Por María C. Rodríguez
En Corea del Norte, ver series, películas o escuchar música extranjera es un delito que se puede castigar con pena de muerte.
El régimen comunista de Corea del Norte limita el acceso a internet solamente con autorización especial y utilizado principalmente para fines gubernamentales y de investigación científica.
En el año 2002, las autoridades de Pyongyang apenas estaban empezando a notarlo. Bajo el régimen de su líder supremo, tropas militares enteras tuvieron una única encomienda: encontrar cerca de 20 mil CD’s ilegales, cuyo contendido sería notablemente sensible para el consumo civil.
Eliminar cualquier tipo de influencia extranjera. Cualquier persona que no se alinee a este principio formador del nacionalismo local podría sufrir consecuencias muy severas. El proyecto no sólo contempla contenido audiovisual. Playeras, vocabulario o cualquier otro artículo importado de otras partes del mundo —particularmente de Occidente— puede ser penado por generaciones. Los más afortunados sólo serán ejecutados en las vías públicas, como castigos ejemplares. Quienes no quisieran presenciar el fusilamiento, serían considerados traidores.
En Corea del Norte no hay internet. Tampoco hay redes sociales y sólo existen algunos canales de televisión permitidos. De acuerdo con Guy Delisle, caricaturista político que vivió en Pyongyang durante casi un año, todos hablan sobre la supremacía y grandeza del líder en turno. Consumir contenido extranjero se trata de un “pensamiento reaccionario”. Cualquiera que sea sorprendido con medios de comunicación ilícitos será sentenciado a pena de muerte por fusilamiento.
Quienes consuman contenido ilícito —o no aprobado por el Estado—, serán condenados a 15 años de trabajo en campos de concentración, a la manera de la Alemania Nazi. Lo mismo aplica a aquellos cuyo comportamiento sea “desagradable, individualista y antisocialista“, particularmente entre la juventud norcoreana.
El régimen comunista dice que “pretende proteger a la población” de este tipo de influencias nocivas, sin la necesidad de utilizar toda su fuerza nuclear. A pesar de esto, los norcoreanos se las arreglan para circular y ver películas extranjeras que generalmente se pasan de contrabando a través de la frontera con China.
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