clásico Mundial. Uno de estos colosos, con quien la literatura está en deuda, fue el formidable Raúl “El Chino” Atan. (1)

La Historia del Deporte en Cuba, ha estado vinculada a las luchas por la independencia y con la religión, sin embargo, este último aspecto ha sido obviado. Hemos sido cuna de atletas como Atan, pero pocas veces se habla de la vida espiritual de estos ídolos de las multitudes, la influencia que ejerció la fe en sus éxitos y favoreció su popularidad.

Ser católico menoscabó sus carreras y su recuerdo, porque el régimen castrista es enemigo de la Iglesia. Así le ocurrió a este caballeroso deportista, patriarca de familia ejemplar, él compartió tiempo y esfuerzos entre las competencias y el hogar, su fe inquebrantable, le ayudó a ocupar un sitial de lujo entre los creadores del espíritu deportivo.

La prensa comunista ha ignorado deliberadamente la existencia de esta figura de relieve, nunca le mencionan cuando se celebra el Día del Árbitro los 4 de diciembre, solo hace unos años el periodista Víctor Joaquín Ortega escribió unas líneas sobre él. En esta injusticia ha influido que Atan nunca aceptó la perversa ideología marxista, fatalmente aplicada a la fuerza en Cuba desde 1961.

Para redactar este artículo, se recurrió a testimonios de amigos y admiradores del célebre umpire. La información fundamental la proporcionó su familia, a la cual entrevistamos en la casa donde residía El Chino, en el reparto Palatino, en La Habana, ellos conservan cual tesoro, un archivo de publicaciones deportivas relacionadas con la vida de Atan. (2)

Este icono del béisbol nació en Los Arabos, Matanzas, el 26 de abril de 1901, el padre era oriundo de la ciudad de Guangzhou, en China y la madre era hija de un funcionario chino, que trabajaba en el consulado de la nación asiática en La Habana. Ambos progenitores eran católicos, el niño fue educado con los preceptos de la Iglesia.

La familia se trasladó a Cárdenas, “Ciudad Bandera” (3), donde Atan aprendió a jugar pelota estimulado por su papá Ramón Atan. A los diez años de edad, entró en el equipo “Cerro Escolar”. En las justas de los juveniles, era receptor del “Progreso de Luyanó”, allí, el novel caballero, bate de majagua en ristre, decidió dedicarse al emocionante deporte, se iniciaba una carrera intachable y digna.

A los 18 años, está ya en la acoplada banda de “La Joven China”, y pronto llegó al roster del “Aduana”, fuerte conjunto amateur, enseguida, por su eficacia evidente, fue reclutado por el profesionalismo. Milita desde 1921 en las filas de los rojos del “Habana” simbolizados por el León, y luego pasó al “Almendares”, el team del Alacrán, es decir, integró las nóminas de los dos equipos más poderosos de Cuba, irrebatible credencial de su consistencia en el diamante.

Atan fue un jugador hábil e inteligente, la religión le daba seguridad en sí mismo, disciplina y el ideal para comportarse con caballerosidad en el combate que es un juego de pelota. Como era costumbre que los equipos hicieran una oración antes de subir al terreno, él ponía su confianza en Dios al entrar al diamante, para dar lo mejor de sí y cumplir con el deber. Esta conducta no era de extrañar en un atleta, los managers y entrenadores eran creyentes y aconsejaban a los jugadores a dar gracias al finalizar los partidos, en un deporte como el béisbol, donde las lesiones son frecuentes.

En la grama de arcilla y césped, se desempeñaba tanto en la receptoría como en los jardines, corredor rápido en las bases, bateador recio y oportuno que cuando no ocupaba un lugar en el orden al bate, era utilizado de emergente, en cinco temporadas promedió para 278 de average, acorde para unos tiempos de superioridad manifiesta del pitcheo.

Gracias a este rendimiento, pudo haber jugado en las Ligas Menores de los Estados Unidos: recomendado por el cronista deportivo Joe Massager, firmó un contrato con el equipo Tampa clase A de Florida, pero las autoridades norteñas no le permitieron entrar al país por ser chino, debido a una legislación contra los emigrantes del país asiático.

Él se sentía orgulloso de ser cubano y latino, el chino Atan argumentaba en una publicación las características del pelotero latino de esos tiempos, “nosotros jugamos con un empeño de triunfo como si la derrota fuera toda una afrenta o el bochorno más grande de la vida, por eso dicen que los latinos no sabemos perder”.

Es indudable que el chino Atan era un pelotero de calidad, pero los excelentes jugadores abundaban, en realidad, donde Atan se convirtió en espectacular figura del deporte, fue al impartir justicia en el diamante. En efecto, por una contingencia hostil, que fue providencial para la historia de su vida, él se vio obligado a cambiar la franela azul de los guerreros alacranes, por el traje de color negro del árbitro.

Trascendió que su otrora poderoso brazo de lanzar le falló y perdió efectividad en los disparos a las bases. Cierto día, estaba sentado en las gradas del estadio de Víbora Park, presenciando un partido de la Liga Federal Amateur, entonces el umpire, Eustaquio González, se sintió enfermo y como él había impartido clases de arbitraje al chino que era un profundo estudioso de las reglas del béisbol, le invitó a arbitrar el juego, lo cual realizó con aplomo y calidad. Jugaban “Universidad” y “Fortuna” y el resultado pesaba en la decisión del campeonato, Atan salió ileso de esa justa, fue certero de forma tal, que le felicitaron al concluir el encuentro, había adquirido, sin saberlo, un pasaporte a la fama.

El Árbitro

Conmemoramos el Centenario de su debut como umpire, en la temporada de la Liga Nacional de Béisbol Amateur abierta en junio de 1925, comenzó su extraordinaria trayectoria de arbitro. Al año siguiente entró en la Liga Profesional Cubana. El chino Atan era un entusiasta del deporte, decretaba bolas, strikes y outs, en los estadios habaneros, de provincias, en partidos amateurs, de las Universidades, del Instituto Cívico Militar (4), los juveniles, las fuerzas armadas, de las escuelas públicas, privadas, y las de las diversas iglesias, y hasta en el batey del Central Hershey (5). Al fundarse la Liga de Pedro Betancourt en 1944, Atan fue convocado a dictar la ley en sus diamantes.

Podía arbitrar hasta seis juegos en un día, diurnos o nocturnos. (6) siempre con justicia e imparcialidad proverbiales, ser un hombre de fe, le facilitaba ser honesto en las difíciles decisiones a tomar con rapidez en el escenario beisbolero. Como curiosidad podemos apuntar que, en los años 30, fue pionero en el uso de trajes blancos para su desempeño, aunque esta iniciativa no prosperó mucho tiempo.

Su experiencia crece a la par de su prestigio, que llega allende los mares, por eso uno de sus amigos del béisbol cubano, el astro matancero Martín Dihígo, le recomienda en la Liga Profesional de México, y hacia tierras aztecas parte el caballero chino en 1940, acompañado de su dama, doña Micaela Rodríguez, a llevar el concurso de sus conocimientos. Allí, confiando en la protección de la Virgen de Guadalupe, hará historia.

Baste decir que junto a su amigo el ampaya Amado Maestri (7), se dieron a la tarea de poner orden en aquellos torneos, donde había árbitros que cambiaban decisiones de strikes y outs, aceptaban presiones de dueños y managers y permitían demasiadas libertades a los jugadores. Educados en el rigor de la escuela cubana de béisbol, la segunda más importante del mundo, impusieron la ética en el diamante, sus enseñanzas fueron asimiladas por los jueces locales, con rapidez.

En las plazas beisboleras mexicanas, su presencia era garantía, los fanáticos salían complacidos con el caballero chino que, con su armadura de serenidad, paciencia y firmeza, asumía el control de los partidos. Se sentía protegido por el Señor, en esta época feliz en México, atletas y jueces oraban antes de los encuentros, la religión estaba en el ambiente en aquellos torneos, hacía a los hombres mejores, la señal de la cruz exaltaba el espíritu deportivo.

Los avales ganados en tantos encuentros llevaron a Atan a Jefe del Cuerpo de Oficiales del Campeonato Profesional de Béisbol de México, cargo que desempeñó con seriedad y acierto durante varias temporadas.

Continuará la semana próxima

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